El país de las maravillas

Y el barco hundiéndose…

Mario Morales
06 de junio de 2018 - 09:00 a. m.

Tras la resaca de la primera vuelta, el antiácido menos efervescente para recuperar el ánimo parecía ser el voto en blanco. Pero la indecente cascada de adhesiones de lo menos granado de la clase política a la campaña de Iván Duque, ya contaminada de origen, deja sin alternativa a los “sin partido”.

No. El país no es ese caldo de anzuelos de alianzas, apellidos y prontuarios que se mezclan sin ton ni son como en los cocteles baratos. Tampoco es esa pretendida ciudadanía que, como el avestruz, esgrime sus escrúpulos para seguir pasando de agache.

La abstención y el voto en blanco también necesitan una plataforma ideológica que los haga viables, visibles e influyentes, y no sean el comodín inveterado de élites y politiqueros sabedores de su poca cauda, por su espíritu de procuración democrática.

Suma la desconfianza que produce la dupla uribista, con su carita de yo no fui y su aire genuino de pasarela para esconder tras la máscara de juventud y contemporización, como se dice desde las historias de Barba Azul y más recientemente en la comunicación política anglosajona, los esqueletos en el armario.

Tanta adhesión espontánea de tantos “prohombres” y tanta advertencia sobre la gratuidad de los apoyos no son más que “chispitas mariposa”, para utilizar el ingenuo lenguaje del cándido candidato, convertido de la noche a la mañana en una suerte de criatura de Frankenstein criollo, diseñado, esta vez, para no volverse contra su creador.

El riesgo, implícito en la metáfora, comenzará cuando esos cadáveres políticos que ahora le dan aliento quieran cobrar vida propia y pasen factura por ventanilla por sus repentinos aires nacionalistas, sus leyendas apocalípticas y sus coros afectados de salve usted la patria.

No es posible pensar en un futuro digno al son de las cuerdas de ese desafinado cuarteto uribe-gavirio-pastrano-samperista, que le canta, en bajo, al rencor y a la venganza, mientras nosotros, tan dignos y tan coherentes, seguimos tocando a rebato mientras el barco se hunde en el pasado.

www.mariomorales.info y @marioemorales

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