Y se fue la corona

Marcos Peckel
25 de marzo de 2020 - 02:03 a. m.

Como acaeció tras grandes terremotos, incendios o bombardeos que destruyeron ciudades enteras,  estas fueron reconstruidas, rediseñadas y en la medida de lo posible blindadas contra lo que causó su destrucción.  De la misma manera  el mundo  deberá ser restaurado cuando pase la pandemia del coronavirus que  sin  causar destrucción física,  deja desbarajustados  por decir lo menos,  los modelos  social, económico, político, laboral, urbano, geopolítico e internacional.

Las fronteras nacionales se erigen en muros, caen los experimentos integracionistas como la Unión Europea y  cada Estado vela  por sí mismo sin mayor interés  por  lo que  ocurre con  su  vecino. Italia y España  se hunden en la  Pandemia mientras que el  resto de Europa mira para sus propios adentros. Situación similar ocurre en Norteamérica mientras que América Latina que nunca fue un bloque unido menos lo será ahora.  La gobernanza global, los objetivos del milenio  y el cambio  climático lucharán por su lugar en  la agenda posvirus sin certeza que prevalecerán.  

La economía  globalizada  es ya   víctima  del microbio. Rotas las cadenas de suministro que hacían uso de las ventajas competitivas de cada Estado, ya sea mano de obra barata o calificada, recursos naturales, infraestructura o  legislación para  fabricar productos  al menor costo y lo mas pronto posible, surgirá otro modelo de producción fronteras adentro con sus pros y contras. Sin embargo, mientras que occidente se  fractura y encierra en sus nacionalismos, China, el gran beneficiario de la globalización, aprovechará para  incrementar  su influencia  en  los espacios que occidente abandona.

El mercado laboral y el empleo están sufriendo lo indecible y las ordenanzas gubernamentales que buscan evitar el  despido masivo de empleados no lo podrán evitar por simple matemáticas;  No habrá con qué pagar pues  la demanda de productos y servicios previa al virus no volverá.

Los gobiernos  adquieren un protagonismo inusitado   pues  de ellos depende  como se  supere   la crisis del coronavirus.  Las calles se silenciaron  Independiente de si son dictaduras o democracias  lo que en  últimas los juzgará será su aptitud o ineptitud. Irán e Italia están comparten del deshonroso  lado de la ineptitud  mientras que Singapur y Corea del Sur el  lado de los que han podido. Los primeros dictaduras, los segundos democracias.  

Los espacios comunes en las ciudades  ya no serán lo que  han sido. La aglomeración de gente en  conciertos,  parques,  ferias,  transporte público, oficinas, mercados,  playas, serán  evitados  por años tras el paso de la corona y su secuela aislacionista. Los aviones, pioneros de la globalización,   tendrán que repensarse, quizás convirtiendo  la totalidad de  sus cabinas  en clase ejecutiva.

Inciertas  las  trasformaciones  que  experimentará   la sociedad en general.   ¿Cambiarán las prioridades una vez la tormenta desaparezca?, ¿mantendrá la profesión médica el respeto que esta ganando?,  ¿la farándula, deportistas y presentadores seguirán devengando millones?, ¿habrá menos  o más desigualdad?, ¿el mundo que emerge será más amable o más hostil?. Se irá la corona y lo sabremos mucho después.     

 

 

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