
Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
En medio de los cerros de La Calera, rodeado por más de 11.000 metros cuadrados de bosque nativo, el Colegio La Colina ha transformado la manera de entender la educación en Colombia. Allí, el aula no se limita a cuatro paredes: se extiende por senderos, ríos y cielos abiertos. Su propuesta, basada en el modelo Forest School, convierte la naturaleza en un eje central del aprendizaje y posiciona al colegio como un referente de educación innovadora y consciente.
En el modelo educativo de Forest School el bosque se integra de forma permanente al currículo. No se trata solo de estudiar en un entorno verde, sino de aprender a través de la experiencia directa. Los estudiantes exploran, observan, investigan y construyen conocimiento en contacto constante con la naturaleza, desarrollando habilidades cognitivas, emocionales y sociales que trascienden lo académico.
Para John Hickey, rector del Colegio La Colina, esta diferencia es clave. “En un Forest School el bosque no es un escenario, es parte integral del sistema educativo. El aprendizaje del mundo real no empieza en la puerta del aula”, explica. A diferencia de los colegios campestres tradicionales, donde el entorno natural acompaña la enseñanza, en este modelo la naturaleza se convierte en una maestra activa.
El aprendizaje en el bosque se vive desde una pedagogía activa y experiencial. Las clases integran los contenidos del currículo Cambridge con proyectos fuera del aula, donde los estudiantes aprenden usando los cinco sentidos. Ciencias, arte, pensamiento crítico y trabajo colaborativo se desarrollan en escenarios reales, como el río Teusacá y el bosque que rodea al colegio. Esta experiencia transforma la forma en que los niños se relacionan con el conocimiento y su entorno.
Los beneficios cognitivos son evidentes. Según el equipo directivo, los estudiantes regresan al aula con mayor concentración, mejor capacidad de observación y un pensamiento más crítico. Además, el aprendizaje en la naturaleza fortalece la resiliencia y la autonomía, habilidades fundamentales para enfrentar los desafíos del mundo actual. Estas competencias se reflejan también en los resultados académicos, medidos a través de evaluaciones adaptativas, como las pruebas MAP y otros estándares nacionales e internacionales.
El impacto emocional es igualmente significativo. El contacto permanente con la naturaleza reduce los niveles de estrés y ansiedad, incrementa la motivación por aprender y fortalece la confianza personal. “Nuestro objetivo principal es formar estudiantes felices”, afirma Hickey. En el bosque, los niños aprenden a medir el riesgo, trabajar en equipo, comunicarse mejor y vivir el momento con mayor atención y enfoque.
La propuesta educativa del Colegio La Colina es holística: forma al estudiante en lo académico, lo personal y lo social. Este enfoque también responde a una necesidad actual de equilibrio frente al exceso de pantallas y tecnología, sobre todo después de la pandemia. Lejos de rechazar la innovación, el colegio combina naturaleza, tecnología y sostenibilidad, construyendo un modelo de Forest School moderno y a la vanguardia.
Este enfoque se fortalece con su pertenencia a la red International Schools Partnership (ISP), que agrupa colegios en 25 países. A través de esta red, los estudiantes participan en proyectos científicos internacionales, investigaciones y concursos académicos. Además, el colegio mantiene alianzas con universidades como los Andes y la del Rosario, desarrollando proyectos de investigación en biodiversidad que involucran a los estudiantes y benefician a la comunidad local.
Uno de los proyectos más destacados es la creación de una guía de fauna endémica de la zona, elaborada por estudiantes y docentes a partir de observaciones, fotografías y trabajo científico en el bosque. Estas iniciativas reflejan cómo el aprendizaje experiencial se traduce en conocimiento aplicado y compromiso ambiental.
Para las familias, el Forest School representa una ventaja competitiva clara: una educación que prioriza la felicidad, el bienestar y el desarrollo integral de los niños, sin descuidar la excelencia académica. “Los padres buscan equilibrio, sentido de comunidad y una formación que prepare a sus hijos para un mundo cambiante”, afirma el rector.
En un contexto educativo en transformación, el Colegio La Colina demuestra que aprender en un aula viva no solo es una alternativa pedagógica, sino una apuesta sólida por el futuro. Un modelo donde el bosque educa, la curiosidad guía y la felicidad se convierte en el mejor indicador de aprendizaje.