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En cada territorio del país hay una mujer que está construyendo futuro con sus propias manos. Mujeres que, con una idea y un sueño, levantan emprendimientos que sostienen a sus familias, fortalecen sus comunidades y les permiten tomar decisiones sobre sus vidas. Ellas son fuerza, son creatividad, son ese impulso silencioso que transforma realidades todos los días.
En el Día Internacional de las Mujeres Emprendedoras, presentamos Emprender con Poder, una serie audiovisual de El Espectador junto al Fondo Mujer Libre y Productiva de la Vicepresidencia y la iniciativa Impacto Mujer. Aquí, Diana, Jessica, Mercedes y Luisa nos invitan a entrar en su mundo: el de mujeres que sueñan, planifican, asumen riesgos y descubren, paso a paso, lo que significa construir su autonomía.
Sus historias nos recuerdan que el liderazgo femenino es un motor de cambio profundo. Que cuando una mujer emprende, moviliza esperanza, impulsa el desarrollo local y abre caminos más justos para todas. Y que detrás de cada logro hay un país que se transforma con ellas.
Luisa Maribel Gómez: el cacao que volvió a florecer en San Carlos
Luisa Gómez recuerda con una mezcla de nostalgia y fuerza el momento en el que decidió regresar a San Carlos, Antioquia. Su familia fue desplazada en el año 2000 de la vereda San Miguel, donde habían vivido siempre del campo. “Fuimos desplazados en el año 2000… y después de tanto dolor, yo sentí que tenía que volver. Volver a sembrar, a trabajar la tierra, a demostrar que sí se puede construir desde lo que fuimos”, cuenta.
Ese regreso fue también el inicio de un sueño colectivo. En plena pandemia, en 2020, cuando la incertidumbre era la regla, nació Chocofruts, una empresa familiar que decidió transformar su cacao para darle un valor justo. “Antes lo vendíamos a cinco mil quinientos el kilo, y sentíamos que era muy poquito para tanto trabajo. Entonces dijimos: vamos a transformarlo… a crear nuestro propio chocolate”, explica Luisa.
Hoy, Chocofruts es mucho más que una fábrica de chocolate. Es una red de colaboración donde tres mujeres y dos hombres trabajan en planta, mientras diez familias campesinas cultivan y seleccionan el cacao. “Chocofruts se convirtió en una familia de familias”, afirma. Para ella, es un proyecto que no solo genera ingresos, sino que reconstruye el tejido social de un municipio marcado por la violencia. “San Carlos fue uno de los municipios más golpeados… pero ahora lo estamos levantando con nuestras manos”, asegura.
El impulso del Fondo Mujer Libre y Productiva, a través del programa Ella Exporta a África, les permitió adquirir maquinaria y capacitarse en liderazgo y exportación. Gracias a esto, ya enviaron muestras a Polonia y sueñan con llevar su chocolate a Sudáfrica. En palabras de Luisa, “cuando una mujer crece, crece toda la comunidad”.
Mercedes Montaño: danza, resistencia y libertad en Tumaco
Desde hace más de dos décadas, Mercedes Montaño convirtió la danza en una herramienta para proteger a los niños y jóvenes del Pacífico nariñense. Recuerda que cuando su hija tenía tres años empezó a bailar, y pronto se sumaron otros niños del barrio. “Decidimos formar grupos comunitarios para que aprovecharán su tiempo libre, conocieran su identidad, su cultura, su historia”, cuenta.
En 2003, en medio de un Tumaco marcado por el miedo, nació la Corporación Música y Danzas Negritud. “No queríamos que los niños se perdieran, que los cogieran los grupos armados. Les enseñamos que la vida se defiende bailando, soñando, estudiando”, dice Mercedes.
El apoyo del Fondo Mujer llegó con el programa Mujer Diversa en un momento crítico y permitió a la organización adquirir maquinaria para confeccionar vestuarios y fortalecer en general su negocio. “Eso nos permitió generar ingresos… eso para nosotras es libertad”, explica. Hoy, niñas, jóvenes y madres encuentran en la corporación un espacio para descubrir talentos, hablar sin miedo y construir autonomía. “Las mujeres de Tumaco somos valientes. Ellas tienen arte, tienen voz, y ahora también tienen autonomía”, afirma.
Para Mercedes, la danza es más que movimiento: es un acto de resistencia. “El arte nos salva”, dice con convicción. En Tumaco, su trabajo ha ayudado a tejer comunidad y a fortalecer una cultura que se niega a rendirse.
Diana Katherine Lima: tejer identidad desde el Guaviare
En el resguardo Panuré, en San José del Guaviare, Diana Katherine Lima trabaja cada día para fortalecer la cultura tucana a través del tejido. “Desde niña aprendí que el tejido es más que una tradición… es la forma en que conectamos con nuestra historia y con la tierra que nos da todo”, explica.
En 2022, junto con otras mujeres indígenas, creó Asoartesuase, una asociación dedicada a las artesanías, la danza, la gastronomía y los saberes tradicionales. “Asoartesuase significa tejer en nuestra lengua tucana. Lo elegimos porque eso somos: mujeres que tejen comunidad”, cuenta.
El taller comunitario es hoy un punto de encuentro entre generaciones: mujeres mayores enseñan a jóvenes y niñas, mientras elaboran cinturones, lámparas, collares y piezas que rescatan su cultura. Cada objeto está impregnado de simbolismo y memoria.
El Fondo Mujer, a través del programa Mujer Étnica, les permitió fortalecer su unidad productiva, capacitarse y mostrar sus productos a nivel nacional, fortaleciendo su autonomía económica. “Nos ayudó a creer que sí podemos salir adelante desde nuestro territorio”, afirma Diana.
Para ella, el futuro está en las nuevas generaciones. “Queremos que nuestras hijas e hijos crezcan orgullosos. Aquí, en el Guaviare, las mujeres tejemos cultura, economía y esperanza”.
Jessica Carolina Chaves: la mujer de los motores en Sogamoso
Desde niña, Jessica Chaves se sintió atraída por los motores, aunque le decían que ese no era un oficio para mujeres. “Nunca creí en eso”, agrega con firmeza. Con los años estudió tecnología en mantenimiento mecatrónico y procesos industriales, abriéndose camino en un sector históricamente masculinizado.
Tras años de trabajo en distintos talleres, decidió crear Mega Diesel, su propia empresa familiar en Sogamoso. Allí ofrece un servicio innovador y organizado que combina experiencia técnica y atención humana.
El Fondo Mujer a través del programa Mujeres en la Industria del Mantenimiento Automotriz en alianza con WAM-21, fue un punto de inflexión: Jessica recibió activos productivos para su empresa, capacitación en administración, finanzas y tecnología, lo que permitió una reingeniería completa del taller. “Con ese impulso pude fortalecer mi empresa y darle estructura”, explica. Implementó herramientas digitales y sistemas de gestión que hoy le permiten trabajar sin papel y con mayor eficiencia.
Mega Diesel emplea a seis personas, dos de ellas mujeres, y Jessica quiere que sean más. “Las mujeres somos organizadas, detallistas, constantes”, asegura. Saber que más mujeres desean aprender este oficio la inspira a seguir creciendo. “Cuando una mujer se empodera, todo su entorno se transforma”.
Conoce más historias de mujeres emprendedoras en Youtube: @fondomujerlibreyproductiva