Didier Luna: “Quise disculparme, pero no me sobrepasé”

El exentrenador de la selección femenina de Colombia sub-17, denunciado por acoso sexual por la fisioterapeuta deportiva Carolina Rozo, será condenado próximamente después de firmar un acuerdo según el cual reconoce su conducta delictiva. Sin embargo, en esta entrevista, repite una y otra vez que nunca se sobrepasó; que aceptó cargos porque se sintió presionado por los medios, la opinión y hasta por el juez. Y asegura que pidió disculpas a su víctima porque hacerlo le permite una solución judicial más rápida.

Cecilia Orozco Tascón / Especial para El Espectador
16 de febrero de 2020 - 01:00 a. m.
Didier Luna: “Me siento y me sentí altamente presionado. Pero, al mismo tiempo, comprendí que esa era la solución”. / Gustavo Torrijos
Didier Luna: “Me siento y me sentí altamente presionado. Pero, al mismo tiempo, comprendí que esa era la solución”. / Gustavo Torrijos

Usted aceptó haber cometido el delito de acoso sexual por el que lo denunció la fisioterapeuta deportiva Carolina Rozo, en un acuerdo judicial mediante el cual, y a cambio de su aceptación, usted será condenado por un delito de menor gravedad: injuria por vía de hecho ¿Por qué decidió reconocer que delinquió?

Recibí una contrapropuesta de la señora que me denunció y de la fiscal. Fueron ellas quienes decidieron proponer el cambio del delito por el que me acusaron y yo no tenía garantías de imparcialidad en la anterior denuncia: sentía que había sido prejuzgado por todos los medios de comunicación y que no me dieron la oportunidad de explicar la situación. Soy un profesional de cuarenta años de experiencia en el fútbol general y de treinta en el fútbol femenino. He estado en muchos equipos y ligas: son muchas instituciones en los que nunca los directivos me hicieron un reparo. Cuento con 63 años, estoy casado y tengo tres hijas. Vivo también con mi señora madre. Esta acusación ha perjudicado por completo mi vida.

Reitero la pregunta: ¿por qué decidió aceptar el acuerdo en que reconoce que incurrió en un delito?

Al sentirme altamente presionado por los medios de información y ver que estoy siendo prejuzgado por mucha gente, analizamos la contrapropuesta con mis abogados y personas allegadas. Como eso me permite salir pronto del inconveniente, determinamos aceptarla y firmarla, desde luego, dejando claro que fue presentada, repito, por la persona que me acusa y por la Fiscalía.

Pero su aclaración significa que, en el fondo, usted no está aceptando su culpa aunque lo haya afirmado frente al juez. Y que tomó esa decisión solo porque le traía beneficios...

Llevo mucho más de veinte años trabajando con mujeres. En los cuerpos técnicos, he compartido con muchas profesionales: médicas, psicólogas, fisioterapeutas, preparadoras físicas, delegadas, etc. Estuve quince años en el Instituto Distrital de Recreación y Deporte (IDRD). Allí también trabajé con mujeres y jamás hubo ningún reclamo de parte de ellas ni de los directivos. En este caso, he asistido a todas las citaciones de la Fiscalía y del juzgado y a todas las diligencias que se hicieron, porque mi conciencia está limpia. Recibo la contrapropuesta de la denunciante y de la fiscal porque me permite salir de este problema lo más rápido posible.

El juez lo regañó cuando aceptó el acuerdo, porque usted insistía en hablar de sus éxitos deportivos, pero evitaba referirse a las condiciones que se le imponían si firmaba. Según se contó en la prensa, el juez también estuvo a punto de levantarse porque usted no atendía lo que él decía.

Respeto las decisiones del juez porque es quien dirige el proceso. Sí, él me reprochó porque no me refería a la contrapropuesta. Me preguntó si no la entendía, pero lo que yo quería resaltar eran mis valores morales y profesionales. Mi abogado, Sergio Bernal, pidió unos minutos para dialogar conmigo. Me volvió a explicar lo que significaba aceptar la propuesta. Me sentí presionado por el juez, pero también entendí que ese era el camino para salir de esta situación. Repito, me siento y me sentí altamente presionado. Pero, al mismo tiempo, comprendí que esa era la solución. Le pedí, entonces, disculpas públicas a la señora que me denunció. Le dije que si la ofendí, me disculpara y que en ningún momento, con mis actos, pretendí que se sintiera mal. Me excusé públicamente por respeto a ella y a lo que dijo en mi contra.

Quiere decir que termina reconociendo que se sobrepasó con ella...

No. No me sobrepasé. Como ser humano que soy, cometo errores. El único libre de equivocaciones es Dios. Quise disculparme por situaciones normales de trabajo y por actuar con el respeto que merece otro ser humano.

¿A qué se refiere cuando habla de “situaciones normales de trabajo”?

A que como soy una persona disciplinada y exigente, y estaba dirigiendo un seleccionado para representar al país, las jornadas de trabajo eran extensas, pesadas y de mucho compromiso. Desde luego, tener esa responsabilidad generaba mucho estrés y ese sentido de responsabilidad me llevaba a ser, cada día, más exigente con los resultados.

Sin embargo, el acuerdo que usted firmó no se relaciona con las exigencias del trabajo sino con la aceptación de su responsabilidad penal (ver parte superior de la pág.) y que implica que usted habría incurrido en actos como cercanía física inadecuada, sugerencias subidas de tono, gestos obscenos... ¿Nada de eso sucedió, según usted?

Si existieran las pruebas, no estaría en donde estoy en este momento. Si recibo una contrapropuesta de la denunciante y de la fiscal, es porque deciden cambiar la primera acusación. Nunca cometí esos actos relacionados en la denuncia, como pueden testificarlo mis compañeros del cuerpo técnico, la médica general, la psicóloga, el asistente técnico, el preparador físico y todas las personas que de una u otra forma compartían mis entrenamientos diarios, incluyendo a padres de familia y medios que estaban presentes en los entrenamientos. También pueden ser testigos los directivos de la Federación y todos los que trabajaban con nosotros. Ellos pueden decir que mi comportamiento siempre fue transparente.

En conclusión, usted no acepta la conducta imputada pero firma el acuerdo para evitar una condena mayor. Pero de un acuerdo judicial se espera que el reconocimiento del acusado sea sincero.

Le insisto, como le he dicho varias veces, que recibí la contrapropuesta por iniciativa de la señora que me denunció y de la Fiscalía. Y le repito, también, que mi abogado y otras personas leyeron el texto y decidieron aceptarlo porque era una oportunidad para salir de este problema. Como he dicho también, llevo catorce meses sin trabajo y mi señora madre está enferma y muy afectada con lo que me pasó.

Usted es consciente de que un acuerdo ante la justicia, para ser válido, debe ser libre, y usted dice que se sintió presionado. Y que el firmante debe aceptar que incurrió en un delito y usted no lo admite.

Firmé el acuerdo. Analicé con mi abogado los beneficios que traería si aprovechaba la contrapropuesta y acepté pensando en salir pronto de esta situación tan difícil. Como he dicho, no tenía garantías para continuar con el proceso anterior, pues había mucha presión y los medios me juzgaron antes de tiempo.

Firmó pero no aceptó que cometió el delito...

Mi conciencia está tranquila. Acepté el preacuerdo con las condiciones que me indicó el juez. Y firmé.

De lo relatado por la víctima se concluye que usted la acosó...

No señora. Eso nunca sucedió, repito, como pueden dar testimonio todas las personas que compartían conmigo los entrenamientos diarios.

En definitiva, el objetivo suyo y de su abogado era, simplemente, evitar ir a la cárcel o que el delito imputado según lo firmado tenga una pena que le permita estar libre.

Yo tomé la decisión de acuerdo con las explicaciones que me dio mi abogado. Debo pensar en mi esposa, mis hijas, mi madre y en el futuro de ellas.

En el juzgado tuvo que disculparse con su denunciante. Si no acepta que la injurió, ¿por qué excusarse?

Como le decía, los seres humanos cometemos errores. Por eso le pedí disculpas públicas a la señora que me denunció. Lo hice para demostrar que no tengo ningún inconveniente con nadie. Disculparse es de hombres y de señores. Lo quise hacer para manifestar respeto, como he repetido.

Carolina Rozo dijo que espera que sus disculpas hayan sido sinceras. Pero por lo que ha dicho, no parece que lo sean...

Sí fui sincero. Quería que ella escuchara mis palabras honestas.

Como parte del acuerdo usted deberá reparar económicamente a la víctima. ¿Está dispuesto a cumplir esta parte del arreglo judicial?

En principio, la contrapropuesta contenía una solicitud de $10 millones como indemnización. Le manifesté a mi abogado que no tenía esos recursos, porque llevo más de un año sin trabajar. Tanto la Fiscalía como la señora que me denunció determinaron que no se cobraría nada. Entiendo que la denunciante dijo que a ella no le interesaba la contraprestación económica.

Ella también ha sostenido que por atreverse a denunciar se le cerraron las puertas del trabajo deportivo en Colombia. ¿Los otros personajes del fútbol colombiano, dominado por el género masculino, se han solidarizado con usted?

Llevo trabajando treinta años en el fútbol femenino colombiano. Mis títulos y mi experiencia profesional me han llevado a tener siempre trabajo. Si no fuera por esta denuncia, estaría entrenando las selecciones. Pero por este problema, no pude renovar el contrato. Las personas del deporte conocen mi trayectoria, mis condiciones laborales y mis capacidades. En cuanto a ella, no puedo juzgar lo que ha sucedido ni saber por qué no ha podido seguir trabajando. Las oportunidades laborales en Colombia están abiertas para todas las personas. Ojalá que todos tengamos la posibilidad de hacerlo.

¿Usted le ofreció a su denunciante ascender laboralmente si accedía a sus deseos o que “asumiera las consecuencias” si se negaba?

No señora. Las personas que trabajan conmigo, que muestran capacidad en el desempeño de sus funciones y que dan buen rendimiento siguen escalando. A todo mi equipo le digo que podemos ascender, pero eso que usted me menciona no lo dije. Ella tendría que demostrarlo con pruebas.

¿No cree que muchas mujeres se abstienen de denunciar y prefieren el silencio por temor a quedarse sin trabajo, como asegura su denunciante que le sucedió a ella?

Las mujeres se han ganado el derecho a tener los trabajos que deseen. Tienen condiciones, tienen capacidades como podemos verlo, porque lideran grandes instituciones. Y si se sienten presionadas por una u otra razón, cuentan con la libertad de expresión para contar a todo el mundo lo que les sucede. Si alguna persona omite decir la verdad o le da miedo, es porque no tiene los argumentos suficientes para sostenerlo.

¿Alguna vez había pensado que tratar a las mujeres como usted lo hacía podía constituir delito, abuso de autoridad o uso indebido del poder que usted tenía como entrenador de las jugadoras?

Siempre he respetado a la mujer en todos los campos. Como he dicho, soy exigente, muy disciplinado y obsesivo con el trabajo. No me gusta que las cosas salgan mal. Pero en ningún momento he desconocido el valor y las capacidades de las mujeres.

¿Reconoce que es soberbio y prepotente con las jugadoras en su papel de entrenador?

No sé qué quiere decir prepotente. Repito, soy exigente por la responsabilidad que supone representar a Colombia en un torneo. Por eso y porque soy disciplinado, puedo parecer exigente pero no soberbio.

La cultura machista es predominante en Colombia y en el mundo. ¿Se reconoce machista?

Culturalmente somos machistas, pero en mi experiencia con el fútbol femenino, en que he tratado niñas desde los trece años hasta señoras entre los treinta y cuarenta años, nunca me he sobrepasado con nadie.

Si todo fuera como usted lo afirma, ¿por qué su denunciante se habría inventado lo que dijo en su contra y para qué se habría sometido al estrés público y privado que implica un reclamo cierto y que sería peor en caso de que resultara falso? ¿Qué ganaría ella con eso?

En este país existe la libertad de expresión y la libertad de reclamación. Respeto la decisión que ella tomó de denunciarme, pero yo he sido quien ha salido perjudicado 100 % en todos los aspectos: mi carrera deportiva, mi familia, las oportunidades de trabajo que en ese momento eran muy grandes, mi carrera profesional, mi nombre, he sido yo. Repito, no tengo trabajo hace catorce meses. También he sufrido estrés, ansiedad y persecución, y mi salud se ha deteriorado. Son muchos los factores negativos que he sufrido. Dios permita que tenga la oportunidad de rehacer mi vida.

Usted ha dicho que tiene tres hijas. ¿Cómo aspira a que las traten los hombres con los que ellas tengan que ver en sus vidas personales y profesionales?

Ellas han recibido una buena educación. Dos son profesionales y la pequeña se vio perjudicada por la falta de dinero para continuar sus estudios universitarios. Como han sido formadas en un buen hogar, siempre han recibido un trato ejemplar, formación y criterio de educación tanto en los sitios donde han estudiado como los que han recibido en la casa.

Pero le pregunto: ¿cómo espera usted que las traten a ellas los hombres con quienes tengan que tratar en la vida cotidiana?

En la viña del señor hay de todo. Yo aspiro a que no tengan ningún inconveniente. Y si llega a pasar algo, ellas están preparadas para enfrentar esas situaciones y hacerse respetar. En la casa, abuelos, papá y mamá estaremos siempre dispuestos a apoyarlas en cualquier eventualidad.

Finalmente, en el proceso que afronta, ahora queda conocer la sentencia que dicte el juez y la determinación que tome sobre privación de su libertad o dejarlo libre. ¿Qué hará en caso de que el fallo sea más grave del que espera?

Me someto a lo que decida el juez. Simplemente, no quiere jugar a ser adivino. Solo me queda esperar la decisión.

Contradicciones entre lo firmado y lo aceptado por el exentrenador

Carolina Rozo, fisioterapeuta de la Selección femenina de fútbol antes dirigida por el entrenador que ella denunció penalmente, asegura que decidió hacer pública su situación cuando se dio cuenta de que era la única manera de que su caso prosperara, como en efecto ocurrió. Esta semana, en audiencia ante el juez, el denunciado, Didier Luna, de amplia trayectoria profesional en el trabajo futbolístico, aceptó haber cometido el delito de acoso sexual contra ella a pesar de que en la entrevista que él le da a El Espectador  en estas páginas, niega su responsabilidad, y proclama su inocencia. La contradicción entre lo que firmó ante el juez, las disculpas que le ofreció a la víctima y sus argumentos de hoy, se explica, según él, en que el acuerdo al que llegó, le permite cerrar el caso prontamente.  Otra contradicción que se encuentra entre lo que declara el exentrenador en este diario y lo que sucedió en el proceso, es que Luna insiste en que el acuerdo para ser condenado por un delito de menor entidad que el de acoso sexual (injuria por vía de hecho), fue propuesto por la denunciante y la fiscalía y no por él. En el proceso, sin embargo, consta que la iniciativa nace en su apoderado y que prosperó porque la fiscalía y la víctima la aceptaron. 

 

Diferencias entre acoso sexual e injuria por vías de hecho

Según el Código Penal colombiano, el delito de acoso sexual se tipifica en quien, en beneficio suyo o de un tercero y valiéndose de su superioridad manifiesta o de relaciones de autoridad, de poder, edad, sexo, posición laboral, social, familiar o económica, acose, persiga, hostigue o asedie física o verbalmente, con fines sexuales no consentidos, a otra persona”.  Para este delito se contempla una pena en prisión de  uno a tres años pero en el caso del exentrenador Didier Luna, iba a tener una connotación mayor porque se le imputaron condiciones de agravamiento. En lugar de este, y en virtud del acuerdo que beneficia a Luna y que este firmó, se le condenará por el delito de injuria por vía de hecho que en la legislación colombiana  “consiste en lesionar, a través de una acción o de una expresión, la dignidad de una persona perjudicando su reputación o atentando contra su propia estima” y ofendiendo su honor.  El agravio, en este caso, puede contener matices sexuales con un evidente ánimo lujurioso. No obstante la injuria por vías de hecho se considera una violación a la ley penal de menor gravedad que el acoso sexual motivo por el cual el fallo condenatorio contra Luna, será beneficioso para este.

Por Cecilia Orozco Tascón / Especial para El Espectador

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