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Por primera vez, excombatientes de la extinta guerrilla de las Farc reconocerán los daños y crímenes cometidos en contra del pueblo Korebaju, denominado en español como Coreguaje, cuyo nombre traduce “hijos de la tierra”. Lo harán en un espacio mediado por la Comisión de la Verdad y en él participarán delegados del pueblo indígena, como Silverio Ibáñez (del clan Pachabaju Tama) y Eduardo Bolaños (del clan Jñataki Pai), y exguerrilleros como Omaira Rojas y José Benito Cabrera, desmovilizados tras la firma del Acuerdo de Paz y que hoy, voluntariamente, expresaron su intención de visibilizar su responsabilidad por hechos como la masacre de San Luis, cometida el 25 de julio de 1997, en el municipio de Milán (Caquetá).
El espacio de reconocimiento, que ya contó con reuniones previas entre víctimas y victimarios, se enfocará en ese hecho, realizado en el resguardo de San Luis, uno de los varios en los que están ubicados los coreguajes, que se extienden sobre los ríos Orteguaza y Caquetá, de ese departamento, y en Puerto Leguízamo en el Putumayo.
Los coreguajes son un pueblo originario de la Amazonia, integraron la comisión que salvaguardó y revisó el capítulo étnico del Acuerdo de Paz, y están en riesgo de desaparición física, entre otras cosas por la fuerte violencia que no solo las Farc, sino también miembros del Ejército han ejercido en su contra durante los años más duros del conflicto.
Además de la masacre de San Luis, en la que las Farc asesinaron a siete líderes importantes de la comunidad, entre ellos al cacique, dos profesores y a un estudiante universitarios, hay datos de cerca de 65 víctimas de homicidio entre 1993 y 2009, según registros de la Comisión de la Verdad. También han sufrido desplazamiento por cuenta de la guerra y estigmatización por parte de la Fuerza Pública, y más recientemente, erradicación forzada y enfrentamientos con los uniformados por cuenta de la hoja de coca, una planta sagrada para lo coreguajes.
Sin embargo, los daños físicos son apenas una parte de la victimización ejercida sobre ellos. Como expresaron a este diario, uno de las consecuencias más fuertes ha sido irrumpir en contra de su espiritualidad y la desaparición de su cultura, bien inmaterial de los coreguajes que compone su identidad como pueblo indígena.
“Todos los homicidios desencadenados en esta época se mantuvieron en la impunidad. Sucesos motivados, no aclarados, ni investigados por el crecimiento acelerado de los grupos armados ilegales como las FARC-EP Bloque Sur, que solo buscaban su autoprotección y el control territorial dejando de lado e ignorando la estructura organizativa y el gobierno propio que existía y que existe en estos momentos. Y, hoy después de 24 años gracias al espacio generado por el proceso del Acuerdo de Paz, en la instancia establecida por la Comisión de Esclarecimiento de la Verdad, podemos visibilizar y expresar al mundo nuestra verdad para sanar”, manifestaron sus delegados en una rueda de prensa.
En este reconocimiento que se lleva a cabo en la ciudad de Florencia, Caquetá, los coreguajes decidieron dejar de guardar silencio, uno que les mantuvo sin contar contar ni denunciar los delitos cometidos en su contra por temor a sufrir más violencia y represalias. En este espacio, sus representantes hablarán sobre las afectaciones que la guerra ocasionó en sus vidas, en sus territorios, en su autonomía y en sus formas de autogobierno, mientras escuchan a los excombatientes de las Farc. “Chejapi ainesiname mai, kutuju bajurañu”, expresaron los coreguajes, que significa “Los hijos de la tierra hablamos para sanar”.