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Ya son nueve años desde que Lina Álvarez y Melissa Quiroga, jóvenes estudiantes de Comunicación Social y Periodismo, crearon en Villavicencio al Cuarto Mosquetero, un medio de comunicación alternativo y popular que se inició con un proceso de formación a niños y jóvenes del asentamiento Villa Lorena y La Nohora, en la capital del Meta. A este proceso lo llamaron “Reporteritos y reporteritas populares” y desde su creación ha formado a más de 830 niños y niñas en comunicación, género, defensa del territorio y construcción de paz en 12 municipios de los departamentos del Meta, Guaviare, Santander y Cundinamarca.
En entrevista con El Espectador, Lina Álvarez afirmó que este espacio de formación fue inspirado en su experiencia de niña en un club radial en el colegio. Esto con el fin de brindarle a la juventud un proyecto de vida diferente.
“Creamos el proceso en dos zonas vulnerables de Villavicencio, donde había microtráfico, buscando que los niños y jóvenes pudieran tener un proyecto de vida diferente. Así iniciamos, y las comunidades empezaron a hablarnos de la necesidad de tener un medio de comunicación en el que pudieran tener realmente una participación constante; sus voces fueron escuchadas. Así es que empezó a crecer el Cuarto Mosquetero, manteniendo la línea formativa y de trabajo de base, pero también haciendo periodismo de investigación”, afirmó.
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Al espacio no solo se iban sumando los niños y jóvenes de estos barrios en Villavicencio, sino también sus familiares, instituciones educativas y comunidad para aprender sobre procesos de comunicación y generar conciencia sobre cómo erradicar la violencia basada en género.
“Hemos conocido sobre política de la mujer y diversidad de género. Mi familia se ha sumado y eso nos ha ayudado a unirnos más, a poder hablar de ciertos temas que ya no son tabú y ver los diferentes puntos de vista”, comentó Lisbeth Aroca Malambo, una de las participantes y ahora voluntaria del Cuarto Mosquetero.
Los temas de género se convirtieron en un eje central de su labor periodística y de formación comunicativa, pues, según expuso su directora, en el departamento se presentan muchas violencias basadas en género. Por ejemplo, datos del Observatorio Nacional de Violencias de Género muestran que la Fiscalía documentó que más de 6.000 personas fueron víctimas de violencia intrafamiliar en el Meta entre 2018 a 2023.
Además, el contexto social que vivía el país en 2015 ―año en que surgió el Cuarto Mosquetero― con las negociaciones y posterior firma del Acuerdo Final de Paz con la extinta guerrilla de las FARC-EP, llevó a integrar el eje de paz a la ecuación. Así nació la Escuela Itinerante de Comunicación para la Paz en 2021, donde participaron unas 400 personas firmantes de paz, campesinos, víctimas del conflicto armado, migrantes y población étnica del sur del Meta y el norte del Guaviare.
“A veces, el desconocimiento lleva a tener un lenguaje estigmatizante, machista y violento no solo hacia las mujeres, sino también los campesinos, excombatientes y demás población del territorio. Ahí hemos hecho ejercicios de capacitación no solo en la capital, sino también en municipios aledaños”, comentó Álvarez.
Al realizar su trabajo entre la región Amazónica (Guaviare) y la Orinoquia (Meta), principalmente, también establecieron la defensa del territorio y la cultura como otro eje central de sus procesos de comunicación y formación. Para su actual directora, su apuesta es amplificar las voces de la Amazorinoquia y los conflictos socioambientales que allí se viven. Uno de esos ejercicios periodísticos fue el documental Abunda el dinero blanco, persiste el hambre en el Guayabero, ganador de premios en dos festivales de cine, donde exponen el impacto de la guerra contra las drogas en esta región del sur del Meta y el norte del Guaviare.
Con el paso del tiempo, el Cuarto ―como lo llaman sus integrantes y los pobladores de la región― siguió consolidando su línea de formación y terminó siendo la escuela de muchos periodistas de la región que dieron sus primeros pasos profesionales allí. “Cuando nosotras iniciamos, no lo hicimos con la concepción de que queríamos ser todas mujeres y que íbamos a ser un medio con enfoque feminista, pero creo que las cosas fueron llevándonos a ello”, señaló Álvarez.
El equipo base lo conforman 20 personas, en su mayoría mujeres, y un equipo de unos 30 voluntarios de varias partes del país. Una de ellas es Lisbeth Aroca Malambo, quien le explicó a esta redacción que su motivación es contar las historias de su territorio, especialmente en temas de mujer y género, y animar a más mujeres a hacerlo.
Construcción en colectivo
Uno de los aspectos que destacan los pobladores de la región sobre el trabajo del Cuarto Mosquetero es el trabajo colaborativo y que las comunidades también aportan a la producción de contenidos periodísticos e informativos sobre sus territorios y replican con sus vecinos el contenido aprendido en diferentes espacios de formación.
Los espacios de formación y la comunicación constante con las comunidades ―principalmente rurales― es vista, por unos, como un camino para disminuir brechas y visibilizar problemáticas que de otra forma no se conocerían. Otros la consideran la oportunidad de que exista participación juvenil y fortalecimiento de liderazgos; y entender la comunicación desde otras perspectivas y enfoques.
“Nos han dado la fortaleza para perder el miedo a hablar, saber cómo manejar el público y decir lo que se siente y piensa, que muchas veces no lo dijimos por temor a que se cortara la comunicación o a socializar”, afirmó Adila Sanabria, habitante de la zona rural de Villavicencio, quien ahora hace parte de la Junta de Acción Comunal de su territorio y le contó a esta redacción que no solo ha sido importante para ella, sino también para sus hijas y vecinas, pues incluso han creado redes de comunicación. Por ejemplo, en temas de género han podido replicar información sobre prevención y canales de denuncia.
“Uno muchas veces, por falta de conocimiento, se quedaba callada, pero ahora hemos aprendido mucho y sabemos cómo defendernos de muchas violencias como las psicológicas y conocer las líneas de apoyo. También hemos podido hablar de esos temas difíciles con nuestras hijas y otras personas”, expresó Sanabria.
Además del trabajo que realizan las personas en el territorio, el Cuarto Mosquetero ha trabajado denuncias que llegan a través de sus canales. Casos de escrache —es decir, denuncias públicas hacia una persona a la que se le acusa de haber cometido un delito— o de acoso sexual, entre otros, han sido algunos de ellos. Lina Álvarez afirmó que no se quedan solo en el aspecto informativo, sino que van más allá, generando conexiones entre aquellas personas que denuncian con organizaciones y entidades encargadas de activar las rutas de atención en las ciudades del departamento.
Estas acciones también han alcanzado espacios educativos donde la población estudiantil ha empezado a identificar y denunciar casos de acoso que se presentan en sus colegios. Incluso, entre ellas mismas han compartido material pedagógico de los procesos de formación con el medio de comunicación para informar a sus compañeras de qué hacer, a dónde acudir y cómo identificar estas violencias.
En entrevista con Ana Beatriz Rintá, rectora de la Institución Puente Amarillo de Restrepo (Meta), manifestó que la articulación con medios de comunicación e instituciones educativas ha brindado una oportunidad para complementar y tejer nuevas reflexiones. “El enfoque de género ha sido para las niñas en el colegio la posibilidad de empoderarse como mujeres. Uno como maestro, formado en otros paradigmas, no tiene la suficiente capacidad e idoneidad de poder hablar de estos temas como lo hacen ellas [las personas del Cuarto Mosquetero], jóvenes que pueden aportar otras formas de ver el mundo y refrescar las mentes del estudiantado”, afirmó la rectora.
Todas estas acciones desde el periodismo independiente hacen parte de una apuesta que tienen sus fundadoras y es ver este oficio como una forma de transformación social y de potenciar las acciones que se realizan desde lo comunitario. Desde un componente pedagógico se busca que, más allá de informar, sus audiencias y quienes participan en sus procesos de formación identifiquen cuándo están sufriendo violencia basada en género y replicando prejuicios o estereotipos para que se cuestionen sus comportamientos y formas de ver el mundo.
“En el día a día y en todo lo que hacemos, trabajando con un enfoque de género y priorizamos que nuestros contenidos informen, pero también se esté haciendo pedagogía”, comentó Lina Álvarez.
Los retos de informar con enfoque de género
Apostarle a hacer un periodismo independiente y con enfoque de género no ha sido tarea fácil ni ha estado exenta de cuestionamientos por tener una perspectiva inclusiva, en términos de raza, género y edad. Además, ser mujer joven y directora de un medio llevó a Lina y a sus integrantes a luchar por un espacio, credibilidad y respeto en el medio.
“A mí muchas veces me preguntaron quién era el adulto a cargo y siempre esperaban que fuera un hombre. Me decían ‘son unas niñas jugando a hacer periodismo’, ‘de utopías no se vive’, ‘se van a cansar, el periodismo que ustedes hacen no es rentable’... Siento que minimizan mucho nuestra capacidad de poder gestionar”, recordó Lina Álvarez.
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Sus decisiones editoriales como no publicar ningún artículo donde las voces sean solo masculinas y el uso de un lenguaje inclusivo en las notas han sido blanco de críticas. Lina deja muy claro que no es un tema de apariencia, sino de coherencia y para formar a una audiencia que ya tiene claro qué se va a encontrar en su portal.
En medio de las adversidades, se han abierto campo en el sector de la región y aunque el reto de la financiación es constante y una gran limitante para expandirse, sigue siendo una meta del equipo para llegar a más zonas del país, especialmente de la Amazorinoquia.
