Tras la avalancha de críticas y el dolor que ha levantado en varias víctimas, la senadora Sandra Ramírez, del Partido Comunes, se retractó de haber dicho que “los secuestrados tenían sus comodidades (...), tenían su camita, su cambuche”. Sus declaraciones que desencajaron porque, además, las dijo en el marco de un homenaje que su colectividad le rindió a Jorge Briceño, excomandante del Bloque Oriental de las Farc.
(Contexto: “Secuestrados tenían sus comodidades”: Sandra Ramírez)
Horas después de haber que el país conociera esas palabras y el contexto en el que las dijo, la senadora pidió perdón a las víctimas y reiteró su compromiso con cumplir el Acuerdo de Paz como firmante y excombatiente.
“Quiero pedir excusas de corazón a las víctimas por mis desafortunadas declaraciones. No fue mi intención. También pido excusas a quienes se sintieron ofendidos. Reitero mi compromiso con la paz, por la reconciliación de la familia colombiana y para que estos hechos no vuelvan a ocurrir en nuestro país”, manifestó por medio de un video.
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Ramírez enfatizó en que su declaración no buscaba justificar los secuestros que cometieron mientras las Farc estuvieron alzadas en armas, y señaló que reconocen que fueron “graves hechos”, tanto que continúan rindiendo testimonio ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP).
“Quiero aclarar lo dicho ayer sobre el secuestro. En ningún momento fue para justificar ni para revictimizar a las víctimas de estos hechos cometidos por las extintas Farc. Como firmante de la paz y senadora hoy, soy consciente de los gravísimos hechos y muy dolorosos, que ocurrieron en la guerra. Por eso estamos compareciendo colectivamente ante la JEP”, puntualizó.
Su primera declaración, sin embargo, fue un golpe para algunas de las víctimas. A través de videos, el país conoció el trato inhumano de los secuestrados en el monte colombiano, en especial en la década de los 90 y en la década de los años 2000. Así lo relató Jhon Frank Pinchao, oficial del Ejército y víctima de secuestro en 1998.
“En ocasiones a compañeros los metieron en cepos de alambre de púas como castigo. En ocasiones, si uno no pedía permiso para ir al baño, le disparaban. A Íngrid Betancourt, por no pedir permiso para ir al baño la trataron con palabras soeces”, recordó Pinchao en Semana T.V. .