Hipnosis y otras intervenciones hechas a mujeres para “curar enfermedades”

Silas Weir Mitchell, el neurólogo pionero de estas curas, creaba "recetas" que limitaban el trabajo intelectual. Sus remedios fueron criticados por la escritora Charlotte Perkins Gilman en El papel pintado de amarillo (1890) un relato que describe su encierro en una habitación sin permiso para trabajar o recibir visitas.

Los médicos indicaban la manipulación de los genitales femeninos hasta llegar al orgasmo, algo que solo podían hacer ellos o las comadronas, dado que la masturbación femenina era indecente.

Todo esto para frenar el deseo sexual. También se aplicaban técnica aberrantes como poner sanguijuelas en la vulva, al ano y el cuello de la matriz cauterización del cuello uterino con nitrato de plata; inyecciones de varios líquidos a la vagina, hidroterapia en forma de duchas, chorros vaginales y baños fríos o templados o electroterapia.

Como se creía que el culpable de todo era el útero se aplicaban técnicas como histerectomías, ooforectomías (extirpación de los ovarios), incluso ablación de clítoris. Incluso hoy en día esta intervención intenta evitarse, salvo por alguna patología maligna.

Además de la función reproductiva, el útero es responsable del sostén del suelo pélvico “quitar los ovarios puede producir una menopausia adelantada, con los problemas que eso conlleva" dijo María Fernández Chereguini, ginecóloga y miembro de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO)