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Yemen y Bahréin: a otro precio

Marcos Peckel
16 de febrero de 2011 - 03:00 a. m.

Depuesto Mubarak y con Egipto en las manos firmes y seguras del Ejército dirigiendo un largo e incierto periodo de transición hacia una ansiada democracia, el foco de Oriente Medio se mueve a otros países que han sido testigos de manifestaciones masivas en los últimos días contra sus regímenes, principalmente Yemen y la isla de Bahréin.

Estos dos países ubicados en el golfo pérsico tienen una desproporcionada importancia geopolítica por su sensitiva ubicación geográfica, sus conflictos internos, su cercanía a los pozos petroleros sauditas y de los Emiratos y la fragilidad institucional de sus longevos regímenes.

Yemen, ubicado al sur de la Península Arábiga, con 25 millones de habitantes, es un cuasi-Estado fallido, regido los últimos 32 años por Ali Abdula Saleh, es el país más pobre de la región, con una analfabetismo cercano al 50% y grave escasez de agua. Saleh ha enfrentado durante su gobierno el  movimiento secesionista en el sur —que había sido un país independiente hasta la reunificación en 1990—, una rebelión chiita en el norte sofocada con ayuda de la Fuerza Aérea saudita, la presencia de Al Qaeda y grupos yihadistas que encuentran en este montañoso país un lugar de refugio.

Fue en Yemen  donde un atentado de Al Qaeda contra el destructor americano Cole dejo 17 muertos en 2000. Desde Septiembre 11, el presidente Saleh has estrechado  las relaciones con EE.UU., como participante crítico en la guerra contra el terrorismo.

A raíz de las recientes manifestaciones, Saleh anunció que no será candidato en las elecciones programadas para 2013, ni será sucedido por su hijo. Una desestabilización de Yemen, producto de una caída del régimen tendría graves y serias consecuencias, sería una amenaza par Arabia Saudita y para el flujo de petróleo desde la región.

Bahréin, azotado también por manifestaciones masivas, es una pequeña y muy próspera isla, ubicada entre Arabia Saudita, Omán e Irán, con una población de apenas 800 mil habitantes, de los cuales el 70%  profesa el Islam chiita, que ha estado históricamente marginada del poder económico, político y militar, en manos de la dinastía sunita de Al-Jalifa, en el poder desde 1783. Este conflicto chiita-sunita en la isla es parte del épico enfrentamiento regional entre Irán y Arabia Saudita, que apoyan a las facciones en contienda, enfrentamiento que también ha trascendido a Irak, Líbano y los territorios palestinos. Bahréin es además base de la V flota americana y uno de las sociedades más liberales en la región.

En Bahréin y Yemen es tanto lo que está en juego que la carta americana y de Occidente es, contrario al caso de Egipto, mantener los actuales regímenes, cueste lo que cueste.

 

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