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Un homenaje a las mamás adoptivas

Lo que siente una mujer cuando decide tener un hijo que se engendra en sus sentimientos.

Christian Quiroga Sánchez
08 de mayo de 2010 - 03:01 a. m.

“Cuando uno es madre biológica, se puede o no tener ganas de traer un hijo al mundo en un momento determinado, eso no quiere decir que no vaya a amar a su nene. Pero cuando usted va a una entidad y dice ‘yo quiero un bebé en este momento’, ya es una cosa del corazón absolutamente decidida”. Esta frase de Cristina Jaramillo, madre de Samuel (22 meses), un bebé que llegó hace 60 días a su hogar, expresa lo que significa ser una mamá adoptante, como una posición de primera importancia en la vida de un ser humano que gracias a una familia llegará a ser una gran persona.

Diversos mitos giran en torno a una maternidad por adopción, pero son muchas más las verdades que ratifican la creación de un vínculo en el que sólo se destacan el cariño, la convivencia y muchos años de cuidado. Adriana Chaves, psicóloga clínica de la Fundación Fana especialista en adopciones, dice: “Parecería que culturalmente privilegiamos la biología por encima de las construcciones emocionales que se hacen en la cotidianidad”. Con esa afirmación, la profesional explica que ser madre adoptante no es de segunda categoría.

“Usted no lo conoce, nunca lo ha visto, no se lo imagina, pero en el momento que se lo entregan, a los segundos descubre que ese bebé es suyo y era lo que estaba esperando su corazón”, dice Cristina, quien con la alegría de tener a su hijo en casa, deja claro por qué muchas etapas del proceso de adopción pueden ser comparadas con los tiempos que se necesitan para el nacimiento biológico de un niño. Por ejemplo, el proceso psicológico, visitas y presentación de papeles dura menos de un año, lo cual puede ser similar al período de gestación, donde la compra de todo lo que necesita el bebé, la decoración del cuarto y el cuidado por cada detalle para demostrar la capacidad de adoptar se convierten en unos pasos claves que incrementan el deseo por la llegada de un nuevo miembro a la familia.

Otro punto importante en este tema lo trata Mónica Lozano, mamá de Santiago (dos años y medio) y Natalia (ocho meses), quien afirma: “Valoro, reconozco, respeto y agradezco desde el fondo de mi alma la valiosa y valiente actuación de las mujeres que con su decisión de vida permitieron que mis niños puedan tener esta opción y proyecto de familia con nosotros”.

La psicóloga experta dice que no existen padres ‘verdaderos’, haciendo referencia a la familia de origen de un niño que fue adoptado, ni padres ‘de mentiras’, “los vínculos se construyen a través de la cotidianidad y los ritos familiares que le permiten a cada quien posicionarse y asumirse como miembro de un grupo”.

Según Adriana, las mamás que adoptan logran hacer realidad el sueño de tener un hijo y, de esta manera, no hay diferencia en cómo se quieren y se cuidan, más allá de los estilos particulares de crianza y de convivencia familiar. A pesar de esto, también es cierto que todas las mujeres no pueden llegar a ser madres por adopción, por eso la psicóloga aclara: “Si alguien quiere adoptar para reemplazar a un hijo que perdió o que no llegó, primero tendría que elaborar el dolor de la pérdida antes de analizar y considerar si este camino es válido. Tampoco puede pensarse en esta opción por el deseo de salvar o ayudar a un niño. Uno no trae a su vida, de manera permanente, a una persona para hacerle un favor”.

Muchos interrogantes rondan la cabeza de las mujeres que desean ser madres gracias a la adopción: Si no lo tengo en la barriga, ¿será que lo voy a querer? ¿Será que voy a poder sentir como mío ese hijo que llega? ¿Me sentiré conectada emocionalmente con él o ella? ¿Seré tan mamá de ese hijo como cualquier mujer que los concibe y los da a luz? ¿Será que Dios no me dio hijos biológicos porque yo no podría ser una buena madre? Cristina y Mónica dan ahora respuesta a ellos y viven su maternidad a plenitud: “Con todos los retos que eso supone, pero también con los logros, felicidades y las sonrisas que hay a diario cuando uno se convierte en madre”, explica la mamá de Santiago y Natalia.

Cada proceso es individual y la idea es llenarse de motivos donde primen las ganas de brindar amor antes de tomar la decisión de la maternidad, pero si ya está tomada, las mamás dicen que “la adopción es un camino precioso de llegar a la bendición del amor de los hijos”, aquellos que no vienen de un proceso biológico, pero sí de un comportamiento espontáneo del corazón.

Por Christian Quiroga Sánchez

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