A mano alzada

Viaje al oeste

Fernando Barbosa
26 de abril de 2018 - 06:40 a. m.

El mundo gira hacia el oriente, pero excepcionalmente lo ha hecho al revés. Hace cinco siglos, cuando se descubrió América, el rumbo, que era marcado hacia el este, tomó la dirección opuesta, se desplomó el conocimiento antiguo, surgió el Renacimiento y circuló un nuevo aire que ahora parece estar agotándose.

Desde el siglo XIX se ha venido hablando del siglo de Asia o, más recientemente, del Pacífico. Pero los conflictos, en particular, han obstruido el paso: la guerra entre China y Japón, la de Japón y Rusia, la Primera y la Segunda Guerra Mundial, la de Corea, la de Vietnam. Si bien en la segunda mitad del siglo XX la presión disminuyó de manera notable, los peligros no han desaparecido. Están vigentes las disputas territoriales entre Rusia, China, Corea, Japón, Filipinas, Vietnam y Taiwán. Sin embargo, existe otro terreno movedizo que rodea al comercio y que envuelve a los grandes intereses económicos de la región: China, Japón y los Estados Unidos.

El TPP, o Acuerdo Transpacífico, marchaba con firmeza hasta que Washington resolvió abandonarlo. A pesar de este golpe contundente, el TPP logró sobrevivir con los 11 miembros que quedaron y dentro de los cuales Japón resalta como la economía mayor. Lo notable es que China no hace parte de este mecanismo, mientras que es figura de la propuesta alternativa, el RECP —Regional Comprehensive Economic Partnership— que excluye a Estados Unidos. Lo que pretende este tejemaneje es definir las fuerzas regionales. Una encabezada por una nueva ruta, la de China, y la otra bajo las banderas del capitalismo occidental. Esto hace evidente el error de Trump de abandonar el barco y hace comprensible su reciente rectificación que parece conducir a un regreso al acuerdo.

Más importante que lo anterior es la iniciativa del cinturón y la ruta (CyR) en la que el gobierno chino tiene puesta toda su energía y determinación. Se trata de unir Asia, África y Europa, animados por la estela de las viejas rutas de la seda que tanto influyeron en el desarrollo del mundo. Pero hay más. Japón está promoviendo su concepto del Indo-Pacífico libre y abierto que Abe presentó en 2007 en India cuando se refirió a la “confluencia de dos océanos”. La propuesta ha ido madurando y ya se le han sumado Australia y Estados Unidos.

Y el panorama lo completa el África. El pasado 29 de marzo, 44 países firmaron el African Continental Free Trade Agreement (Afcfta). Está por verse cómo progresará. Pero es indudable que se trata de una manifestación política en favor del libre comercio y de la integración económica. Como en la famosa novela china del siglo XVI, el mundo viaja al oeste. Y mientras esto ocurre, parece que nosotros hubiéramos arriado las velas y no supiéramos hacia dónde ir.

 

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