Voto por una propuesta balanceada

Gonzalo Hernández
22 de mayo de 2018 - 03:05 a. m.

Espero que el domingo sean derrotadas las encuestas, y que el resultado muestre una distribución de votos equilibrada, con un centro más fuerte y con influencia en el próximo gobierno.

Ni la concentración ni la polarización son sanas para la democracia. No puede confundirse gobernabilidad con un escenario de fragilidad del sistema de pesos y contrapesos de la democracia, y menos si el plan de gobierno del ejecutivo incluye la unificación de las altas cortes con una justificación vaga de simplicidad.  

Las encuestas ya cumplieron su propósito de entretener y animar la contienda electoral. Bueno, también de darles pistas a las campañas sobre el impacto de sus anuncios y publicidad en diferentes grupos poblacionales.

Es deseable ahora que se minimice el efecto de esas encuestas sobre las decisiones de los no encuestados, en especial si estas originan un efecto de rebaño que induce a votar por el puntero, y sustituyen la reflexión y la decisión informada.

Esta semana se puede respirar una bocanada de aire fresco, libre de encuestas, y votar el domingo por propuestas balanceadas, como las presentadas por De la Calle y por Fajardo.

Con el último debate económico presidencial confirmé que De la Calle y su equipo construyeron una excelente propuesta política y económica que balancea: (i) prioridades sociales claras –reducción de la pobreza y la desigualdad-, (ii) un diagnóstico acertado de la vulnerabilidad macroeconómica de Colombia –por la dependencia en el sector petrolero-, (iii) responsabilidad fiscal con impuestos progresivos y (iv) respeto a la institucionalidad para lograr las transformaciones necesarias a ritmos que no desbarajusten el Estado.  

Al comienzo del debate, De la Calle manifestó: “¡primero los pobres!”, con convicción fuerte, sin temor a las descalificaciones que provienen de la polarización, y consciente de que es una frase que debe sacudir mucho más a nuestra Colombia indiferente -con su tejido y su solidaridad social desgarrados. Luego, con calma, fue construyendo una red de argumentos concretos, mientras capoteaba la intermitencia obligada por el contrarreloj de los debates. No cayó en las tentaciones de los lugares comunes, el populismo o el tono mesiánico. Los demás sí.

Habló de crecimiento económico y de la importancia de transitar a una economía más diversificada, de forma paulatina y sin afanes que pueden fracturar al país. Y en este punto explicó que los acuerdos de paz crean un punto de partida para que esa diversificación pueda darse en el futuro, a través de la agroindustria y el turismo. Tiene razón. Las amenazas a los acuerdos son amenazas al desarrollo económico.    

En el tema de política fiscal -el instrumento de política económica más cercano a un presidente-, afirmó que es inaceptable que el coeficiente de Gini sea prácticamente el mismo antes y después de impuestos. Es decir, nuestra política tributaria es inefectiva para atender el problema social más importante del país: la desigualdad. Defendió el gasto público social financiado con impuestos más progresivos. Dijo que permitiría la reducción de la carga tributaria de las empresas, con el fin de incentivar el sector productivo, pero aclaró que las personas naturales más ricas deben pagar más impuestos. Así, no se viola el principio de sostenibilidad fiscal. 

El país necesita un gobierno capaz de equilibrar asuntos que pueden entrar en contradicción, sin resbalarse y caer en discursos que causan una polarización costosa para la reconciliación y para los más pobres. Al mismo tiempo, ese gobierno debe ofrecer una alternativa decidida al poder tradicional, para avanzar en la lucha contra la exclusión social y la falta de oportunidades de desarrollo que enfrentan millones de colombianos. Para la primera vuelta: De la Calle.

Profesor asociado de Economía y director de Investigación de la Pontificia Universidad Javeriana (http://www.javeriana.edu.co/blogs/gonzalohernandez/)

 

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