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En medio de un escenario global marcado por la crisis climática, la transición energética y las tensiones geopolíticas, la Cumbre CELAC–Unión Europea 2025 celebrada en Santa Marta se convirtió en un punto de encuentro decisivo entre América Latina y Europa.
Teresa Ribera, vicepresidenta ejecutiva para una Transición Limpia, Justa y Competitiva de la Comisión Europea, y una de las voces más influyentes en la agenda climática europea, habló con El Espectador sobre los retos y oportunidades que abre el diálogo birregional en torno a la llamada “triple transición”: ecológica, digital y social.
Desde la defensa del Estado de derecho y la cooperación económica, hasta la necesidad de que la transición energética se construya “con justicia social” y con las comunidades en el centro, Ribera plantea una hoja de ruta compartida que combina ambición ambiental con inclusión territorial.
En la entrevista, reflexiona sobre la salida gradual de los combustibles fósiles, la diversificación económica, el papel del hidrógeno verde, la energía nuclear y las lecciones que puede ofrecer Europa a Colombia en su camino hacia un modelo más sostenible y equitativo.
La Cumbre Celac-UE fue un encuentro clave para avanzar en la triple transición, en un momento de incertidumbre política marcado por la diplomacia de Donald Trump. ¿Qué puede esperar América Latina y Colombia de estas negociaciones?
Yo creo que el hecho que los dos continentes estén reunidos en Santa Marta y hayan acordado una declaración conjunta abordando algunos de los temas más importantes de los intereses -pero también de nuestras necesidades de nuestras sociedades- es toda una definición de principios. Sabemos que juntos podemos resolver muchos de estos problemas, que juntos podemos defender algo capital en este momento de turbulencia: democracia, Estado de Derecho e inversión en progreso de nuestras sociedades. Creo que la identificación de problemas compartidos, pero también de prioridades compartidas en torno a clima, en torno a energía, economía, comercio y seguridad de los ciudadanos en nuestras sociedades es sumamente interesante y la voluntad de progresar y seguir construyendo juntos con iniciativas específicas también. Europa es el primer socio inversor en América Latina. Las relaciones comerciales son extraordinariamente importantes y pueden estar conectadas los dos continentes convirtiendo el área de comercio libre mundial más importante. Y eso es una expectativa de crecimiento, de riqueza, de progreso, de oportunidades para nuestras sociedades.
Europa ha aprendido que es capital no solamente trabajar respetando a las personas, poniendo a las personas en el centro, incluidas las comunidades locales en cualquier proceso, también en los procesos extractivos y mineros. Es fundamental mantener altos estándares ambientales, no podemos pensar que solamente computando los beneficios en el muy corto plazo se crea riqueza, no es verdad. Tenemos que tener presente que las sociedades esperan respecto de los derechos, oportunidades, beneficios locales, pero también mantenimiento de esos ecosistemas y recursos naturales que les van a seguir generando riqueza en el plazo medio.
Por tanto, Europa quiere seguir construyendo esa relación de asociación con América Latina y el Caribe, América Latina y el Caribe en un momento como este también de incertidumbre, creo que sabe y confía en que las relaciones con la Unión Europea son relaciones de amigos, de socios, de igual a igual importantes.
Hablaba de poner a las comunidades en el centro en todo este proceso de transición, que en Colombia ha tenido un impulso importante durante los últimos años y eso ha dejado también de retos en el camino de hacerlo con justicia social. ¿Qué lecciones ha dejado ese proceso en la Unión Europea que Colombia pueda tener en cuenta en la transición energética?
Los procesos de cambio tan importantes como los que estamos viviendo evidentemente tienen impactos desiguales y las personas que tienen menos capacidad para absorber las alteraciones en precios, la incidencia en las cualificaciones de los mercados laborales, es decir, consumidores y trabajadores esencialmente, pero no solo, se pueden ver enormemente afectados.
Por tanto, si queremos tener éxito en algo que es bueno per se, no podemos olvidar que es imprescindible siempre contar con medidas y políticas sociales. Es imprescindible contar con la participación, con la involucración, con la apropiación de esta agenda por las comunidades locales. Si no es muy difícil avanzar, si lo ven como una imposición, como una amenaza, es imprescindible tener presente cuáles son sus preocupaciones y atenderlas porque, entre otras cosas, conocen mejor el territorio, las circunstancias, las expectativas o los elementos emocionales de sus propias comunidades.
Pero es imprescindible también hacer una valoración de cuál es la incidencia que puede haber desde el punto de vista de empleo, de costes para la vida, pero también para el impacto en las economías familiares y pensar en cuáles son las mejores maneras para generar alternativas en aquellos sectores donde se produce el cambio y anticipar cuáles pueden ser las necesidades en los nuevos desarrollos industriales, económicos y energéticos que se puedan producir.
Todos sabemos que la necesidad de descarbonizar nuestras economías, de invertir en resiliencia y anticipación frente a los efectos del cambio climático, grandes inundaciones, grandes sequías, grandes incendios, es imprescindible. Pero también sabemos que el cambio del modelo productivo, el cambio del modelo energético, no impacta del mismo modo a la gente. Por tanto, tenemos que identificar dónde puede ser prioritario actuar y dónde, en todo caso, tenemos que estar pensando en cuáles son las alternativas que se construyen.
Esto es algo que hemos empezado a trabajar en Europa de forma importante. En unos casos está más avanzado que en otros. En el país del que procedo, en España, una de las cosas que hicimos y fue un ejercicio complicado, pero que procuramos hacer contando con la gente, fue la salida del carbón, el cierre de la minería del carbón, el cierre de las térmicas de carbón y cómo podíamos actuar sobre las comarcas, los territorios donde había estado concentrado durante generaciones, una actividad que lleva asociado solidaridad, respeto, ser el epicentro económico para ese entorno geográfico.
Yo creo que todo esto son aspectos que en cualquier proceso de cambio es imprescindible. Saber dónde queremos llegar, dónde pueden estar las dificultades, cómo las personas que se pueden enfrentar a ese cambio tienen que sentir que hay una solidaridad y pueden confiar en las instituciones. Pienso que la Unión Europea debe estar acompañando a aquellos que quieran hacerlo en la medida en que seamos capaces de aportar y de entender de igual a igual que en todo caso la mejor solución requiere siempre una implicación y una definición desde el territorio y no una imposición ni desde una autoridad nacional ni, por supuesto, de cualquier actor ajeno a la realidad.
Uno de los rezagos de la transición energética en Colombia tiene que ver con la falta de confianza que hay entre las empresas de energía eólica y las comunidades. ¿Qué acciones se pueden tomar desde la cooperación Colombia-UE para resolver este tema?
Yo creo que el desarrollo de un nuevo recurso eólico, un nuevo recurso solar. Y eso es algo que ha de ser gestionado de forma muy próxima a las comunidades locales.
Es importante además minimizar las afecciones, los impactos y es importante también que las comunidades locales se puedan beneficiar de aquello que ocurra. No tener la impresión de que esa generación y esa afección en el paisaje, en el territorio, que como digo en todo caso ha de ser minimizada, beneficia a otros y no a la propia comunidad. Dicho lo cual, también es verdad que con todo es una energía que tiende a ser, como digo, mucho más barata y mucho más ágil y con menor incidencia en el medio plazo.
El impacto en el territorio que puede tener una mina o que puede tener una central de carbón en el suelo, en el agua, no tiene color con respecto al impacto que pueda tener una central solar. Eso significa que todas son buenas, pues depende de cómo estén diseñadas, qué tamaño tienen o cómo se relacionen y cómo se ubican en el entorno donde evidentemente viven personas, hay vecinos, tienen expectativas y tienen que formar parte de esa decisión. Hay un punto que quiero tocar antes de que terminemos y es el hidrógeno verde.
La Unión Europea, y sobre todo España, han tenido debates muy importantes alrededor de la energía nuclear en ese camino para la transición energética. En Colombia estamos tramitando la primera ley nuclear. ¿Qué posición tiene la Unión Europea frente al desarrollo de estas tecnologías, que además de ser una fuente energética tienen unas implicaciones geopolíticas?
En la Unión Europea hay una regla importante en torno a la generación eléctrica en nuestros países. Es que cada cual decide cuáles son las mejores combinaciones de generación de capacidad instalada en su territorio y ha de gestionarlo de forma que funcione bien conectado a los sistemas eléctricos de otros países vecinos. Y las realidades son muy diferentes. Hay algunos Estados miembros donde el desarrollo nuclear es parte de la identidad nacional y de la capacidad técnica desarrollada durante muchos años y hay países miembros donde hay un rechazo muy importante a la energía nuclear.
Ha de funcionar de forma segura, estable. Todos queremos que además contemos, podamos contar con energía que sea a precios asequibles y que esté disponible rápidamente. Y es verdad que eso es un desafío. La instalación de capacidad renovable en muchas ocasiones es mucho más ágil, mucho más rápida que la instalación de una central nuclear convencional. Creo que en esto hay que ser extraordinariamente cuidadoso y cada cual ha de evaluar sus posibilidades. Es posible que haya sitios donde no haya sol, donde no haya viento, donde no haya geotermia, donde no haya hidroelectricidad y por tanto tengan que pensar en otras formas de energía limpia.
Yo creo que el ejercicio que seguro está haciendo Colombia es evaluar cuáles son las distintas alternativas y combinaciones para poder garantizar energía segura, asequible, limpia, moderna, sin que genere dependencias que se conviertan en una vulnerabilidad y buscando cómo transformar un sistema que por razones obvias ha estado pasada. Yo no diría mayoritariamente porque tienen un sistema muy rico, muy diverso, pero donde el peso de los combustibles fósiles sigue estando presente. Y estando presente también en las comunidades.
Hay un fuerte interés de Europa en el desarrollo de proyectos de hidrógeno verde. ¿Qué oportunidades ven en Colombia para invertir en ese sector?
Bueno, se han identificado proyectos en todo el continente y también en Colombia la posibilidad de producir hidrógeno renovable que lo habitual es que se produzca a partir de los excedentes de la generación renovable que en un determinado momento no son consumidas en tiempo real por el sistema eléctrico y, por tanto, se aprovecha para que los electrolizadores nos permitan obtener hidrógeno verde. Creo que es una de las soluciones que tenemos que incorporar.
Hay determinados consumos que no pueden ser sustituidos por electricidad y, por tanto, entre los gases no contaminantes que pueden ser empleados uno de ellos es el hidrógeno. El hidrógeno de origen renovable tiene otras ventajas dentro del equilibrio del sistema. Yo creo que lo hemos visto en Chile con muchos recursos solares excedentes.
Lo hemos visto en zonas con un gran potencial eólico. Yo creo que el punto correcto es el equilibrio entre cómo, dónde, de qué manera y con qué seguridad, desde el punto de vista de estándares ambientales, sociales, participación, financiación, acaba encontrando cada proyecto. Es verdad que hay un interés importante por el hidrógeno renovable y que, por tanto, habrá una capacidad de financiación de esos proyectos. Habrá que hacerlo siempre de forma respetuosa y con calidad, tanto desde el punto de vista social como ambiental.
¿Qué espera que salga en términos de transición energética, que al final fue uno de los ejes de esta cumbre, en la declaración final que se conocerá en unas horas?
La apuesta que hace la región, no solamente por la transformación de su sistema energético, sino por el aprovechamiento de los recursos propios. Esto no es más sino contar con energía de tu propia casa y no dependiendo de otros, pero también de la cooperación regional, interregional y subregional, es decir, cómo la apuesta por la interconexión entre los distintos sistemas eléctricos o la modernización de las redes de distribución en los países o el acompañamiento a la integración de renovables bien gestionadas, bien planteadas.
Debe ser una oportunidad para trabajar juntos. Y cuando digo trabajar juntos no me refiero solamente que trabajemos entre reguladores para aprender sobre cuáles son las mejores fórmulas de regular, sino la manera en la que pueda haber unas oportunidades de inversión que cuenten con avales o garantías o préstamos en buenas condiciones y que permita que haya desarrollos conjuntos entre empresas de América Latina, empresas europeas que combinen capacidades, conocimiento y aporten soluciones que duren y puedan funcionar tranquilamente para bien de todos.