A votar para avanzar

Es fácil descalificar el paro nacional por la multiplicidad de puntos que sus líderes han incluido en la lista de exigencias. Quienes se les oponen —sea por ideología política, temperamento o interés personal— ciertamente han aprovechado la oportunidad. Pero, aunque es difícil imaginar que la mayor parte de quienes marcharon estén de acuerdo con todas y cada una de las exigencias, no se sigue que no haya puntos centrales compartidos por todos los manifestantes. Uno de ellos es la oposición a la política económica del Gobierno, cuyo componente central es la reforma tributaria que se aprobó en diciembre pese al paro.

Era de esperarse que el gobierno de Duque insistiera en sacar adelante este proyecto, y en las próximas elecciones el candidato presidencial de su partido tendrá que asumir las consecuencias de haberlo hecho: para bien o para mal, la presidencia de Duque será recordada como la que les recortó $9 billones de impuestos a las empresas en contra de la oposición popular. El electorado juzgará si eso le gusta o no.

A lo que no estamos acostumbrados —pero deberíamos cambiar ese hábito— es a pasarles cuenta de cobro a los congresistas que apoyan medidas que no representan los puntos de vista del electorado. ¿Cuántos de quienes marcharon no votaron en las elecciones legislativas pasadas? Todos ellos deberían votar en las próximas. Y de los que votaron, ¿cuántos saben si el partido, el representante y el senador por los que votaron apoyaron la reforma tributaria? Los que no saben deberían enterarse. La única manera de acostumbrar a los políticos a que representen los intereses populares es no reeligiendo a los que se dejan comprar por las prebendas que reparte el Ejecutivo. Un voto por la reforma tributaria era un voto en contra del paro: así de sencillo. Dejar de elegir congresistas que venden su voto es mejor que cacerolear o que bajarles el sueldo.

Twitter: @luiscrh