“Yo vine porque quise”

Lorenzo Madrigal
11 de junio de 2018 - 02:00 a. m.

Con la ingenuidad de otros tiempos, llega Antanas Mockus, acompañado de otros transfuguistas, a vincularse a la campaña de Gustavo Petro. Parecía canturrear aquel “yo vine porque quise, a mí no me pagaron…”, del final de campaña del 2010. Ridiculez que le costó la elección.

Junto a él ha llegado Claudia López, huyendo de la debacle de su candidato, el desperdiciado Sergio Fajardo, para así mismo formalizar su entrega al campo de su adversario de hace muy pocos días. Del mismo de quien denostaba y a quien exigía mostrar su declaración de renta como prueba anticorrupción.

Entre los juegos infantiles de Mockus, salieron a relucir unas tablas de la ley y el profesor, cada vez más parecido a Moisés, le ha revelado al antiguo guerrillero sus deberes sobre la vida —que es sagrada— y otras obligaciones como la de no expropiar y respetar las leyes. Un mármol de normas labradas, de aquellas que los gobernantes reciben y luego hacen trizas. Petro repetía con la sumisión fingida de un contrayente enamorado, sin dejar su voz arrogante, similar a la de Chávez o Maduro, que no le va con el físico.

Quienes creen aportar a la autodenominada “Colombia humana” tendrán mejor suerte si Petro pierde la elección. Así nadie les cobrará haber contribuido a la inclusión del país en el bloque socialista del Caribe. La izquierda les quedará eternamente agradecida y los contará para siempre entre los suyos.

Algunos que se han ido con Petro, empujados por un odio personal y político hacia Álvaro Uribe, a quien han pretendido fujimorizar desde hace rato y a quien recibieron en el Congreso con insultos soeces, se han inscrito en una tal posición desde la cual mal pueden denunciar la corrupción de los demás.

***

Terminó “Garzón”. Aunque castigada por rating , seguí hasta el final la serie de Sergio Cabrera, en la que a la buena arquitectura dramática se sumó la estupenda actuación del elenco, destacándose la madre del comediante, la hijita adoptiva, los actores Aragón y Gutiérrez, identificación tan perfecta de Jaime que casi nos daña su recuerdo auténtico. Se justificó el “mea culpa” de su hermano Alfredo, Mariano en la comedia, por haber autorizado la serie, pues la vida familiar quedó expósita, el compromiso de Jaime en lo político sobrevalorado y su desparpajo con los altos poderes públicos en extremo novelesco. El cansancio me vencía cuando cada episodio era convertido en un amorío diferente y en un alcoholismo que no le conocimos.

La voz de Jorgito. No seguía La Voz Kids, pero en mi casa ya no me dejan escuchar más la pasmosa interpretación operática que este niño hizo del Ave María de Schubert. Se trata de un genio colombiano, a quien el público descocado le negó el primer lugar. Felicitaciones a él, a sus padres y a Fanny Lu.

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