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En Rosario, la ciudad de Messi

La obra cultural más grande de España fuera de su territorio, el principal complejo infantil del país y 17 km de costa buscan convertirla en la segunda puerta de entrada a Buenos Aires.

Redacción Especiales
29 de julio de 2016 - 03:00 a. m.
Españoles, uruguayos, brasileños y colombianos son los extranjeros que más visitan Rosario. / iStock
Españoles, uruguayos, brasileños y colombianos son los extranjeros que más visitan Rosario. / iStock
Foto: yio - yio

A orillas del río Paraná sobresale una encantadora ciudad de apenas un millón de habitantes, que alberga una de las comunidades españolas más grandes de América Latina —para conmemorar los 500 años del descubrimiento, España invirtió US$15 millones en un impresionante complejo cultural, la obra más grande que ha realizado el gobierno fuera de su país— y la mayor cantidad de atractivos públicos para la infancia en Argentina. No sólo fue la cuna de Lionel Messi, también vio nacer a Ernesto Che Guevara y al humorista y escritor Roberto Fontanarrosa.

En Rosario la vida avanza más lento que en Buenos Aires, en las aguas del río que la bañan se sumergen los viajeros y locales durante el verano, los peces que de allí se sacan protagonizan las mesas de los restaurantes y en los 17 kilómetros de costa se levantan orgullosos espacios que buscan incentivar la cultura. La mayoría, gratuitos.

Su desarrollo ha comenzado a acelerarse por cuenta de la apertura de nuevas rutas aéreas que buscan posicionarla como la segunda puerta de entrada a Argentina. A comienzos de este mes, Copa Airlines lanzó un vuelo vía Panamá y los trayectos en carro desde Buenos Aires (a 270 km) son cada vez más comunes entre los viajeros.

Los colombianos que escogen este pequeño paraíso lo hacen motivados por las universidades, que son de muy buena calidad y a precios mucho más bajos que las de la capital gaucha, y las lecciones de paracaidismo, que también son más baratas y cuentan con todas las medidas de seguridad. Además de garantizar sobrevuelos por un paisaje memorable.

Hasta noviembre es la temporada alta en esta colorida urbe, que sorprende con festivales de cometas, conciertos al aire libre, exposiciones gratuitas y un ambiente distendido. Al día se realizan unos 80 mil viajes en bicicleta y cada habitante disfruta de 13,2 metros cuadrados de verde. Hace tan sólo doce años se inauguró el primer hotel y desde unos seis comenzaron a surgir con fuerza los hostales, buscando conquistar a ese público joven que prefiere ahorrar en la dormida y gastar más en experiencias.

Al turismo corporativo también se le ha querido dar fuerza con la apertura de centros de convenciones —son los más nuevos del país— y el crecimiento de una oferta hotelera de primer nivel. Pero los niños son los que más disfrutan de esta ciudad. No solo por su agradable clima, sino por un extraordinario complejo repleto de atractivos para ellos: la isla de los vientos, un inmenso jardín, una granja, el museo y el observatorio con planetario incluido.

 

Por Redacción Especiales

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