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Concesión Alto Magdalena, un corredor que teje comunidad

Los niños y adultos mayores han sido el principal foco de atención de los procesos de responsabilidad social y ambiental, además de la operación y mantenimiento diarios.

Redacción Especiales

21 de diciembre de 2025 - 09:00 a. m.
Puente Enrique Santos.
Foto: Cortesía
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A simple vista, una concesión vial se mide por kilómetros, tráfico y tiempos de desplazamiento. Pero en este corredor, que atraviesa 11 municipios en Cundinamarca, Tolima y Caldas, la historia va más allá del asfalto. Aunque su contrato no le exige contar con un programa formal de responsabilidad social, la Concesión decidió asumir ese compromiso como una convicción propia, impulsada desde su junta directiva y construida, año tras año, junto con las comunidades que habitan a los alrededores.

“Para nosotros es fundamental aportar al bienestar de las comunidades que viven alrededor del corredor. Aunque no tengamos una obligación contractual en responsabilidad social, hemos decidido escuchar sus necesidades, priorizar a los niños y a los adultos mayores, y trabajar de la mano con líderes locales para generar apoyos que realmente mejoren su calidad de vida y hagan de este un proyecto que también construye comunidad”, explicó Claudia Cecilia Castillo, Gerente General de la Concesión Alto Magdalena.

El punto de partida siempre es el diálogo. Al comenzar cada año, el equipo de la Concesión se sienta con juntas de acción comunal, alcaldías y líderes locales para escuchar qué hace falta, dónde están las urgencias y cómo se puede apoyar de manera efectiva. De esas conversaciones surgen acciones que buscan responder a realidades concretas, con una prioridad clara: la niñez y los adultos mayores, quienes enfrentan mayores condiciones de vulnerabilidad en el entorno rural y semiurbano del corredor.

Puente Purnio.
Foto: Cortesía

Durante 2025, ese enfoque se tradujo en ayudas que impactaron la vida cotidiana de cientos de personas. Bastones y caminadores para facilitar la movilidad de adultos mayores, kits de cocina y de higiene oral, portacomidas, electrodomésticos, herramientas comunitarias y equipos tecnológicos para escuelas rurales fueron parte de las entregas realizadas desde Flandes hasta Puerto Salgar, municipios que hacen parte del área de influencia directa del proyecto. Incluso gestos puntuales, como la dotación de ropa y el apoyo en alimentación para adultos mayores de la vereda Tres y Medio, reflejaron una atención cercana a las necesidades más inmediatas.

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La infancia también encontró un lugar protagónico en este trabajo social. En octubre y diciembre, meses cargados de significado para los más pequeños, la Concesión llevó cerca de 3.000 regalos a niños y niñas que viven en los municipios vecinos al corredor. No se trató solo de obsequios, sino de espacios de encuentro pensados para fortalecer el vínculo comunitario y recordar que el desarrollo pasa por el bienestar emocional.

El compromiso, sin embargo, no se quedó en la ayuda asistencial. A lo largo del año se impulsaron proyectos productivos que buscan dejar capacidades instaladas en el territorio. La apicultura permitió que familias rurales de Puerto Salgar fortalecieran su relación con el entorno natural y generaran ingresos de manera sostenible. En Beltrán, las unidades avícolas apoyaron a mujeres rurales en la producción y comercialización de huevos, mientras que en Guataquí las unidades porcinas contribuyeron a dinamizar la economía campesina y a mejorar la seguridad alimentaria de varias familias.

La formación fue otro eje clave. En alianza con el Servicio Nacional de Aprendizaje (Sena) y otras instituciones, se desarrollaron capacitaciones en emprendimiento, gestión ambiental, piscicultura, apicultura, educación financiera y hábitos de higiene oral. Escuelas, veredas, centros culturales y hogares de adultos mayores se convirtieron en escenarios de aprendizaje para más de 1.200 personas, quienes a lo largo de 2025 realizaron un esfuerzo por fortalecer conocimientos que trascienden el corto plazo y que tendrán un impacto en la mejora de la calidad de vida.

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En paralelo, la operación del corredor mantuvo un fuerte componente pedagógico en materia de seguridad vial. Junto con la Dirección de Tránsito y Transporte de la Policía Nacional, la Concesión lideró campañas que llegaron a miles de usuarios, abordando conductas de riesgo como el exceso de velocidad, los adelantamientos indebidos y el microsueño. Motociclistas, peatones y conductores fueron el foco de mensajes que buscan proteger vidas humanas y, al mismo tiempo, preservar la fauna que cruza el corredor Honda-Puerto Salgar-Girardot.

Con la llegada de la temporada de fin de año, el mensaje se vuelve aún más insistente: conducir con responsabilidad, respetar las normas y entender que una pausa a tiempo puede marcar la diferencia entre llegar o no al destino. Desde la Concesión Alto Magdalena insisten en que la seguridad vial no depende solo de la infraestructura, sino también de las decisiones individuales.

Al cierre del año, la Concesión reafirma su propósito de mejorar de forma constante la experiencia de quienes transitan por el corredor y de quienes viven a su alrededor. Un proyecto vial que, más allá de conectar territorios, ha ido construyendo confianza y dejando huellas en la vida diaria de las comunidades que lo rodean.

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