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“No puede sorprender que haya tensiones y desencuentros”: Patricia Muñoz Yi

La directora de posgrados en ciencia política de la Universidad Javeriana, explica las causas de la confrontación que pone nervioso al país entre el presidente Petro y su Gobierno, y las demás fuerzas políticas con capacidad de decisión pública, como el Congreso de la República. La personalidad del jefe de Estado incide, pero no es la única razón, sino que también influyen otras situaciones de fondo.

Cecilia Orozco Tascón
14 de abril de 2024 - 01:00 p. m.
La profesora Muñoz opina: "El presidente busca impactar actitudes opuestas, alterar el temperamento político y apelar a las emociones de los ciudadanos en la búsqueda de respaldo".
La profesora Muñoz opina: "El presidente busca impactar actitudes opuestas, alterar el temperamento político y apelar a las emociones de los ciudadanos en la búsqueda de respaldo".
Foto: El Espectador - GUSTAVO TORRIJOS

Las instituciones colombianas parecen haber entrado en conflicto permanente, el cual, en lugar de resolverse, se ahonda con el paso de este cuatrienio ¿Cuánta responsabilidad le cabe al presidente de la República -quien, sin duda, representa unas fuerzas políticas diferentes al poder político tradicional- en las confrontaciones entre Gobierno y Congreso?

El desencuentro de las instituciones que desemboca en la escasa efectividad de los procesos de articulación de las mismas se agrava por factores como la personalización de la política y la polarización que ponen la figura del presidente como protagonista central de la acción política. Se reduce así el papel institucional y se favorece la toma de decisiones individuales por encima de la construcción de acuerdos colectivos. En nuestro caso, la naturaleza del actual Gobierno es el principal foco de contradicción: en las relaciones entre el Ejecutivo y el Legislativo pesan (y están presentes) las tendencias tradicionales de gobiernos continuistas que, ante la llegada de una administración progresista, perciben rupturas que pueden conducir a la radicalización de algunos actores por la percepción de amenazas a intereses específicos.

Entonces, ¿se trataría de una situación de tensión entre intereses diferentes?

Ante la realidad a la que me refiero en la respuesta anterior, la llegada de un gobierno progresista con su necesidad de sacar adelante unas propuestas, pero bajo la resistencia al cambio por parte de algunos sectores sociales, y ante la permanencia de prácticas históricas que producen inmovilidad, no puede sorprender que haya tensiones y desencuentros institucionales.

Volviendo a la pregunta inicial, ¿el carácter temperamental del presidente, por calificar así su predisposición a discutir en caliente con sus contradictores, ¿ahonda la división o de cualquier manera esa división se presentaría por las diferencias ideológicas que subyacen en el conflicto político que vive hoy el país?

Las acciones de los gobernantes son producto de su personalidad, y también de su comportamiento estratégico. En el caso del presidente Petro, para algunos no se trata de una característica de su personalidad ni de que intente privilegiar la confrontación, sino que pretende reiterar sus convicciones. El escenario en que el mandatario se encuentra le impide desarrollar sus propuestas y es cuando se produce la confrontación. Sin embargo, no descarto que, de manera estratégica, también se hayan propiciado algunos escenarios de polarización desde el propio Gobierno.

El Congreso, a su vez, eligió para ser su presidente en el período que terminará el próximo 20 de julio, a un típico representante de las cuestionadas prácticas políticas tradicionales. En el juego de poderes y contrapoderes, y de estos dos estilos, ¿es legítimo que el senador Name le responda, desafiante, al jefe de Estado y que suspenda el trabajo legislativo como “castigo” al Gobierno?

Ese desencuentro institucional derivado de las razones mencionadas termina por abrirle camino a la llegada de una figura política, como cabeza del Senado, que defienda al Congreso de lo que algunos perciben como amenaza al poder legítimo otorgado por la Constitución, así como a los beneficios y privilegios acumulados en el tiempo, la capacidad de conservar las relaciones con actores económicos y sociales de quienes han recibido apoyos, y el poder que otorga la intervención de los legisladores en las decisiones sobre los grandes temas asociados a la salud, el sistema pensional y la educación. La tensión y las muestras de fuerza van escalando y se expresan en respuestas como la suspensión del trabajo en el Capitolio, que obstruye el trámite de los proyectos y cierra los espacios a la discusión.

Pero, ¿eso parte del juego entre poderes, o por obstruir en lugar de construir pasa a ser una práctica ilegítima?

Es simultáneamente una señal de fuerza del Congreso y una táctica para retrasar el debate de las reformas.

El presidente del Congreso, Iván Name, es un político poco conocido y desprestigiado debido a las indagaciones penales abiertas en su contra. No obstante, en provecho de su posición de vocero del Legislativo ha levantado una bandera que erosiona el poder central: la federalización o mayor autonomía de regiones y departamentos. ¿Esa propuesta es riesgosa, desarrollada en medio de la dura confrontación de poderes de hoy?

Hay muchas tareas pendientes en el propósito de incrementar los niveles de autonomía regional y de fortalecer los procesos de descentralización política administrativa y fiscal. No puede deslegitimarse esa aspiración ni la convocatoria a espacios de discusión, en las regiones, sobre este tema. Es una lástima que el ambiente para ese debate no sea el más adecuado.

Permítame insisto en la característica de personalidad del jefe de Estado que parece restarle valor a la persuasión política. Para usted, ¿se trata de un equívoco ejercicio del poder presidencial por desconocimiento de los límites constitucionales de ese poder?

Usted menciona un elemento importante: la personalidad del presidente Gustavo Petro. La capacidad y efectividad de los gobernantes resulta, como ya dije, de una combinación de personalidad y estrategia. De un lado, el actor político con sus competencias, temperamento y experiencia, y del otro, las decisiones estratégicas que adopte. El presidente ha privilegiado una comunicación directa y de confrontación que desconoce, en ocasiones, las formas, según algunos, con la intención de mantener unas bases populares y electorales importantes para el proyecto progresista. A lo anterior hay que sumarle el afán de un gobierno de cuatro años, comprometido con la realización de cambios muy hondos sobre problemáticas complejas y arraigadas en la sociedad. Creo que el presidente busca también impactar actitudes opuestas, alterar el temperamento político y apelar a las emociones de los ciudadanos en la búsqueda de un respaldo que le confiera legitimidad.

Pero en el terreno de los hechos, ¿cuánto inciden las respuestas reactivas del presidente frente a hechos como, ya dijimos, las votaciones en el Congreso?

Insisto en que las respuestas reactivas del presidente frente a algunas situaciones, en particular cuando no se favorecen sus propuestas, buscan mostrar a través de su discurso sus convicciones e interés en la realización de las grandes transformaciones para las que fue elegido, y las barreras que otros actores e instituciones le ponen para impedirlo. Si bien a los conflictos institucionales se les suman las respuestas reactivas del presidente y la dificultad para construir equipos en la búsqueda de consensos, también cuentan las acciones de otros actores que, con razones válidas o motivados por la conservación de privilegios, son opuestos a esos cambios.

Para un debate público con calidad, ¿es positivo, negativo o indiferente que -con sus mensajes en redes- el jefe de Estado ponga, al nivel de “contendor del presidente”, a cualquier periodista, comentarista o parlamentario que exprese opiniones diferentes a la suya?

Lo que hemos observado, en el escenario comunicativo, es la creación de espumas mediáticas orientadas al fortalecimiento de la capacidad de negociación por parte de diferentes actores. El presidente también ha propiciado escenarios de confrontación selectiva y de polarización. Por poner un caso, en el manejo de sus relaciones con el Congreso, los niveles de tensión han sido mayores que con otros sectores.

Otra característica del mandatario es proponer, al tiempo, varias transformaciones problemáticas que existen hace décadas, y a las que sus antecesores no se les “midieron” por sus enormes implicaciones sociales y económicas: reformas a los sistemas de salud, pensional y educativo, entre otros. Esas propuestas les producen temor a muchos. ¿Intentar cambiar todo simultáneamente es una estrategia adecuada?

En efecto, son múltiples las problemáticas enfrentadas en el tiempo corto que lleva el Gobierno, plagadas de muchas buenas ideas, de menor capacidad de ejecución, y con actores fuertes que se oponen a las reformas, lo que hace que sea muy difícil aprobarlas. Como he expresado, creo que el presidente desea enviar un mensaje claro de compromiso con sus promesas de cambio y con la necesidad de que ese cambio avance en futuros gobiernos.

En los enfrentamientos entre personajes con representación política las formas importan tanto como el fondo del debate. ¿Cuál explicación encuentra a la degradación del debate público en el que, en lugar de argumentación y análisis, se lanzan agresiones, amenazas, insultos y hasta se hacen revelaciones -incluso falsas- sobre la vida privada de los antagonistas?

Se trata de una mezcla de factores en que el protagonismo político se fortalece mediante nuevas formas de comunicación que se basan en la construcción de percepciones en las que busca privilegiar las emociones sobre los razonamientos; esas nuevas formas de comunicación transitan por la posverdad reduciendo la calidad de los argumentos y el valor de los análisis rigurosos en el proceso de toma de decisiones.

La disputa Gobierno-Congreso es solo una de muchas. También ha habido tensiones entre la Casa de Nariño y el poder Judicial, y con la Fiscalía y la Procuraduría, para no mencionar el abismo que separa al mandatario de los nuevos gobernadores y alcaldes. A su juicio, ante esta situación, ¿quién puede imponer mesura?

La iniciativa debe provenir de los actores involucrados que tienen responsabilidad con la construcción y la protección de la democracia.

Pero, ¿a quién le corresponde imponer la construcción en lugar de la destrucción? ¿Echa de menos la existencia de una suprafigura que, por estar por encima de las disputas, podría poner orden en casa? Me refiero a personajes históricos, como Lleras Camargo, Eduardo Santos, López Michelsen o, más recientemente, Carlos Gaviria…

Los escenarios y la forma de confrontación política han cambiado respecto de los personajes y las épocas que menciona. Los líderes de la historia capaces de imponer un orden han dado paso a procesos de consensos colectivos. Son características diferentes de acuerdo con los tiempos.

Según una reveladora encuesta del DANE (oct/23), solo algo más del 6,6 % de los consultados creen en los partidos políticos y apenas el 10,7 % confían en el Congreso. ¿Es reflejo del fracaso de nuestro sistema de representación popular?

El desprestigio de los partidos políticos y del Congreso de la República ha sido constante en los últimos años en Colombia y en otros países. Tanto los partidos como el Legislativo, que deberían ser instancias de representación de excelencia para el adecuado funcionamiento de la democracia, adolecen de bajos niveles de legitimidad atribuible a la falta de cumplimiento de sus promesas. Mientras los partidos parecen centrarse en su función electoral, han dejado de lado los asuntos asociados a la formación y promoción de liderazgos, a la presentación de los proyectos que reclama la sociedad, a la articulación con otros actores de la formación democrática; en el Congreso priman los intereses personales y burocráticos, y escasean las estrategias. Los resultados de la encuesta no son extraños.

El hecho de que las Fuerzas Militares sean, por tercer año consecutivo, la institución de mayor credibilidad entre los encuestados con un 24,9 %, en contraste con la bajísima confianza que producen los políticos, ¿qué significa para usted? ¿Habría una preferencia tácita por las figuras de autoridad sobre las deliberativas?

Refleja niveles de estabilidad en las valoraciones acerca de las instituciones. Las Fuerzas Militares han gozado de credibilidad reforzada por el papel que se les atribuye en la finalización del conflicto armado. En contraste, los políticos han sido vistos como poco eficaces, relacionados a actos de corrupción, incumplidores de sus promesas y con bajo interés por las causas que interesan a los colombianos. Tampoco son de extrañar estos otros resultados en la encuesta mencionada.

Por su rol, los actores políticos siempre aparecen en los debates. Pero ahora los expresidentes han cobrado presencia y actividad en las polémicas como tal vez no se había visto en gobiernos pasados: Uribe, Duque, Samper, Gaviria y Pastrana intervienen permanentemente, excepción hecha de Santos. ¿Cómo interpreta la participación de los “jefes de la tribu” ya retirados?

La actitud de los expresidentes no ha sido ajena al comportamiento que han asumido los demás actores políticos estratégicos. La cantidad y calidad de sus intervenciones constituyen la manifestación de intereses diferenciados, a partir del uso de sus recursos de poder, asociados a la incidencia social y política que tienen y a los niveles de reconocimiento de que gozan en la comunidad internacional.

En consecuencia, cuando un expresidente habla (aunque no ocurra siempre), ¿tácitamente está defendiendo intereses particulares y no necesariamente públicos?

Reitero que se trata de la manifestación de intereses diferenciados, los cuales defienden aprovechando sus recursos de poder. No son los mismos intereses en todos los casos.

En conclusión, desde su ángulo de analista y politóloga, si continúa creciendo la tendencia conflictiva entre poderes e instituciones, ¿sería posible la interrupción del actual período presidencial como pretenden unos grupos extremistas aupados por políticos en la sombra?

Hemos observado en algunos sectores el tránsito de confrontaciones radicalizadas generadas en tensiones institucionales y personales hacia la búsqueda de diálogos más tranquilos, algunos de los cuales han culminado en acuerdos, como sucedió con el presidente y unos empresarios. No veo posible una interrupción del período presidencial como usted lo califica, por la estabilidad que tienen las instituciones colombianas. Pero sí es necesario el fortalecimiento de la capacidad de articulación entre entidades estatales y los poderes públicos para construir escenarios favorables a la reducción de la confrontación en beneficio de la búsqueda de acuerdos.

La distancia entre el Gobierno y el Congreso es cada día más grande

Esta semana que pasó se caracterizó, en el escenario de los poderes públicos, por la desafiante respuesta del presidente del Congreso, senador Iván Name, a una crítica al Legislativo hecha por el jefe de Estado ante resultados contrarios, en el parlamento, a la aprobación de las reformas propuestas por su Gobierno como el descalabro que sufrió, en la Comisión Séptima de la cámara alta, la reforma al sistema de salud, tal vez la más preciada para Petro. En un recurso que pareció desmedido, Name levantó la plenaria del Senado impidiendo el trabajo legislativo de toda la jornada, lo que favorece el retraso en las deliberaciones y votaciones sobre otros proyectos como el de reforma pensional que aún tienen probabilidad de subsistir. Así como la decisión de Name, de clausurar la plenaria y con esta, las tareas de los congresistas durante unos días, fue criticada por las fuerzas de apoyo al Gobierno, los parlamentarios de los partidos de oposición la celebraron con aplausos. Las relaciones Casa de Nariño – Congreso nunca habían estado tan distanciadas como ahora, en épocas recientes.

¿Inicio prematuro de campañas presidenciales?

La semana política actual también se caracterizó por el tono de alta confrontación en que incurrieron personajes políticos contradictores del presidente Petro, respecto de sus reformas y de sus funcionarios. Aunque debido al llamamiento a juicio que le hizo un fiscal delegado ante la Corte por soborno a testigos y fraude procesal, el expresidente Uribe se pronunció, como hasta ahora no había sucedido, en contra del Gobierno y del propio Jefe de Estado pese a que la fiscalía no depende del Ejecutivo, y aunque el expresidente César Gaviria ha dado declaraciones para oponerse, en particular, a la reforma a la salud, quien se tomó la vocería de los enemigos políticos de Petro fue el excandidato presidencial Germán Vargas Lleras quien no ha desperdiciado escenario para lanzar feroces críticas y advertencias sobre el peligro que, según él, corre la democracia por cuenta de las intenciones dictatoriales del mandatario en funciones. La profusión de ataques de figuras públicas que están por encima de los parlamentarios, parece marcar, más que un verdadero riesgo, el inicio de una prematura campaña por la Presidencia del 2026, en especial, por parte de Vargas Lleras.

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Bernardo(31155)14 de abril de 2024 - 05:58 p. m.
La profesora javeriana, lógicamente, alucina. ¿Pasados casi 22 meses de los 48 vigentes, dónde halla esta profesora visos serios de administración u gobierno "progresista"? ¿Dónde se halla la profesora? ¿En el nirvana jesuítico?
enriqueparra1978(84821)14 de abril de 2024 - 11:21 p. m.
La derecha excluyente está sintiendo que perdió el poder de control de la fuerza pública. Perdió la capacidad para adjudicar contratos y además no puede colocar a sus parciales en puestos claves. Esa ausencia de poder y la incapacidad para presionar infraestructuras públicas y grandes obras les dañó su inversión y crecimiento porque gran parte se sustentaba el recursos públicos. Su reacción es bloquear y dañar a Colombia. Debieron ayudar al cambio.
Gabrie(17286)14 de abril de 2024 - 04:34 p. m.
Reforma política Ya como...con constituyentes. En el congreso hay mucho malandro que se lo tomaron por años. no debería haber sino reelección de congresistas por una sola vez.el congreso Nunca se autorreformara . No quieren perder beneficios. La baja del salario es imperativa. etc etc
AMARANTO(u3to3)14 de abril de 2024 - 03:59 p. m.
Más allá de la confrontación con el Congreso, en el aire queda una inquietud, que legitimidad tiene el Presidente del Senado cuando no le ha explicado al país sus presuntos nexos y/o alianzas con grupos armados ilegales.
Óscar(22193)14 de abril de 2024 - 03:53 p. m.
Esta señora no dice mucho, parece que se quiere quedar en la mitad (muy tibia). Poco análisis y profundidad!
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