Luego de tres años de gestión, Maria Fernanda Reyes Roa, directora ejecutiva del Fondo Mujer Libre y Productiva de la Vicepresidencia de la República*, reconoce a las más de 67.000 mujeres beneficiarias del programa, una iniciativa que impulsa políticas públicas orientadas a fortalecer la autonomía económica de las mujeres en todo el país. El Fondo Mujer trabaja en tres estrategias clave: Mujer Emprende, Inclusión Financiera y Autonomía Económica, con el propósito de reducir las brechas de género.
En esta entrevista, Maria Fernanda Reyes Roa comparte el legado del Fondo Mujer Libre y Productiva, una iniciativa del Gobierno Nacional que acompaña a las mujeres en la construcción de sus proyectos de vida, la realización de sus sueños y el fortalecimiento de comunidades más justas y equitativas.
¿Cuáles son para usted los principales logros del Fondo Mujer Libre y Productiva?
Haber llegado a 32 departamentos, 1.020 municipios en todo el país y tener más de 67.000 mujeres beneficiadas de los programas de emprendimiento, inclusión financiera y autonomía económica del Fondo Mujer (entre agosto de 2022 y septiembre de 2025) es un logro en sí mismo, pero también el hecho de poder constituir, fortalecer y robustecer la institucionalidad pública que atiende a las mujeres en Colombia.
Así como tener presupuestos asignados, dedicar recursos para que se hagan acciones concretas que apoyen la autonomía económica de las mujeres es un logro gigante. Tanto es así que el Fondo Mujer no solamente ha recibido reconocimientos internacionales, sino que también en espacios de cooperación internacional, tanto de Cancillería como de la Agencia de Cooperación de Colombia, nos reconocen y hacemos parte del portafolio de buenas prácticas. Son pocos los países que han logrado tener una institución que se dedique no solamente a la garantía de los derechos en general, sino a la garantía de los derechos económicos y los programas específicos para que las mujeres puedan tomar decisiones financieras y prepararse para tener autonomía económica.
Eso nos llena de orgullo y nos plantea una gran responsabilidad: seguir fortaleciendo esta institución. También refleja un compromiso de país, que demanda más iniciativas de este tipo y, sobre todo, la continuidad del trabajo que las mujeres de todo el territorio merecen.
¿Por qué un programa como este es necesario hoy en día? Es decir, ¿cuál es la realidad a la que el Fondo Mujer intenta enfrentar?
Son varios los factores. Primero, sabemos que las brechas de género siguen estando presentes. Temas como nuestro ciclo de vida, por ejemplo, la maternidad o ser las más educadas, pero las menos remuneradas, siguen siendo realidades en nuestro medio, siguen poniendo barreras para que nosotras no solamente podamos acceder a trabajos o emprendimientos dignos, sino también a que podamos tener acceso a acumular capital, a tener activos, a acceder a créditos.
Adicionalmente es importante tener estos programas porque son una apuesta por el cierre de brechas, por la igualdad y sobre todo por reconocer a las mujeres como agentes de transformación en sus territorios y sus comunidades. El propósito es ver cómo podemos fortalecer sus liderazgos, su toma de decisiones y seguir multiplicando los resultados que muchas de ellas tienen en sus comunidades.
Tenemos un estudio con Confecámaras que respalda el hecho de que las empresas de mujeres suelen contratar más mujeres, y son empresas que suelen tener en cuenta a toda la familia: cuando una mujer tiene una idea de negocio y genera ingresos, no está pensando solo en ella, sino en todo su entorno y por eso su comunidad crece con ella.
Las mujeres traemos a la mesa una forma diferente de hacer las cosas y en ese sentido vale la pena seguir fortaleciendo un liderazgo que sea complementario al que históricamente hemos vivido. Las mujeres también traemos innovación.
Claramente las empresas, los emprendimientos, las comunidades que le apuestan a la inclusión de las mujeres en todas sus diversidades son más innovadoras en la medida en que piensan los mismos problemas desde perspectivas diferentes.
Uno de los cuellos de botella que hoy tienen en muchos países desarrollados asociados al envejecimiento poblacional es precisamente la falta de innovación y esta no solamente se logra a través de las personas jóvenes y de los migrantes que, por supuesto, tienen bastante que aportar, sino de poder incluir a las personas en todas sus diversidades.
¿A qué tipos de ayudas o formación han accedido las beneficiarias?
A través de la estrategia Mujer Emprende hemos logrado acompañar a 10.510 mujeres en su diversidad. Es una iniciativa que brinda asistencia técnica y activos productivos para fortalecer sus unidades productivas, y que además impulsa capacidades en gobierno corporativo, toma de decisiones financieras e inclusión. Es un acompañamiento integral 360°.
Otra muy importante es nuestra línea y estrategia de Inclusión Financiera. Acá estamos convencidas de que las mujeres necesitamos ocupar los espacios de manejo de dinero con mucho más protagonismo. Por eso, hemos tenido alianzas muy relevantes con el Banco Agrario, por ejemplo, con Bancoldex, con Finagro, para lograr que las mujeres puedan acceder a créditos en unas condiciones más blandas, pero adicionalmente premiar su comportamiento de pago.
Dentro de esa estrategia de Inclusión Financiera también fortalecimos los grupos de ahorro y crédito local. En muchas de nuestras familias vimos cómo se construía el segundo piso de la casa, se pagaba la universidad de los hijos o se lograba celebrar cumpleaños a través de este esquema de cadenas en donde se junta la gente a ahorrar y se va prestando sobre esa bolsa común de recursos que se construye.
Muchas de las mujeres que no logran acceder al sistema financiero ahorran y construyen capital a través de estos grupos de ahorro. Tuvimos dos programas que fortalecían esos esquemas, que además construyen comunidad, confianza y asociatividad, y eso también ha sido clave para seguir premiando a las mujeres, pues somos las más ahorradoras, pero a quienes también en muchas ocasiones nos cobran tasas más altas, aun cuando somos las mejores pagas.
Tenemos otra estrategia, la de Autonomía Económica, que busca acompañar a las mujeres en tres ejes principales: formación en autonomía económica, en donde tuvimos un diplomado y diferentes programas de formación para el emprendimiento en educación financiera, para que las mujeres puedan fortalecer sus habilidades en autonomía económica. A veces ni siquiera entendemos a qué hace referencia la autonomía económica y por qué es relevante, pero va más allá de la generación de ingresos, pues aborda también la capacidad de tomar decisiones sobre mi proyecto de vida, cómo todo lo que hago permite que yo cumpla mis sueños y cómo el manejo de recursos tiene que colaborar y construir también mi realidad como persona.
Entonces, tenemos toda una escuela de autonomía económica con la Universidad Nacional Abierta y a Distancia, adicionalmente otros programas de educación financiera. Asimismo, tenemos una estrategia para fortalecer los liderazgos y las unidades de cuidado comunitario a través de un programa que hemos desarrollado en el marco del CONPES de cuidado en conjunto con el Ministerio de la Igualdad, un iniciativa pionera, única, que reconoce cómo las cargas de cuidado han estado históricamente en las mujeres y que busca visibilizarlas y empoderarlas.
Tenemos otro programa de empleo, una línea fundamental porque entendemos que no todas pueden ser emprendedoras, para muchas el ser empleadas es una excelente oportunidad para su proyecto de vida. El objetivo es cerrar brechas, lograr que las mujeres tengan más y mejores trabajos y también que logren mantenerse en el mercado laboral.
Hoy tenemos atención a mujeres de diferentes grupos étnicos, el grueso de nuestras beneficiarias, más del 70 %, hacen parte de los primeros niveles de Sisbén, así como intervenciones que están en zonas que normalmente han sido subatendidas, zonas rurales, en departamentos de la Orinoquía, del Pacífico colombiano, del Caribe, en donde pocas veces llega la oferta institucional y la nacional.
Ha sido todo un trabajo de despliegue territorial enorme que hemos consolidado en los últimos tres años.
¿Cuánto se ha invertido en estas estrategias?
En los últimos tres años hemos invertido COP 354.000 millones. De esos, un tercio han sido recursos nuestros y hemos logrado apalancar dos tercios de los recursos, para programas como los de crédito con entidades financieras públicas como Banco Agrario y Finagro y con aliados como el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural y el Ministerio de la Igualdad.
Esto es importante porque no solamente quiere decir que hay una disponibilidad presupuestal, al hablar de COP 354.000 millones y cómo estos programas se fortalecen en la medida en que unimos esfuerzos institucionales.
Estos aliados han sido del sector público, pero también del sector privado. Tenemos programas tripartitos en donde están el Ministerio de la Igualdad, la Cámara de la Diversidad, y nosotras como Fondo Mujer Libre y Productiva.
Una de las cosas que más nos mencionan cuando vamos a hacer evaluación de resultados de nuestra gestión es cómo ha aumentado la capacidad de toma de decisiones y la autonomía económica. Son mujeres que, una vez pasan por nuestros programas, la formación, información y activos o incentivos que reciben, han permitido que tengan más confianza en sí mismas y que sepan que su voz cuenta, que su historia de vida y lo que han aprendido es valioso y que vale la pena seguirlo cultivando, volverlo un modelo para su comunidad y su familia.
¿Y cómo han impactado la vida y la cotidianidad de estas mujeres?
Acceder a la oferta pública institucional también genera confianza. Que sepan que acceden por sus capacidades y que tienen quién las acompañe a emprender, conseguir un empleo de calidad o quién reconozca su labor como cuidadoras.
Este apoyo también genera un aumento de confianza de las mujeres en ellas mismas, pero también en el sector público y en la sociedad, que les reconoce el trabajo que hacen.
Y por supuesto, todo el enfoque territorial e interseccional: llegamos a comunidades y a mujeres en todos los niveles geográficos, económicos, educativos. Eso también hace que se vaya igualando la cancha para que todas podamos jugar en el mismo escenario.
¿Cómo hacer sostenibles todo este esfuerzo y sus resultados, que perduren en el tiempo?
Hacer sostenible el Fondo Mujer en sí mismo es un compromiso del gobierno, pero también de la sociedad civil: en la medida en que las mujeres exigimos que exista una institucionalidad que responda no solamente a la agenda tradicional de género, sino a esta nueva agenda de derechos económicos, patrimoniales y de autonomía económica, pues en este tipo de espacios se desarrollan y fortalecen.
De cara a las intervenciones que hacemos, buscamos siempre generar capacidades, que las asociaciones, organizaciones, empresas y las mujeres en general estén en capacidad de hacer réplica de las metodologías que hemos desarrollado. Por ejemplo, en el programa de empleo, no solamente buscamos una iniciativa que conecte a mujeres que buscan empleo con empresas que tienen las vacantes, sino que también hemos desarrollado una estrategia de mentoras de empleabilidad, que son mujeres de las comunidades que han pasado por nuestros programas, que ayudan a otras a contarles sobre el Servicio Público de Empleo o las bolsas de empleo, las cajas de compensación o cómo preparar una hoja de vida. Es un conocimiento que les entregamos a las mujeres para que lo puedan multiplicar en sus comunidades.
Tenemos mentoras financieras y de emprendimiento porque sabemos que la sostenibilidad de los programas también se construye con las mujeres que han sostenido por años la construcción de paz y territorial. El objetivo es darles herramientas para que dentro de su liderazgo y sus legados fomenten la autonomía económica.
También hacemos dotación de activos productivos. Buscamos dar más activos que capital de trabajo para que generen una acumulación de capital, lo cual genera un cambio de cultura: cuando uno ve a las mujeres pedir un crédito, muchas están buscando financiar la planta de personal o los insumos para su negocio, cosas más asociadas al capital de trabajo, y pocas veces o en menor medida toman decisiones de inversión. Aquí es clave mover la cultura hacia la toma de decisiones de inversión porque es la que puede garantizar que crezcan y que los resultados sean duraderos.
* El Fondo Mujer Libre y Productiva es un Patrimonio Autónomo administrado por Fiducoldex, sociedad fiduciaria que hace parte del conglomerado financiero liderado por Grupo Bicentenario, con sólida experiencia en la prestación de servicios financieros fiduciarios, lo cual garantiza una administración transparente y eficiente, alineada con las prioridades de desarrollo económico del país.