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Vientos cruzados

Weildler Guerra
10 de octubre de 2020 - 03:00 a. m.

Al igual que otros países, Colombia se ha propuesto emprender un proceso de transición energética sustituyendo gradualmente el uso de los combustibles fósiles por fuentes de energía más limpias como lo son la eólica, la solar y la geotérmica. No todas las regiones del país reúnen las condiciones físicas necesarias para emplazar estas nuevas formas de generación, como son la luminosidad solar o los tipos de vientos requeridos. Una de sus regiones más pobres sí las tiene, La Guajira, un territorio en el que habitan cerca de 400.000 indígenas wayuu y que presenta indicadores sociales dramáticos en materia de pobreza, acceso a energía en sus zonas rurales y analfabetismo.

En agosto pasado la Procuraduría planteó suspender ciertos proyectos eólicos en La Guajira por no involucrar a las comunidades wayuu debido a que se vulneraron los derechos de algunos grupos familiares a ser incluidos en las consultas. Estas comunidades requieren más información acerca de sus derechos y de los impactos causados por los parques de generación y su correspondiente red de transmisión. Algunas familias indígenas están desorientadas en relación con el tipo de beneficios que podrían recibir por el uso de su suelo y acerca del tipo de compensaciones que se derivarían de los efectos no deseados que estos proyectos causarán en su territorio, en el paisaje, en su economía y en el bienestar de este pueblo indígena.

Los resguardos indígenas, como el de la Alta y Media Guajira, no son baldíos nacionales. Son territorios de propiedad colectiva que tienen el carácter de inalienables. A los indígenas se les pide un sacrificio por el interés de la nación. Históricamente este sacrificio no ha sido recíproco. Es justo aclarar que estos proyectos no generarán regalías, ni por sus características tecnológicas tendrán un impacto permanente en el empleo de la población local. Siendo sinceros, los parques que tanto necesita el país serán enclaves tecnológicos y económicos en un territorio indígena y no se articularán con la economía local.

Las consultas previas son frecuentemente consideradas como simples trámites engorrosos para obtener la licencia ambiental deseada. La idea de algunas empresas de incurrir en el mínimo costo posible para obtener las mayores utilidades económicas puede ser vista a corto plazo como una decisión contable beneficiosa, pero tendrá un alto costo a largo plazo en la estabilidad social de los proyectos. Sin embargo, existe también la posibilidad de hacer lo máximo posible y no lo mínimo necesario. Es conveniente convertir las consultas en diálogos horizontales y creativos acerca de los derechos involucrados. Es posible incluir las visiones de los indígenas acerca del sentido del paisaje y del significado del territorio wayuu. Este se encuentra habitado por humanos y por seres no humanos que son considerados por aquellos como personas y no como extraños naturales.

En la cosmología wayuu los vientos son seres plurales y tienen temperamentos distintos: jepirachi es un viento del nordeste protector y amoroso; joutai, que viene del este, trae el hambre y la sequía; y jepiralujutu es considerado un viento falso y embaucador. ¿Al final con cual perfil de estos vientos se recordará a las empresas generadoras?

wilderguerra@gmail.com

 

Cristo(20676)10 de octubre de 2020 - 01:38 p. m.
El más aciago: jepiralojutu. Cristo García Tapia, Poeta
Distrito Federal(23024)10 de octubre de 2020 - 01:04 p. m.
Desde que usted escribió “La construcción social de la realidad”, esta no ha cambiado. Seguimos en manos de avezados ingenieros de obras y de finanzas que solo ven los territorios como despensas vacías de sociedades. Y si a estas empresas se les propone construir las obras como parte de las realidades ya construidas y soñadas por las comunidades, e incluso integrarlas a sus rentas, se desmayan
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