“Escribimos gracias a lo que leemos en otras mujeres”, Luna Miguel

La autora española, Luna Miguel, estuvo en la Fiesta del Libro de Medellín para su primera colaboración con una editorial colombiana, Rey Naranjo, que publicó en nuestro país su último libro, “Leer Mata”. El Espectador habló con Luna sobre la posibilidad de ser muchas versiones de una misma, lo que la lectura causa en quienes terminan un libro, y los muchos despertares del deseo como inspiración literaria.

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Luisa Fernanda Orozco
16 de septiembre de 2023 - 03:00 p. m.
Luna Miguel comenzó su carrera como periodista en Playground.
Luna Miguel comenzó su carrera como periodista en Playground.
Foto: Monika Sed
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Una mujer en un puesto de libros de segunda mano tenía el ejemplar de una autora que Luna Miguel había buscado durante mucho tiempo en varios países. Pertenecía a la poeta Vittoria Colonna, nacida en la comuna de Marino a kilómetros de Roma, Italia. “La mujer que me vendió el libro dijo que hacía parte de su colección personal, que lo traía por si alguna vez se lo pedían”, cuenta Luna mientras recuerda que ni siquiera cuando estuvo en Roma pudo encontrarlo. Fue solo en la Fiesta del Libro de Medellín donde, por casualidad, preguntó por Vittoria dispuesta a escuchar otra vez un no, solo que esta vez sí, sí estaba.

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Luna, también poeta, periodista, editora y escritora, llegó por primera vez a la ciudad en otra suerte de primeras veces: el lanzamiento de “Leer mata”, su última obra, con una editorial colombiana, Rey Naranjo. Se trata de una especie de ensayo-narrativa que tiene una voz principal, a quien Luna llama Lectora, y que luego le abre paso a varias, la sumisa, la amorosa y la enfermiza, que se proponen acabar en pocos días obras como “Ulises” de James Joyce y “El mar, el mar” de Iris Murdoch.

De hecho, la publicación de la primera edición fue en 2022, seguida de una performance que Luna nombró “La muerte de una lectora”. Sucedió en el Centro de Cultura Contemporánea Conde Duque de Madrid y comenzó cuando ella entró en un salón vestida de negro. Como cuenta Sergio Fanjul en su artículo para El País de España, ese salón tenía una alfombra negra con algunos libros que Luna leería de manera ininterrumpida por 48 horas. Nadie podía hablarle y ella tampoco dirigirse al público. En una ocasión, levantó una copa de vino para brindar con los presentes y, a medida que pasaban las horas, el efecto de las personas que la acompañaban fue casi natural: quienes llegaban a verla también se ponían a leer.

Casi un año después, Luna llegó a Medellín en un vuelo desde Barcelona. Pasó cuatro días en la ciudad, entre visitas a la Fiesta del Libro en el Jardín Botánico, el hotel en el barrio el Poblado que compartía con otras escritoras como Piedad Bonnet, y los paseos en metro cable donde le pareció que las casas se levantaban como paredes en las montañas. “En la noche parecen estrellas”, dijo Luna mientras les tomó una foto, de noche, desde la estación Universidad del metro.

El Espectador habló con ella sobre el estreno de “Leer mata” en Medellín y la sorpresa que se llevó al saber que tenía muchas más lectoras colombianas de las que se imaginaba. Una le regaló un vestido, y otras corrían a comprar sus libros para que ella se los firmara antes de irse de la ciudad.

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¿Cómo fue el estreno de “Leer mata” en esta Fiesta del Libro?

Me sorprendió porque vino más gente de la que pensaba. Usualmente, en redes sociales puedes ver desde dónde te siguen las personas. La mayoría de mis seguidores son de España, México, Argentina, Chile y Perú. Luego estaba Colombia, entonces no tenía constancia de que hubiera gente de acá que me siguiera, o que incluso leyera un blog que yo tenía hace muchos años. Que vinieran personas en un país donde no tienes mucha constancia, tantos amigos o vínculos, es muy bonito. Así una se da cuenta de que se pueden generar nuevas conexiones.

Algo muy bello que me ha pasado es que he sentido que aquí, en Colombia, el ambiente entre los autores es diferente, más igualitario. El hecho de que a ti, como autora extranjera, joven, te traten de la misma forma como a las autoras más experimentadas y consagradas del país es una gran sensación. Envía un mensaje de que no te tratan mejor por tener más canas, que es lo que pasa en Europa: en cuanto más hombre, más blanco y más heterosexual seas, pues mejor te va.

Es tu primera vez publicando con una editorial colombiana, ¿cómo ha sido la experiencia con Rey Naranjo?

Todas las editoriales independientes extranjeras con las que he colaborado tenían una amistad previa. Pero, en esta ocasión, le dije a mi agente que “Leer mata” ya había salido en México, Argentina y Chile, y como Colombia es un país al que he viajado, le pregunté si podíamos publicar también el libro acá. Así fue como llegué a Rey Naranjo. Aunque no los conocía, me sentí comprendida por ellos. De hecho creo que esta es la primera edición que sale sin erratas. Cada una tiene algo diferente.

“Leer mata” se narra a través de mujeres con distintas voces. ¿Dirías que se diferencian o que hacen parte de una misma reflexión sobre el efecto que tiene la lectura en nosotras?

Me pasa que, cuando soy lectora y cuando soy obsesiva, porque creo que soy lectora obsesiva en general, me convierto en muchas personas a la vez. Eso también está asociado a lo que pensamos de las mujeres: que hay que dividirse. Te hacen preguntas como “cuando estás con tu hijo, ¿cómo piensas la literatura?”. Usualmente, suelo responder que del mismo modo que cuando no estoy con él.

Con “Leer mata” quise cuestionar esos compartimientos absurdos en los que a veces te divide la sociedad, por eso me gusta la multipolaridad de la Lectora. No quería que el personaje, que evidentemente está basado en mí, fuera una lectora bipolar, sino que fuera muchas a la vez. Me basé en una escritora feminista y española, Aixa de La Cruz, que tiene un libro que se llama “Cambiar de idea”. Ella defiende que, para poder ser feministas transversales y estar sanas mentalmente, tenemos el derecho a cambiar de idea y a ser muchas a la vez.

Y pareciera que a las mujeres se nos castiga cuando cambiamos de opinión públicamente…

Sí, pareciera que siempre tenemos que ser la misma persona. Pensamos que es una virtud no cambiar de idea, no cambiar de gustos, no variar nuestra descripción de Twitter, pero no somos las mismas personas todo el rato. Simplemente no lo somos. Por ejemplo, desde mi divorcio hace cuatro años, he tenido una vida sentimental en la que entraron mujeres y, de repente, otra vez estoy en una época heterosexual. No me siento una traidora de mí misma. He agradecido poder experimentar y aceptar que mi deseo no tiene que estar estancado, como una cosa que sucede una sola vez.

Se dice que el despertar sexual sucede en la adolescencia. ¿Y qué pasa si hay varios despertares sexuales a lo largo de la vida? Si pensamos que solo hay uno, es que luego estamos dormidos otra vez. Por eso hay varias lectoras, porque también hay muchos amantes.

Esto, llevándolo a la literatura, tiene que ver con las decisiones que tomamos a la hora de leer o escribir. Las elecciones son múltiples.

El performance, “La muerte de una lectora”, sucedió luego de que publicaras el libro. Luego de que completaras las 48 horas leyendo en medio de un público intermitente, ¿qué fue lo primero que pensaste al terminar?

Lloré muchísimo. Me pregunté qué iba a leer cuando llegara a casa. Creo que no he tenido mucho tiempo para reflexionar sobre lo que pasó. Tomé notas durante el proceso, aunque me prometí que no escribiría nada. Tal vez esas notas las agregue en una futura edición de “Leer mata”, quién sabe. Recuerdo que había muchas personas que se quedaban allí varias horas para animarme, como una chica que leía libros feministas y su novio con calcetines de personajes animados. En todo caso, sobreviví. Y me transformé en otra lectora, como continuamente lo estoy haciendo.

La autora ucraniano-brasileña Clarice Lispector decía que, mientras no escribía, estaba muerta. Ahora, tu libro tiene un nombre muy sugestivo, “Leer mata”. ¿Crees que tu intención se complementa con lo que decía Clarice?

Lispector tiene otra idea que cuestiona eso del primer libro que nos marcó en la vida. Ella se pregunta, ¿de cuál vida? Si, como lectoras, podemos vivir muchas, tantas como los libros que matan un poco de lo que éramos antes para dejarnos con otra perspectiva, otro pensamiento y, tal vez, otra manera de ver el mundo. Cuando somos otra, matamos un poco a la de antes. ¿O qué hacemos con ella?

Y, durante el ejercicio de escribir, ¿qué se te viene a la cabeza?

Yo sufro mucho escribiendo. Por ejemplo, una escritora, de la que ahora mismo no recuerdo el nombre, dijo algo así como que “odio escribir, pero amo haber escrito”. A mí me cuesta sentirme cómoda en la escritura. Siento que todo lo que está en mi cabeza no logro volcarlo del todo en una página. Tal vez eso tiene que ver con la oralidad, y a mí la oralidad me está matando. Por ejemplo, todavía no he sido capaz de escribir todo lo que he vivido en Colombia. Supongo que a veces me hace falta volver a mi casa para ser escritora, no conferencista.

Adopta un autor es una iniciativa que la Fiesta del Libro hace con algunos colegios de la ciudad. Cada institución lee a un autor o autora durante semanas y, luego, cuando comienza la fiesta, la autora va hasta el colegio para hablar con los estudiantes. Tú hiciste parte de esa actividad. ¿Cómo fue la experiencia?

Me llevaron a un colegio en el corregimiento San Antonio de Prado, donde los estudiantes ya habían leído una obra mía, “El funeral de Lolita”, que, entre muchas cosas, habla de violencia sexual. Fue una experiencia bonita, pero muy cruda. Me sorprendió porque eran chicos y chicas muy jóvenes, adolescentes de 14 años, que luego de que terminó el evento, se acercaron para contarme sus vivencias personales de abuso.

¿Cómo crees que las temáticas sobre las que las mujeres hemos escrito han cambiado con el pasar de los años? Por ejemplo, respecto al sexo, la sexualidad, el amor, la cotidianidad, y los diversos dilemas de la vida.

Siempre pongo como ejemplo lo que nos pasa a muchas escritoras. Cuando hablamos de la masturbación, a veces los titulares de los periodistas, que usualmente son hombres, son algo así como “Luna Miguel rompe el tabú sobre la masturbación”. Pero no, de la masturbación ya había hablado todo el mundo, incluidas las mujeres, que a veces incluyeron de manera sutil o evidente ese tema al igual que el orgasmo. ¿Qué es entonces “El Éxtasis” de Maria Teresa? Ese tabú ya está roto. Donde no lo está es en la cabeza de quien escribe la nota.

Es más, si decimos que una chica joven ha roto un tabú que hace tiempo ya estaba roto, estamos negando a las que vinieron antes. Lo que pienso es que hace falta hacer un mayor recorrido del árbol genealógico de las escritoras que nos han precedido. Eso es cargar con una maleta muy pesada, pero por lo menos yo siempre trato de hablar de Marvel Moreno, Safo y Elena Garro en cada uno de los eventos a los que me invitan. Para mí la escritura siempre es colectiva, porque escribimos gracias a lo que leemos en otras mujeres.

Luisa Fernanda Orozco

Por Luisa Fernanda Orozco

Periodista de la Universidad de Antioquia.@luisaorvallorozco@elespectador.com

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