Notas de buhardilla

Voz de esperanza

Ramiro Bejarano Guzmán
27 de diciembre de 2020 - 03:00 a. m.

Son innumerables las ocasiones en que he opinado sobre el papel de la Iglesia católica y de ciertos pastores. Cuando coincido con el papa o con alguno de los obispos, lo cual no suelo hacer con frecuencia, me censuran algunos de mis supuestos lectores que viven al acecho de enrostrarme contradicciones. Claro, son peores los insultos cuando cuestiono a algún cura, pues aparece uno que otro canalla de esos que disparan desde portales uribistas camuflados en el anonimato de nombres falsos con los que agreden y calumnian.

Aunque mis creencias estén bien distantes del Evangelio, es imposible desconocer la notable influencia que ejercen la Iglesia y sus prelados, para bien y para mal. Este es un país de raigambre religiosa, lo cual es una desgracia para quienes creemos en el efecto civilizador del laicismo. Pero nos toca vivir así y por eso lo que digan los mandamases de la Iglesia trasciende, aunque no todo sea necesariamente bueno ni inteligente. Hay ocasiones en que esa Iglesia se extravía de sus responsabilidades, sobre todo cuando se pone al servicio de los perfumados o cierra los ojos frente a sus propias injusticias.

Digo todo esto porque las sesudas declaraciones del arzobispo de Bogotá, monseñor Luis José Rueda Aparicio, además de ser de un gran valor civil, vaticinan que soplan otros vientos.

No puede pasar inadvertido que un jerarca católico se haya atrevido a opinar que es necesario solucionar el problema de la propiedad rural para redistribuirla y mejorar las condiciones de inmensos sectores de la sociedad. Esa debe ser la Iglesia del futuro, que esté dispuesta a interpretar las nuevas realidades sociales. La clase política debería seguir el ejemplo, pues mientras siga dando vueltas sobre si el futuro candidato a la Presidencia será Fajardo, Petro, el que diga Uribe o cualquiera otro, continuarán deteriorándose las condiciones vivenciales de la mayoría de compatriotas y no va a recuperar la credibilidad que merecidamente ha venido perdiendo todos estos años.

Monseñor Rueda ha dado en la clave de los grandes males. Hay que volcar los esfuerzos para reformar el mapa rural. Eso no va a pasar con el subpresidente Duque ni con el Centro Democrático, tampoco con los caducos partidos Liberal y Conservador, ni por lo pronto, para ser exactos, con nadie que se esté moviendo en el cada vez más complejo espectro político. Es saludable que el máximo portavoz católico se haya atrevido con esto de la propiedad rural que es lo que desvela a los terratenientes, los mismos que se oponen con fiereza a implementar el Acuerdo de Paz.

Obviamente, cuando la rancia ultraderecha —que se ha apoderado no solo del Gobierno sino de todo, incluyendo influyentes medios de comunicación y hasta de una que otra pluma— caiga en la cuenta de lo que dijo monseñor Rueda, lo van a devorar y lo tildarán de guerrillero, castrochavista, hereje, masón, vándalo y enemigo público. De eso ya ha padecido, por ejemplo, monseñor Darío Monsalve, el arzobispo de Cali, a quien le han llovido blasfemias del decadente y corrupto momierío caleño que no soporta a un cura que hable claro y no ande metido defendiendo la pedofilia sacerdotal. A propósito, también sobre eso monseñor Rueda dio unas declaraciones en Caracol TV, completamente opuestas a las expresiones cómplices del cardenal Rubén Salazar, prometiendo que las faltas cometidas por clérigos abusadores sexuales no quedarán en la impunidad.

En cuanto a la JEP, también monseñor Rueda ha acertado. Hay mucha hipocresía de quienes la atacan, pidiendo su derogatoria o un referendo para excluir a los militares de su órbita. La ultraderecha, con Uribe y Duque a la cabeza, no quiere que los paramilitares sean oídos en la JEP, por las mismas razones que pretenden que los militares tampoco entreguen sus testimonios: saben mucho y de gente muy poderosa. Es urgente que se divulguen las declaraciones de varios oficiales del Ejército en la JEP, que han desnudado el horror de los falsos positivos y de esta guerra en la que insisten algunos insensatos. La Comisión de la Verdad tiene esa responsabilidad. No más audiencias reservadas.

Monseñor Rueda, no solo Dios está pendiente de lo que usted haga o deje de hacer. Amén.

Adenda. Daniel Palacios, de marrullero repartidor en la sombra de la “mermelada” oficial a lánguido ministro del Interior.

notasdebuhardilla@hotmail.com

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PEDRO(85266)30 de diciembre de 2020 - 06:59 p. m.
dio en el clavo, monseñor la tierra en manos de unas muy pocas manos con ejercitos privados, llamense aguilas negras, verdes y o camufladas.
María(12563)29 de diciembre de 2020 - 04:36 p. m.
Máxima voz de la Iglesia en el país pide reforma rural integral. ENTREVISTA Monseñor Luis José Rueda también habla sobre cómo será esta Navidad para la Iglesia católica. Por: Yamid Amat EL TIEMPO, 20 de diciembre 2020 , 12:00 a. m. https://www.eltiempo.com/vida/religion/maxima-voz-de-la-iglesia-en-el-pais-pide-reforma-rural-integral-555928
Fernando(8531)28 de diciembre de 2020 - 12:00 a. m.
Atina, de cabo a rabo, con la descripción del novel MinInt.
MANUEL(60099)27 de diciembre de 2020 - 10:46 p. m.
Todos sabemos que los negocios de la iglesia son los negocios: Poder, dinero, influencia política con el antifaz de que son enviados de dios con base en su teatro y retórica barata , Si fuera cierta su sensibilidad por los pobres los protegerían: dE QUIÉN SON LAS CLINICAS, DE QUIÉN LOS CEMENTERIOS, DE QUIÉN LAS FUNERARIAS, DE QUIÉN Las UNIVERSIDADES CONFESIONALES Y COLEGIOS CAROS, DE QUIEN ANCIANA
  • MANUEL(60099)27 de diciembre de 2020 - 10:49 p. m.
    NATOS, DE QUIÉN EDIFICIOS INMOBILIARIOS Y FIRMAS INMOBILIARIAS, TIERRAS, HACIENDAS INMENSAS. lAS IGLESIAS SON TIENDAS DE VENDER INDULGENCIAS, MISAS, BAUTISMOS, CONFIRMACIONES, MATRIMONIOS, MISAS DE DIFUNTOS,ETC... un negocito muy bien montado.
Alberto(3788)27 de diciembre de 2020 - 10:30 p. m.
Totalmente de acuerdo, excelente columna. Qué bien por Monseñor Luis José Rueda Aparicio.
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