Personajes influyentes del país piden discutir sin ofensas sobre proceso de paz

En una carta pública, 33 escritores, académicos, empresarios, periodistas, historiadores, sacerdotes, artistas, miembros de ONG, dirigentes gremiales, médicos, filósofos e intelectuales —con diferentes ideales políticos—, expresaron su preocupación por el intercambio de agravios y descalificaciones en que ha caído la discusión en torno a la búsqueda de la paz en Colombia e hicieron un llamado a todas las partes involucradas en el debate político, a moderar el lenguaje, discutir de manera razonada y respetar el derecho del adversario a pensar distinto y defender su punto de vista.

“Con preocupación hemos constatado que la posibilidad de firmar un acuerdo de paz con las Farc y con el Eln ha radicalizado las posiciones y exacerbado los ánimos de quienes intervienen a favor o en contra del mismo. Si bien el debate sobre el proceso de paz es importante, legítimo y necesario, la discusión se ha convertido en un intercambio de agravios y descalificaciones cuyas consecuencias serán nocivas para el futuro del país y un pésimo precedente para las prácticas que adoptemos en próximos debates. Como ha ocurrido varias veces en el pasado, ese tipo de lenguaje ofensivo incita a la intolerancia y contribuye a la reactivación de la violencia y del conflicto armado”, dice la misiva.

En este sentido, los firmantes, reconociendo que entre ellos existen divergencias no solo frente al proceso de paz sino también al rumbo social y económico de la nación, insisten en la necesidad de la defensa de los principios democráticos; el respeto por las reglas esenciales de honestidad, tolerancia y lealtad argumentativa en el debate político; el repudio por las soluciones que implican el uso ilegítimo de la fuerza y el abuso de las instituciones, así como la convicción de que Colombia “está en un momento crucial de la historia nacional que va a determinar el país en el cual vivirán nuestros hijos y nuestros nietos”.

“Por eso, en esta hora clave de la historia del país, es que hacemos un llamado a todas las partes involucradas en el debate político, incluidos aquellos que participan en las redes sociales, en los foros públicos, los medios de comunicación y en la conversación política de todos los días, a moderar el lenguaje, a discutir de manera razonada, a respetar el derecho del adversario a pensar distinto y a defender su punto de vista, sin descalificarlo ni ofenderlo, ni atribuirle perversas intenciones”, agrega la carta.

Y concluye: “Invitamos a toda la sociedad colombiana a participar en la controversia pública con honestidad, respeto a las instituciones democráticas y tolerancia con la contraparte, a pensar en nuestro país con una perspectiva de mediano y de largo plazo, en donde las generaciones futuras tengan un lugar mejor para vivir y un buen ejemplo de las prácticas propias de un diálogo democrático, y a reconocer, con las experiencias del pasado, que la violencia homicida, la guerra sucia y el conflicto armado”.

Entre los firmantes aparecen Adriana Mejía Mejía, Alfredo Molano Bravo, Álvaro Tirado Mejía, Ana María Ibáñez, Daniel García Peña, Beatriz Uribe Restrepo, Héctor Abad Faciolince, Gonzalo Córdoba, Juan Gabriel Vásquez, Juan Manuel Roca, Laura Quintana, Mauricio Archila, el padre Pacho de Roux, Piedad Bonnet y Sergio fajardo, entre otros.

En una carta pública, 33 escritores, académicos, empresarios, periodistas, historiadores, sacerdotes, artistas, miembros de ONG, dirigentes gremiales, médicos, filósofos e intelectuales —con diferentes ideales políticos—, expresaron su preocupación por el intercambio de agravios y descalificaciones en que ha caído la discusión en torno a la búsqueda de la paz en Colombia e hicieron un llamado a todas las partes involucradas en el debate político, a moderar el lenguaje, discutir de manera razonada y respetar el derecho del adversario a pensar distinto y defender su punto de vista.

“Con preocupación hemos constatado que la posibilidad de firmar un acuerdo de paz con las Farc y con el Eln ha radicalizado las posiciones y exacerbado los ánimos de quienes intervienen a favor o en contra del mismo. Si bien el debate sobre el proceso de paz es importante, legítimo y necesario, la discusión se ha convertido en un intercambio de agravios y descalificaciones cuyas consecuencias serán nocivas para el futuro del país y un pésimo precedente para las prácticas que adoptemos en próximos debates. Como ha ocurrido varias veces en el pasado, ese tipo de lenguaje ofensivo incita a la intolerancia y contribuye a la reactivación de la violencia y del conflicto armado”, dice la misiva.

En este sentido, los firmantes, reconociendo que entre ellos existen divergencias no solo frente al proceso de paz sino también al rumbo social y económico de la nación, insisten en la necesidad de la defensa de los principios democráticos; el respeto por las reglas esenciales de honestidad, tolerancia y lealtad argumentativa en el debate político; el repudio por las soluciones que implican el uso ilegítimo de la fuerza y el abuso de las instituciones, así como la convicción de que Colombia “está en un momento crucial de la historia nacional que va a determinar el país en el cual vivirán nuestros hijos y nuestros nietos”.

“Por eso, en esta hora clave de la historia del país, es que hacemos un llamado a todas las partes involucradas en el debate político, incluidos aquellos que participan en las redes sociales, en los foros públicos, los medios de comunicación y en la conversación política de todos los días, a moderar el lenguaje, a discutir de manera razonada, a respetar el derecho del adversario a pensar distinto y a defender su punto de vista, sin descalificarlo ni ofenderlo, ni atribuirle perversas intenciones”, agrega la carta.

Y concluye: “Invitamos a toda la sociedad colombiana a participar en la controversia pública con honestidad, respeto a las instituciones democráticas y tolerancia con la contraparte, a pensar en nuestro país con una perspectiva de mediano y de largo plazo, en donde las generaciones futuras tengan un lugar mejor para vivir y un buen ejemplo de las prácticas propias de un diálogo democrático, y a reconocer, con las experiencias del pasado, que la violencia homicida, la guerra sucia y el conflicto armado”.

Entre los firmantes aparecen Adriana Mejía Mejía, Alfredo Molano Bravo, Álvaro Tirado Mejía, Ana María Ibáñez, Daniel García Peña, Beatriz Uribe Restrepo, Héctor Abad Faciolince, Gonzalo Córdoba, Juan Gabriel Vásquez, Juan Manuel Roca, Laura Quintana, Mauricio Archila, el padre Pacho de Roux, Piedad Bonnet y Sergio fajardo, entre otros.