¿A volar parados?

Lo único que nos falta es que autoricen a la aerolínea Viva Colombia a que sus pasajeros viajen parados, para que los tiquetes cuesten menos y, claro, ellos ganen más. Se trata sin duda de un absurdo porque se congestionarían los pasillos de los aviones y porque es imposible guardar el equilibrio en los decolajes y en los aterrizajes, más aún cuando hay turbulencias y malos tiempos.

Quien eso propuso debió hacerlo a manera de chiste, pero esas bromas cuestan caro porque se está pretendiendo jugar con la integridad física de quienes, por unos pesos menos, estarían arriesgando su vida, pues una cosa es transportarse en tierra y otra muy distinta a más de 30.000 pies de altura y a velocidades que pueden llegar a los 800 kilómetros por hora.

¿Será que la línea aérea de marras, para cumplir con su suicida idea, piensa quitar las sillas o parte de ellas para “acomodar” de pie a su clientela amarrándola no sé de dónde?

Creo que frente a este exabrupto ya se pronunció la Aeronáutica Civil y/o las autoridades competentes, condenando tan macabra iniciativa que habla, muy mal, de la línea aérea a la que más le importa exprimir la capacidad de sus aviones que el bienestar y la seguridad de sus pasajeros.

Y es que, no contentos con el irrespeto de obligar a la gente al suplicio de desplazarse cual sardinas en lata y sin equipaje, lanzan ahora el globo de que viajen como si fueran semovientes aunque estos ocupan más espacio.

El turismo merece respeto y esta propuesta es clara muestra de que hay quienes creen que todo se vale y que las leyes y demás disposiciones se pueden violar para poder volar.

La actitud de Viva Colombia —que podría llamarse mejor Muera Colombia— requiere que sus directivas ofrezcan disculpas a los millones de viajeros de este país, que fácilmente podrían caer en sus tentáculos multiplicándoles sus utilidades, pero pasando por encima de seres humanos —incluyendo niños— que no se merecen tal irresponsabilidad, que amerita incluso acciones penales por semejante ligereza.