Zonificación ambiental participativa: herramienta para construir paz

Juan Pablo Ruiz Soto
18 de junio de 2019 - 08:38 p. m.

Después de que The New York Times llamó la atención al Gobierno colombiano sobre la necesidad de poner mayor empeño en la construcción de la paz, todos debemos presionar, fortalecer los aspectos positivos y avanzar en el camino. El país debe retomar con fuerza la construcción de la paz. Este no es un tema de Gobierno y Farc; es un tema de país, donde todos ganamos o todos perdemos y, como dice la sentencia popular: “Si no cumplimos los acuerdos, todos estamos jodidos”.

La Reforma Rural Integral (RRI), tema central del Acuerdo de Paz y bastión fundamental para que esta sea estable y duradera, muestra gran atraso. Según el Acuerdo, su fin es generar territorios sostenibles —sin tocar la estructura de tenencia de la tierra— y titular a campesinos desposeídos.

Los lugares prioritarios de construcción de paz, donde con mayor fuerza se vivió el conflicto, son los 172 municipios seleccionados para implementar los Planes de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET). Estos coinciden con lugares de expansión de la frontera agropecuaria, cubiertos por ecosistemas naturales. El 87 % presenta alguna figura de protección, reserva forestal o parque natural. Diecisiete municipios tienen más del 50 % de su área total como área protegida e incluso ocho de ellos tienen el 100 % de su área bajo alguna figura de protección.

Esos ecosistemas naturales están sobre suelos frágiles, no aptos para el uso agropecuario tradicional. En Colombia —como ha sucedido desde la vieja Mesopotamia—, los primeros espacios ocupados y transformados fueron los que mejores condiciones presentaban para su uso, según las tecnologías disponibles: los valles interandinos del Cauca y Magdalena, y los suelos de origen volcánico en las cordilleras.

Los PDET presentan múltiples retos. El modelo ganadero predominante y socialmente apropiado no es viable. Hay que buscar alternativas productivas novedosas y sostenibles relacionadas con ecoturismo, turismo cultural, bioeconomía, café con sombra biodiversa, cacao y caucho en bosque, ganadería en sistemas silvopastoriles, maderables, frutas tropicales y otras alternativas de producción y uso sostenible.

En esta búsqueda, la Zonificación Ambiental Participativa (ZAP) —propuesta por el Centro de Estudios para la Paz (Cespaz)— parte de reconocer el conocimiento aportado por las comunidades locales para imaginar y ordenar su territorio. La ZAP parte del hecho de que no hay áreas de conservación vs. áreas de producción, sino áreas donde predomina la conservación que incluyen procesos productivos y áreas donde, si bien predomina la producción, es indispensable que exista conservación. Especialmente, es prioritario conservar y recuperar aquellas áreas relacionadas con la regulación hídrica (conservación y gestión de la estructura ecológica principal asociada al agua), pues el agua es condición para la vida y la sostenibilidad productiva de los territorios.

La zonificación y la titulación de tierras adelantada por el Gobierno Nacional tiene que considerar el propósito múltiple de todos los territorios. Reconocer y asegurar la función ecológica de la propiedad debe ser condición para mantener el título de propiedad. Las agencias del Estado deben dejar explícito, desde la escritura de titulación, cuáles son las condiciones de manejo para cada predio, de manera que aseguremos su función ecológica. Esto es conservar produciendo y producir conservando.

 

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