Vender parte de Ecopetrol… ¡y venderla ya!

Mauricio Botero Caicedo
14 de abril de 2019 - 05:00 a. m.

Contrario al discurso de la izquierda y de los dinosaurios, los recursos naturales ya no son los que producen más crecimiento. Mientras en 1960 las materias primas constituían el 30 % del producto bruto mundial, en esta década representan apenas el 3 %. El grueso de la economía mundial está en el sector de servicios, que representa casi el 70 %, y el sector industrial, que representa el 28 % del PIB mundial. Los colombianos tenemos que entender que tener recursos naturales no solo no genera riqueza, ni es garantía de éxito, sino que, muy al contrario, las materias primas pueden llegar a convertirse en una condena al fracaso.

Hace varios meses, el presidente de Fasecolda, Jorge Humberto Botero, le había propuesto al Gobierno la venta de un porcentaje de Ecopetrol para invertir entre $130 billones y $160 billones en la consolidación de la infraestructura y que los recursos de dicha venta no deberían ir al presupuesto, sino que se mantendrían en un fondo en el exterior para financiar la infraestructura. Son los países que les han apostado a la infraestructura, la educación, la tecnología y la ciencia, no a los recursos naturales, los más prósperos del mundo.

¿Por qué vender parte de Ecopetrol y financiar la infraestructura? El pretender que vamos a aumentar nuestra oferta exportadora o reemplazar las importaciones de comida, sin llevar a cabo un enorme esfuerzo en adecuar nuestra infraestructura vial, es una quimera. Los empresarios, por medio de un documento preparado por el Consejo Gremial, consideran que los recursos producto de la venta de parte de Ecopetrol deben ser utilizados para financiar la construcción de infraestructura física de carácter estratégico para el país. El documento argumenta que en el fondo es una recomposición del activo público desde una actividad en el sector de hidrocarburos, que no es de carácter estratégico, ni consulta las necesidades de largo plazo de la nación, hacia otro sector que supone la ampliación de la capacidad productiva del país, en aras de potenciar el desarrollo y el crecimiento económico hacia el futuro. Hace unas semanas, el conocido experto en movilidad José Clopatofsky hizo una radiografía de nuestra infraestructura vial: “Pero resulta que el país, si bien está comunicado por kilómetros de vías terciarias, la mayoría solo tiene un piso afirmado y las demás están en tierra donde se resbalan camiones desechados por el pavimento y la gente se mueve en buses camarote sentada en sus bultos de carga… Un reporte del 2015, que no debe haber crecido mayormente, indicaba que la red total de carreteras era de 206.727 kilómetros, de los cuales 19.306 son de la red primaria, 45.137 corresponden a la secundaria y 142.284 son las terciarias, el 70 % de la ‘malla’ vial nacional. Tampoco debe haber crecido mucho el número de puentes —suman y restan los nuevos y los caídos—, que para esa misma época estaba tasado en 5.097. El mantenimiento de las carreteras terciarias lo deben hacer los municipios, pero este tema ha sido un nido de contratos a dedo, de malas obras cuando algo hacen y hay centavos de presupuesto, y se ejecuta sin saber dónde ni cómo, pues apenas 40 de los 1.101 que hay tienen un censo real y actual de sus vías de comunicación. De estos caminos de la pobreza —100.748 kilómetros— que deben transportar riqueza, solo un 6 % tiene pavimento, el 70 % un afirmado y el 24 % son pura tierra y barro”.

 

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