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“El próximo semestre será el de las grandes reformas”: representante Racero

El presidente de la Cámara habla de los primeros seis meses en el Congreso y del desempeño de la bancada de gobierno.

Juan Sebastián Lombo
09 de diciembre de 2022 - 12:50 a. m.
David Ricardo Racero Mayorca - Representante a la Cámara
David Ricardo Racero Mayorca - Representante a la Cámara
Foto: Mauricio Alvarado / El... - Mauricio Alvarado

El representante David Racero tuvo un desempeño reconocible en su primer paso por el Congreso (2018-2022). Por eso, en su segunda postulación, lideró la lista por Bogotá del Pacto Histórico y fue el escogido por el presidente Petro para ser el presidente de la Cámara, en un hecho poco común en los que las dos corporaciones del Congreso tienen una presidencia del mismo sector.

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Aunque a veces fue opacada la labor por el Senado, en esta ocasión la célula presidida por Racero ha sido escenario para discusiones aún más profundas que la de su corporación hermana. Fue allí que se rescató el servicio social para la paz y otros puntos que en Senado no tuvieron oportunidad. Por eso, cuando quedan apenas unos días para el cierre del primer semestre de sesiones del período 2022-2026, El Espectador habló con la cabeza de la Cámara sobre un primer balance y los retos que vienen para el primer semestre de 2023.

Ustedes acaban de llegar a ser poder. ¿Cuál es el balance del primer semestre?

Hemos sentado los pilares fundamentales del cambio y el próximo semestre serán las transformaciones sociales por las que queremos que nos recuerde el pueblo colombiano. Los pilares fueron la reforma tributaria, para generar la sostenibilidad para la inversión social que vamos a proyectar en los próximos cuatro años, y la paz total, que es el gran paraguas que nos va a permitir avanzar en lo que más podamos en los proceso de paz y sometimiento a la justicia. Hubo una apuesta profunda por la reconciliación política. En una confrontación tan polarizante, como fue la campaña, hemos trazado un mensaje fundamental de la necesidad de plantear un bien superior de país que nos permita dialogar con la oposición y generar puntos de encuentro para construir país.

Ya que menciona a la oposición, esta asegura que no hubo garantías y que no la escucharon...

En Cámara, la oposición ha dicho que más bien se le dieron todas las garantías del caso en términos generales. Como presidente digo que se acabaron las jugaditas, que nos habían acostumbrado a ellas en el pasado. No engavetamos ningún proyecto, sin importar cuál congresista lo pasó. Hemos garantizado la palabra. No hemos cercenado el micrófono. Nos hemos extendido en el debate hasta donde más pudimos para garantizar la democracia. Esa es la apuesta por el cambio: el respeto por la diferencia, la oposición y el pensamiento diferente. Una democracia fuerte es aquella que tiene una oposición fuerte. Otra cosa es que la oposición está perdida, no hay oposición política. Lo que invitamos es a que haya una oposición madura y que no caiga en el facilismo de la mentira y la falacia. Se preocupa más por el show mediático que una discusión seria de país.

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¿Por qué dice que no hay oposición?

Porque no hay confrontación de ideas claras. Nosotros supimos hacer oposición y sabemos de qué se trata. Nosotros confrontamos una visión de país con otra, ellos no lo han hecho. Por ejemplo, cuando ellos presentaban sus reformas tributarias, yo me preocupaba por presentar una ponencia alternativa con otro enfoque. Incluso estos enfoques fueron los que quedaron en la reforma actual siendo gobierno. Era una confrontación de modelo de país, y ahora no lo hay.

Hubo mucha agenda, pero la mayoría fueron proyectos de gobierno. ¿No descuidaron la agenda propia?

Creo que la agenda ha sido supremamente amplia y aquí hemos sacado proyectos de iniciativa parlamentaria. Digamos, estamos sacando adelante el proyecto para reducir en un mes el receso legislativo. Eso es de origen nuestro y ya se había hundido la legislatura pasada. En este momento ya tuvo su cuarto debate y va muy bien en sus tiempos. Creo que más que una prelación, es natural que un gobierno entrante venga con una catarata de proyectos. Pero en la Cámara hemos tenido un equilibrio en el momento de tramitar los distintos proyectos, sean de gobierno o Congreso.

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Por primera vez se ha visto que han cambiado muchos de los proyectos que llegan de Senado. ¿Por qué? ¿Cómo ha sido la relación con esta corporación?

La Cámara no es la hermana menor del Senado, y hemos sido un lugar prioritario para muchas de las discusiones. Debo decir que en Cámara fue que rescatamos el servicio social para la paz, que se había hundido en Senado, y así ha pasado con muchos proyectos. Antes era usual en los congresos pasados que se aprobara el mismo texto que llegaba de Senado, pero nosotros reconocemos el liderazgo de los representantes y estamos dando la discusión. Aunque, hay armonía con los senadores. Al fin y al cabo es un solo Congreso que quiere ser el congreso del cambio, pues se dio cuenta que la mayoría de los colombianos votó por este en las pasadas elecciones. Estamos haciendo esas discusiones agudas para responder a ese anhelo. Termino diciendo, no es de gratis que en las encuestas esté subiendo poco a poco la favorabilidad del Congreso, que bien caída siempre ha estado. A pesar de las desconfianzas, por fin están viendo que este Congreso legisla por fin para la gente.

¿Han pagado la novatada y han cometido errores por haber tenido una renovación de la Cámara muy alta?

Hay una curva de aprendizaje en la Cámara. El 70% son nuevos y por supuesto hay un costo de tiempo al inicio, pero lo importante es el contenido de lo que queda aprobado. Por ejemplo, en la tributaria queda la evidencia de la discusión tan profunda y madura que se tuvo. Podemos decir algo sin dudas y es que este Congreso es diferente, la Cámara es diferente. Estamos priorizando proyectos que antes no se priorizaban como los ambientales, los de mujer, de diversidad sexual y animalista. Esa es la muestra de un agenda social de cambio.

¿Qué proyectos destacaría de estos seis meses?

La reforma tributaria, que fue una discusión muy álgida; la paz total; el acuerdo de Escazú, que durante cuatro años estuvo olvidado en las sombras; y el de la reducción del tiempo de receso, que aún nos faltan cuatro debates.

¿Qué responde a los que dicen que tienen los mismos vicios y comportamientos de los anteriores congresos?

Ahí tendría que preguntarles a qué se refieren cuando lo que se ha aprobado es diferente a lo que se venía aprobando. La Cámara está haciendo un esfuerzo interno por modernizarse, generar transparencia, por reducir gastos innecesarios, tener más horas y días de trabajo -para quitar la concepción de que en el Congreso no se trabaja-. Lo que sí es cierto es que hay mucha expectativa por la idea de cambio. Fue una campaña mediada por eso. Tanto así que los que votaron por Rodolfo también pensaban en el cambio. Eso fue lo que nos arrojó la campaña. A nivel de país hay grandes ansias de cambio por frustraciones del pasado. Por supuesto ya estando en el Estado sabemos que los cambios no son de un día para otro, tienen sus ritmos y sus tiempos, y a veces el ciudadano no lo dimensiona. Pero en términos generales, según las encuestas, el optimismo va en aumento, pese a un escenario de tormenta económica del que no se tiene precedentes.

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¿Cómo calificar la acción de ustedes como Pacto Histórico en estos meses?

El Pacto Histórico ha estado a la altura de la agenda de cambio. Hemos tenido muchas dificultades y hasta errores, pero no podemos perder la coherencia, y en eso nos hemos blindado. Eso no quiere que no haya situaciones que no nos generan orgullo, pero lo hemos mejorado y hemos dado el debate público. No somos un proyecto que buscamos tapar nuestros errores bajo el tapete y por eso digo que el pueblo colombiano nos debe juzgar en que si somos o no capaces de transformar el país. Por ahora es muy temprano para hacer ese balance. El próximo semestre será el de las grandes reformas (salud, pensión, trabajo y educación), y si las sacamos adelante podremos decir que hemos hecho ese cambio histórico que hemos propuesto.

Hablando del próximo semestre, ya se comienza a decir que la situación económica puede comenzar a afectar la agenda del Gobierno en el Congreso, ¿están preparados?

Cada momento tiene su afán. Sabemos que las discusiones van a estar muy densas, porque también se viene el Plan Nacional de Desarrollo. El apoyo y la favorabilidad al Gobierno la tenemos que estar legitimando constantemente, y veo en el gobierno una preocupación sincera de no perder contacto con el ciudadano. La confianza debe refrendarse. Parte de los errores de los tradicionales es solo salir con el pueblo en el momento de las elecciones. Por eso está nuestra apuesta de los diálogos regionales vinculantes tiene la filosofía de que lo que decida el Estado debe estar en función de lo que determinan los ciudadanos. Nuestras reformas solo serán posibles si el pueblo acompaña el cambio. La agenda de cambio de nosotros va hasta donde determinen los colombianos.

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Usted menciona esa movilización social, pero, ¿la experiencia de las marchas de los 100 días no les sirvió de advertencia?

Las movilizaciones sociales son un derecho, sean en apoyo o en contra y debe dejarse expresar. Muchos consideramos que en el marco de una fotografía, que son los 100 días, se podría dar una expresión popular. Era legítimo hacerlo, pero hay que saber que los escenarios de movilización son diferentes en gobierno que en oposición. En ese sentido, la verdadera movilización ha sido la que se ha consolidado con los diálogos regionales vinculantes. Estamos llegando a casi 500.000 participantes. Eso para mí eso es la verdadera movilización social para construir un proyecto sostenible, no solo para las próximas elecciones sino en las próximas generaciones.

El presidente los regañó por la poca gente que salió en esas marchas, ¿vieron válida esa reclamación?

El papel del Pacto Histórico, contrario a los otros partidos de gobierno, va más allá de aprobar las reformas. No podemos perder en ningún momento el contacto con la ciudadanía. Lo que marca la diferencia es que nosotros somos una expresión popular. La gran mayoría de los que estamos en el pacto venimos de procesos sociales. Si hubo un llamado de atención fue para que no perdiéramos la conexión con la ciudadanía, que a veces es difícil no hacerlo cuando estamos encerrados cuatro días en el Congreso. Nos hemos planteado ser un gobierno popular y esa conexión se debe dar con el Pacto Histórico. Sobre eso fue la reflexión.

¿Cómo están los canales con el gobierno?

Hay comunicación constante. Pero aún así no perdemos nuestro espíritu crítico, nuestro sentido crítico y nuestra posibilidad de proponer. Hay una plena conciencia de que estamos trabajando de un proyecto compartido. Nos ha tocado la triple condición de sacar adelante una agenda legislativa, pensarnos la organización interna del Pacto Histórico y no perder el diálogo con la organización social y sus movimientos.

Algunos a voz baja ya están criticando al ministro Prada, ¿hay algo que mejorar en los canales?

No, lo que pasa es que no hay que tenerle miedo a las diferencias y confrontaciones. Eso es muy normal y natural que ocurran esos choques por esperar más de cada una de las partes. La curva de aprendizaje ya la tuvimos y el Pacto, con la bancada de gobierno, está liderando los cambios y eso es lo que reconoce el presidente.

Hay una queja desde hace años de que el Congreso se comporta como el notario del gobierno, ¿no se está comportando igual?

Miren que por posición del Congreso fue que se terminó aplazando la discusión del código electoral. Ese es un mensaje de que no tenemos carácter de notarios. Lo que sí es cierto es que somos un Congreso que tiene conciencia de esa agenda propuesta por el gobierno y sobre eso es que se está trabajando. Pero cuando el Congreso decide marcar una postura, lo hacemos. Hemos hecho debates de control política y la moción de censura.

En esa línea de mantener la independencia, ¿cómo se siente usted cuando le sacan trinos en gobiernos pasados criticando nombramientos de funcionarios y ahora están en esta administración?

Si sacan trinos del pasado es porque no los he borrado, ni los voy a borrar. Si el gobierno hace cosas que no me gustan, pues no voy a dejar de pensar lo que pienso. Para mí algunos nombramientos han sido lamentables. Lo que yo opinaba del nombramiento de Corso para la embajada de Cuba ahora lo pienso con su nombramiento en Paraguay. No he perdido la capacidad crítica y de pensar. En cuanto al punto de la carrera diplomática, yo espero que podamos llegar a profesionalizar la carrera diplomática y llegar al 50% de diplomáticos de carrera. El presidente anterior lo dejó en un 33% y nosotros podemos llegar a la meta de que sean la mitad. Aunque debo aclarar que valoro positivamente la mayoría de acciones que se han tomado en la política exterior y que demuestran el cambio con el gobierno anterior.

¿Cómo va la relación con los otros partidos de gobierno, sobre todo los tradicionales, que eran antagónicos a ustedes hace unos meses?

El problema no es sentarse a dialogar con personas con las que antes no te sentabas. El problema es si al sentarnos con ellos olvidamos de donde venimos y hacia donde vamos. Ese es el problema. Si vendemos un poco de nuestro ideario y brújula ética, sería problemático, pero aquí no ha ocurrido eso. Nos hemos sentado en un ejercicio de coalición política sobre una agenda de país y es a través de ella que hemos construido la agenda. Los que no se encuentren en esa agenda no tendrán otro trato que oposición. Es muy importante lo que hemos avanzando con ese mensaje de gobierno de construir con el diferente. Si Gustavo Petro pudo invitar a José Félix Lafaurie a ser un negociador en el proceso de paz, que era uno de sus mayores contradictores, por qué nosotros no podríamos sentarnos con los otros congresistas para llevar a cabo los pactos fundamentales del país.

Expertos y miembros de la coalición de gobierno dicen que esta es frágil y que no durará mucho, ¿lo piensa así?

Esta es una coalición que se refrenda en cada votación y discusión. Cada proyecto que se discute es un reto. Es diferente a otros escenarios cuando no importaba la discusión del proyecto sino otros acuerdos. Por eso acá tenemos es una coalición sobre la agenda de país. Es completamente sano para la democracia que sea así. No tenemos una bola de cristal para saber cuánto durará la coalición, pero seguiremos avanzando en la agenda de país que eligió el pueblo colombiano. Sobre esta es que trabajamos con los otros partidos. Si ponemos algo diferente, se acaba ese matrimonio.

¿No están cediendo mucho con los tradicionales? ¿La tributaria no fue una muestra de ello?

No, el corazón de la tributaria se mantuvo, que era lo importante y lo que nos iba a generar más recaudo. Claro que hay cambios en los articulados, es necesario o sino caeríamos en el notariado del Congreso. Lo importante es que las reformas han mantenido lo esencial de un nuevo modelo que vamos a construir.

Hay rumores de que usted termina la presidencia de la Cámara y se lanza a la alcaldía de Bogotá. ¿Es cierto?

Mi compromiso es con este primer año de presidencia sacar adelante la agenda de cambio y transformación, pero este es un proyecto colectivo y espero estar siempre en el lugar donde más pueda aportar. Es indiscutible que Bogotá es el segundo cargo de ejecución más importante de Colombia, después del presidente, y debe estar en manos de alguien que esté en sintonía con el proyecto nacional. Colaboraré en ello. Es de mi interés en hacer parte de ese equipo que consolidará una gran coalición en bogotá para recuperar la senda progresista y afín a ese modelo de cambio nacional. No podemos hablar de cambio verdadero si a nivel regional no se prioriza ese cambio.

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