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                                                                                                                              El clamor por los derechos de las privadas de la libertad

                                                                                                                              En los centros de reclusión femenina, ellas se enfrentan a condiciones que atentan contra su integridad. Promover alternativas a la prisión es uno de los temas que estas mujeres solicitan al nuevo gobierno.

                                                                                                                              Laura Alejandra Moreno Urriaga

                                                                                                                              Redactora - Impacto Mujer
                                                                                                                              Solo el 65 % de las mujeres que sufren la prisión están condenadas. / El Espectador.
                                                                                                                              Foto: LIZ DURAN/EL ESPECTADOR - LIZ DURAN

                                                                                                                              Falta de acceso al agua, a productos para gestionar su menstruación, a citas médicas y dificultades para mantener contacto con sus hijos son solo algunos de los problemas a los que cada día se enfrentan las 6.749 mujeres que están privadas de la libertad en el país.

                                                                                                                              De la población reclusa, las mujeres representan el 6,9 %, pero, aunque el porcentaje es bajo y se pensaría que esto permite atender su derecho a una vida digna de forma más eficiente que en el caso de los hombres, que son el 93,1 %, las condiciones de precariedad son las mismas, y en algunos casos, peores.

                                                                                                                              Con corte a julio de 2022, el Inpec reportó que se tienen seis establecimientos para la reclusión de mujeres en Bogotá, Popayán, Bucaramanga, Pereira, Manizales y Armenia. Además, en algunos centros para hombres existen pabellones para mujeres y las que están en los centros de Cartagena y Riohacha están de forma provisional.

                                                                                                                              Read more!

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                                                                                                                              Lee también: “Necesitamos pasar del papel a la práctica”: el reclamo por los derechos afro

                                                                                                                              Un paso importante para disminuir el hacinamiento, de acuerdo con María Isabel Mora, asesora de la Clínica Jurídica Grupo de Prisiones de la Universidad de Los Andes, es disminuir la reclusión de mujeres que no han sido condenadas. Solo el 65 % de las mujeres en prisión están condenadas, mientras que el 35 % restante se encuentran sindicadas.

                                                                                                                              Además del hacinamiento, la falta de acceso a salud, a condiciones de salubridad, a alimentación adecuada y la negación de otros derechos han llevado a la declaración del estado de cosas inconstitucional en el sistema penitenciario y carcelario en dos ocasiones. La primera fue en 1998, la segunda en 2013, y fue reiterada por la Corte Constitucional mediante la sentencia T-762 de 2015.

                                                                                                                              El Inpec asegura que a las mujeres privadas de la libertad se “les brinda una atención integral que garantiza sus derechos fundamentales, en el marco del respeto y la protección, teniendo en cuenta que constituyen un grupo poblacional que, desde los mandatos constitucionales y tratados internacionales, se le reconoce una condición de especial vulnerabilidad por la naturaleza de sus circunstancias legales y por sexo”. Sin embargo, la realidad dista de estas aseveraciones.

                                                                                                                              Read more!

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                                                                                                                              No ad for you

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                                                                                                                              También te puede interesar: Los riesgos de ser mujer habitante de calle

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                                                                                                                              Pero como cuenta Cardona, esta no es una situación que se haya presentado por la pandemia. Jenny Marcela Pérez estuvo hace un poco más de cinco años recluida en el centro penitenciario El Buen Pastor en Bogotá y de su estadía por seis años recuerda que tanto el estado de los alimentos como las condiciones para recibirlo no eras dignas.

                                                                                                                              No ad for you

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                                                                                                                              No ad for you

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                                                                                                                              Pero aun con esas medidas, la infraestructura tampoco mejora de forma significativa. Mujeres que estuvieron privadas de la libertad, también en Bogotá, aseguran que las condiciones de las celdas y de los baños no les garantizaron su derecho a la salud mientras estuvieron en prisión. Goteras, humedad, óxido y pocos implementos para asear el lugar fueron las principales razones que argumentaron.

                                                                                                                              No ad for you

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                                                                                                                              No ad for you

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                                                                                                                              El informe de Mujeres Libres y Corporación Humanas narra la escasez de servicios que se vivió en Bogotá. “Durante los tres meses, al menos en cincuenta días no hubo atención en sanidad ni se programaron citas médicas, aun cuando se encontraba un médico de turno en la mañana, uno en la tarde junto a dos enfermeras, y un médico y una enfermera en la noche”.

                                                                                                                              No ad for you

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                                                                                                                              “Nos daban un rollo de papel higiénico y 10 toallas higiénicas cada tres meses”, recuerda Rivera. Pérez, por su parte, cuenta que, aunque ella mitigó el problema con la ayuda de sus padres que le enviaban toallas higiénicas cuando podían, “muchas mujeres están completamente solas, o sus familias viven en otras ciudades y para ellas era terrible; tenían que ponerse trapos, medias, gritaban en el patio que cambiaban un cigarrillo por una toalla”.

                                                                                                                              No ad for you

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                                                                                                                              No ad for you

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                                                                                                                              No ad for you

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                                                                                                                              El proceso de resocialización, en el que las organizaciones piden hacer énfasis desde el gobierno, además de contemplar las alternativas de servicio público para cumplir la condena, también deben tener en cuenta la atención psicosocial de las mujeres y sus familias. “El contacto con el mundo es esencial para la resocialización y durante la pandemia se limitó a videollamadas cortas y vigiladas que dificultan todo el proceso que viene en la vida en libertad”, dice Cardona.

                                                                                                                              No ad for you

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                                                                                                                              Solo el 65 % de las mujeres que sufren la prisión están condenadas. / El Espectador.
                                                                                                                              Foto: LIZ DURAN/EL ESPECTADOR - LIZ DURAN

                                                                                                                              Falta de acceso al agua, a productos para gestionar su menstruación, a citas médicas y dificultades para mantener contacto con sus hijos son solo algunos de los problemas a los que cada día se enfrentan las 6.749 mujeres que están privadas de la libertad en el país.

                                                                                                                              De la población reclusa, las mujeres representan el 6,9 %, pero, aunque el porcentaje es bajo y se pensaría que esto permite atender su derecho a una vida digna de forma más eficiente que en el caso de los hombres, que son el 93,1 %, las condiciones de precariedad son las mismas, y en algunos casos, peores.

                                                                                                                              Con corte a julio de 2022, el Inpec reportó que se tienen seis establecimientos para la reclusión de mujeres en Bogotá, Popayán, Bucaramanga, Pereira, Manizales y Armenia. Además, en algunos centros para hombres existen pabellones para mujeres y las que están en los centros de Cartagena y Riohacha están de forma provisional.

                                                                                                                              Read more!

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                                                                                                                              Lee también: “Necesitamos pasar del papel a la práctica”: el reclamo por los derechos afro

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                                                                                                                              Además del hacinamiento, la falta de acceso a salud, a condiciones de salubridad, a alimentación adecuada y la negación de otros derechos han llevado a la declaración del estado de cosas inconstitucional en el sistema penitenciario y carcelario en dos ocasiones. La primera fue en 1998, la segunda en 2013, y fue reiterada por la Corte Constitucional mediante la sentencia T-762 de 2015.

                                                                                                                              El Inpec asegura que a las mujeres privadas de la libertad se “les brinda una atención integral que garantiza sus derechos fundamentales, en el marco del respeto y la protección, teniendo en cuenta que constituyen un grupo poblacional que, desde los mandatos constitucionales y tratados internacionales, se le reconoce una condición de especial vulnerabilidad por la naturaleza de sus circunstancias legales y por sexo”. Sin embargo, la realidad dista de estas aseveraciones.

                                                                                                                              Read more!

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                                                                                                                              No ad for you

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                                                                                                                              También te puede interesar: Los riesgos de ser mujer habitante de calle

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                                                                                                                              Pero como cuenta Cardona, esta no es una situación que se haya presentado por la pandemia. Jenny Marcela Pérez estuvo hace un poco más de cinco años recluida en el centro penitenciario El Buen Pastor en Bogotá y de su estadía por seis años recuerda que tanto el estado de los alimentos como las condiciones para recibirlo no eras dignas.

                                                                                                                              No ad for you

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                                                                                                                              No ad for you

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                                                                                                                              Pero aun con esas medidas, la infraestructura tampoco mejora de forma significativa. Mujeres que estuvieron privadas de la libertad, también en Bogotá, aseguran que las condiciones de las celdas y de los baños no les garantizaron su derecho a la salud mientras estuvieron en prisión. Goteras, humedad, óxido y pocos implementos para asear el lugar fueron las principales razones que argumentaron.

                                                                                                                              No ad for you

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                                                                                                                              No ad for you

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                                                                                                                              El informe de Mujeres Libres y Corporación Humanas narra la escasez de servicios que se vivió en Bogotá. “Durante los tres meses, al menos en cincuenta días no hubo atención en sanidad ni se programaron citas médicas, aun cuando se encontraba un médico de turno en la mañana, uno en la tarde junto a dos enfermeras, y un médico y una enfermera en la noche”.

                                                                                                                              No ad for you

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                                                                                                                              “Nos daban un rollo de papel higiénico y 10 toallas higiénicas cada tres meses”, recuerda Rivera. Pérez, por su parte, cuenta que, aunque ella mitigó el problema con la ayuda de sus padres que le enviaban toallas higiénicas cuando podían, “muchas mujeres están completamente solas, o sus familias viven en otras ciudades y para ellas era terrible; tenían que ponerse trapos, medias, gritaban en el patio que cambiaban un cigarrillo por una toalla”.

                                                                                                                              No ad for you

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                                                                                                                              No ad for you

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                                                                                                                              No ad for you

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                                                                                                                              El proceso de resocialización, en el que las organizaciones piden hacer énfasis desde el gobierno, además de contemplar las alternativas de servicio público para cumplir la condena, también deben tener en cuenta la atención psicosocial de las mujeres y sus familias. “El contacto con el mundo es esencial para la resocialización y durante la pandemia se limitó a videollamadas cortas y vigiladas que dificultan todo el proceso que viene en la vida en libertad”, dice Cardona.

                                                                                                                              No ad for you

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                                                                                                                              Por Laura Alejandra Moreno Urriaga

                                                                                                                              Comunicadora y periodista de la U. Javeriana. Hago parte del equipo editorial de Impacto Mujer en El Espectador. He trabajado como periodista en temas de género, verdad y conflicto. También en coordinación de proyectos de innovación social y estrategias de contenidos multimedia.@lamorenourlamoreno@elespectador.com

                                                                                                                              Ver todas las noticias
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