¿Votar en blanco o votar por Petro?

Carlos Granés
08 de junio de 2018 - 02:00 a. m.

“Hay ganas de… no tener ganas”, decía César Vallejo, y eso que no tuvo que soportar una campaña presidencial colombiana. Es verdad que durante la primera vuelta de las elecciones hubo campo al optimismo y al entusiasmo. La segunda, en cambio, parte con un favorito indiscutible. Iván Duque obtuvo siete millones y medio de votos, que, sumados al otro millón largo que le endosó Vargas Lleras, dan casi nueve millones: más de lo que sacó Uribe en sus victorias electorales. Para frenar esa avalancha de votos, Petro necesitaría duplicar la votación que obtuvo en primera vuelta, y para eso tendría que captar cada uno de los votos de Fajardo. Pero ese trasvase total y absoluto es ilusorio. El centro, precisamente por serlo, se divide cuando no tiene candidato. Por ahí circula la gente que no se casa con un color o con un nombre; ahí se congrega el voto más libre. Y precisamente por ser el más libre, también es el voto más difícil de reconducir. Algunos votantes de Fajardo se irán hacia la derecha, otros hacia la izquierda, y es obvio que así sea.

Ahora bien, ¿qué opción es más deseable? Por las razones que ya han esgrimido prestigiosos columnistas, es mejor votar por quien llegue a la Presidencia más debilitado. Ambos, el petrismo y el uribismo, son corrientes autoritarias, personalistas y populistas, que con viento a favor se sienten autorizadas a saltarse la ley e imponerse a la brava. Se vienen arriba, como dirían en España. Por eso, lo menos malo es que el nuevo presidente esté muy controlado por las otras ramas del poder. Y en este caso, es Petro quien parte con la ventaja de estar en desventaja. Su poder en el Congreso no se compara con el del uribismo, que es fuerza mayoritaria y tiene al mismo Uribe como timonel y candidato a presidirlo. Dos presidencias, la del Ejecutivo y la del Legislativo, son una mezcla fabulosa para quien tiene ambición de poder, no para quien pretende vivir en una democracia.

Esa es una razón de peso para votar por Petro. Pero hay otra posibilidad: el voto en blanco. ¿Qué mensaje político se manda marcando esa casilla? No estoy de acuerdo con quienes dicen que se trataría de un voto encubierto o aséptico por el uribismo. Es verdad que esta alternativa le resta fricción a Duque. Pero tal y como quedaron los porcentajes de voto en la primera vuelta, me temo que la partida ya está jugada. Por eso la opción del voto en blanco cobra relevancia. Esta alternativa, lejos de avalar a Uribe, lo que está expresando es un rechazo en bloque al populismo y al extremismo que pretende gobernar desde las nubes o desde las cloacas. También es un mensaje directo a la coalición de centro. Esos votos le estarían diciendo a Compromiso Ciudadano, a la Alianza Verde y al Polo Democrático que deben seguir unidos. Que deben conjurar las fuerzas centrípetas que siembra la derrota. Que su sociedad debe seguir porque su electorado está ahí. Que su voz, en un escenario dominado por el uribismo, es más necesaria que nunca.

Yo aún no tengo claro qué haré. Pero la duda no se me presenta como un dilema porque ninguno de los dos caminos va a frenar al uribismo. La pregunta real es qué iniciativa, el voto a Petro o el voto en blanco, le puede restar ímpetu y triunfalismo a la presidencia de Duque.

Le puede interesar:

Le puede interesar:

 

 

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar