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Vendedores de fantasías

Iván Mejía Álvarez
21 de octubre de 2008 - 02:23 a. m.

Hace seis meses, Hernán Torres, el técnico del actual líder de la Copa Mustang, fue declarado insubsistente en su cargo y reemplazado por Jorge Luis Bernal.

Al poco tiempo echaron a Bernal y volvieron a contratar a Torres. Tolima fue colero del primer torneo y hoy, con ligeros retoques a la plantilla, es el líder y uno de los pocos equipos que puede asegurar su clasificación a las finales con varias fechas de antelación.

Bernal fue en su momento el gran héroe del Cúcuta que llegó a las semifinales de la Copa Libertadores. Del veterano adiestrador tolimense sólo se hablaban maravillas, de su calidad humana, sus métodos ofensivos, su fútbol exquisito. Al poco tiempo salió del elenco motilón, estuvo con más pena que gloria en el Tolima y este año recaló en el Once Caldas donde le contrataron una nómina generosa y que sobre el papel daría para hacer una magnífica labor. Hoy, Bernal está a un paso de salir del Caldas y sus galones como técnico están en entredicho.

Cuando Hernán Darío Gómez llegó a Santa Fe y debutó contra Nacional con una exquisita goleada, el técnico antioqueño era el “inventor” del fútbol moderno y ofensivo. Hoy, cuando viene de perder contra La Equidad y su equipo lleva varias jornadas atascado en la parte ofensiva, a Gómez se le enrostran errores de armado, nómina, posicionamiento de los jugadores y, sobre todo, carencia de estética en el cuadro rojo. De la noche a la mañana dejó de ser un genio y los escasos cuatro mil que asisten a ver el juego de uno de los líderes, Santa Fe, cada día se aburren más de los planteamientos ultradefensivos y aburridores de los cardenales.

Con Pinto en el banquillo técnico la selección colombiana le ganó a Argentina y el técnico santandereano era un modelo de tacticismo, disciplina y orden. Era el estratega soñado. Un par de caídas ante Uruguay y Chile convirtieron sus principios en la dictadura fascista.

En el fútbol colombiano la gloria dura un par de partidos. Ayer eran genios, hoy son unos burros. No hay proyectos a largo plazo, el resultadismo impide trabajar con la calma y el tiempo que se merece un plato bien elaborado. Gusta más la comida chatarra que calma el hambre hoy que el culto a una vianda bien elaborada. No siguen los pasos que dicta la ortodoxia. Se contratan por buenos y sabihondos, se echan al poco tiempo porque no dan resultados.

La espiral del resultado seguirá moviendo los bancos técnicos, decapitando prestigios, incinerando nombres. Los técnicos son traficantes de ilusiones, vendedores de fantasía, amigos del humo. Ellos son los paganinis de la vorágine comercial del resultado. Y cuándo se irán los dirigentes, cuándo espiarán sus culpas quienes se equivocan en las elecciones, los que juegan con la ilusión de la gente.

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