Los últimos reportes de la FAO y del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) confirman una tendencia preocupante para el sector arrocero, porque los precios internacionales muestran señales de debilidad, a lo que se suma una tasa de cambio en Colombia que también viene cediendo terreno. Esta doble presión genera inquietud sobre el futuro inmediato, en particular frente a un posible aumento en las importaciones de arroz.
El informe Rice Outlook publicado en septiembre de 2025 por parte del USDA proyecta que la producción de arroz en Estados Unidos para 2025/26 alcanzará 9,47 millones de toneladas, lo que representa una caída del 6% respecto al ciclo anterior. Sin embargo, el dato más relevante es el fuerte incremento de las existencias, según el cual, los inventarios iniciales subieron a 2,44 millones de toneladas, el nivel más alto desde 1986/87, mientras que las importaciones estadounidenses alcanzarán un récord de 2,30 millones de toneladas, 3% por encima del año pasado.
En materia de precios, el USDA redujo en 22 dólares por tonelada la proyección del precio promedio recibido por los agricultores norteamericanos en 2025/26, situándolo en 291 dólares por tonelada, lo que implica una caída del 13% frente al año anterior. Esta baja responde a la presión de cosechas abundantes en varios países exportadores y a la pérdida de competitividad de Estados Unidos en el mercado del arroz de grano largo.
En la misma línea, la FAO en su reporte del mes de septiembre también señala que el índice de precios del arroz en el mundo se redujo un 24,3% en agosto frente al mismo mes del año 2024.
Estos números son claves para Colombia, porque con precios más bajos en el mercado internacional y una tasa de cambio descendente, se abre la posibilidad de mayores importaciones que, de materializarse, podrían generar una presión adicional sobre el precio interno en perjuicio del productor nacional. Ante esta circunstancia, hemos solicitado al Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, así como al Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, medidas urgentes y contundentes para atender esta amenaza y garantizar la compra de la cosecha de los productores en todas las zonas arroceras del país.
Es importante subrayar que el sector arrocero colombiano cuenta con fortalezas representadas en avances tecnológicos proveídos por su gremio y un productor cada vez más consciente de la necesidad de elevar su competitividad. Frente al reto internacional, la mejor estrategia sigue siendo trabajar en productividad, eficiencia y sostenibilidad, de manera que el arroz colombiano no solo resista coyunturas externas, sino que se afiance como un producto de calidad preferido en la mesa de todos nuestros compatriotas y con posibilidad de cruzar fronteras.
*Gerente General de Fedearroz