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Ya en ese entonces las manzanas estaban podridas

Nicolás Rodríguez
12 de septiembre de 2020 - 05:00 a. m.

Un artículo dedicado a la reforma de la Policía informa sobre encuestas de opinión en las que la institución siempre sale mal librada. Entre otros delitos, se le acusa de violencia desmedida, corrupción, ineficiencia, atracos, amenazas y complicidades con el crimen organizado.

El texto fue escrito por el sociólogo Álvaro Camacho en 1993. Ya en ese entonces las manzanas estaban podridas.

Salvo por uno que otro cursillo sobre derechos humanos, no hubo reforma de fondo. La doctrina de la seguridad nacional fue reformulada y nunca hubo un ajuste de cuentas. Los tiempos han cambiado y una que otra modernización (“armas no letales”) le abrió la puerta al ejercicio de nuevas formas de seguridad. Sin embargo, seguimos atados a la narrativa del enemigo interno.

Terminada la guerra con las Farc-Ep, con todo y lo que falta por implementar del Acuerdo, las fuerzas del orden ciudadano no hicieron parte de las conversaciones y lo que requería un cambio urgente. A falta de amenaza comunista creíble y generalizada, persiste su contraparte. Reacción sin acción. Y ello, al nivel más cotidiano.

Más allá de la protesta ciudadana y su rabia ante la violencia policiva, en el día a día la policía hace un uso desmedido de la fuerza ante cualquier provocación y de manera completamente impune. Lo ocurrido en Bogotá antes del COVID-19 es solo un ejemplo, reiterado por estos días.

No hubo reforma a la policía en la generación anterior, no se habló de reforma tras el Acuerdo de Paz de La Habana y no habrá reforma en el futuro inmediato. El presidente Iván Duque y su parte de solidaridad y espíritu de cuerpo con la institución tampoco son motivo de esperanza.

Anclada en una guerra antisubversiva, la policía no reconoce ciudadanos. Ante desmanes de la ciudadanía como los de la noche del miércoles en Bogotá, falsas equivalencias legitiman el ejercicio oficial de una violencia vengativa e irrespetuosa de cualquier definición de los derechos humanos.

 

Atenas(06773)12 de septiembre de 2020 - 01:22 p. m.
Sencillo expediente es darle piedra a una institucion q' de siempre ha estado en el ojo del huracan de nuestra convulsa sociedad. Todas las formas de violencia contra ella tiran despiadamente y caen como moscas nuestros agentes sin q' nadie, con similar dolor al de "las protestas sociales", les diga un adios. Y de remate todos los adalides de "las luchas sociales" los ponen de cebo. No hay caso.
  • Jorge(60101)12 de septiembre de 2020 - 11:21 p. m.
    Lo de tirarle piedra a la institución se soluciona fácil, que la policía no atropelle a los ciudadanos y dejen de comportarse como una pandilla y así los ciudadanos la respetaremos y acataremos su autoridad. No esperes respeto de nadie si no respetas a nadie.
Fairta(73676)12 de septiembre de 2020 - 09:26 a. m.
La policía tiene la obligación de recuperar la confianza ciudadana. En mi niñez el policía de la esquina era conocido y respetado por todos. Eso se acabó dessde el 9 de abril cuando la policía fué desmantelada y perseguida por el gobierno. Se convirtió en un apendice del ejérciti, se recrudeció la violencia y han pasado 72 años y aún la seguimos padeciendo
  • Usuario(51538)12 de septiembre de 2020 - 02:17 p. m.
    Chato, ya he visto su comentario repetido en otras columnas, y por lo demás falta a la verdad. La policía nunca fue ni desmantelada ni perseguida durante el gobierno conservador de Laureano Gómez, un criminal empedernido, sino que fue alentada y patrocinada para cometer los actos más bárbaros y execrables contra los liberales, todo ello cobijado con un manto de impunidad hasta el día de hoy.
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