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Inclusión laboral: radiografía de una brecha de género que se cierra en Colombia

Una investigación del Observatorio Laboral del SENA pone en evidencia cómo las mujeres en los territorios y comunidades étnicas están ayudando a promover el empleo formal. Además, su incidencia demuestra que, aún con dificultades y brechas, están ocupando espacios históricamente marcados por estereotipos de género.

Redacción Impacto Mujer

14 de junio de 2025 - 08:50 a. m.
Foto: iStock

Los techos de cristal no solo están siendo destruidos en los altos cargos directivos y de poder en Colombia; también en los eslabones más comunes del mundo laboral del país. Un informe elaborado por el Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA) reveló que miles de mujeres están contribuyendo a generar empleo formal y, a la par, a derrumbar brechas laborales de género que han existido durante décadas.

Por medio de su Observatorio Laboral y Ocupacional, el SENA recogió información y datos que demuestran cómo las barreras de género en ambientes laborales también se están reduciendo a una escala micro, con mujeres que hoy dominan la electromecánica, el manejo de maquinaria pesada o áreas digitales.

El estudio consistió en analizar la información de casi medio millón de mujeres que han pasado por las aulas del SENA y evaluar si han logrado o no vincularse laboralmente. La investigación, más que enfocarse únicamente en el género, adopta una mirada innovadora: estudia factores diferenciales como la edad, pertenencia étnica o la condición de madre cabeza de hogar. Todos estos factores, vale recordar, determinan sus posibilidades de acceder a un empleo y mantenerse en él.

Las conclusiones del estudio indican que Colombia ha avanzado significativamente en su propósito de derribar brechas laborales de género. Además, los datos muestran que las mujeres están contribuyendo a la generación de empleo formal y que, gracias a su empeño por rebatir roles de género, logran conquistar espacios históricamente reservados para los hombres.

Elsa Bohórquez, directora encargada de empleo y trabajo del SENA, explica que “el aporte de las mujeres al desarrollo económico del país es innegable. No solo están accediendo a más oportunidades laborales, sino que además están diversificando su presencia en sectores estratégicos”.

Escala micro

La mayoría de los estudios sobre igualdad de género laboral en Colombia se han centrado en los altos cargos de poder y en cuántas mujeres logran ocupar una silla en las mesas directivas de las empresas más grandes del país. La discusión, así como los avances, son importantes, pero no suficientes. En la última década hay ejemplos de mujeres que han logrado dominar sectores como la política, las finanzas o el sistema judicial, donde hoy juezas y magistradas imparten justicia y reciben reconocimiento. Sin embargo, han quedado fuera de la lupa de las investigadoras muchas mujeres que hacen parte de los primeros peldaños de la pirámide social.

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El informe del SENA, sin embargo, cambia este enfoque y evalúa si las mujeres en los territorios, que estudian carreras técnicas o tecnológicas y habitan en áreas históricamente dominadas por hombres, han corrido la misma suerte que sus pares en la cima de la pirámide social.

La investigación recogió datos de las 33 sedes del SENA, distribuidas en todo el país y que, en muchos casos, representan la única oportunidad educativa en sus municipios. Luego, hizo un seguimiento para verificar si, una vez culminada la formación, las mujeres lograron insertarse en el mundo laboral. Además, se segmentó cada caso para conocer si las variables como la pertinencia étnica o el lugar de residencia influyen en su autonomía financiera.

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Allí aparecen, por ejemplo, casos de mujeres palenqueras, desplazadas o en condición de vulnerabilidad que, en la mayoría de las situaciones, lograron culminar sus estudios, superar barreras y acceder a empleos formales.

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Estos hallazgos, comenta Bohórquez, reafirman que la equidad de género no solo es deseable, sino también posible. “Es importante que esto debe ir acompañado con políticas de formación inclusiva, oportunidades reales y una mirada territorial, las brechas empiezan a disminuir y aportar a la inclusión de mujeres en la inclusión laboral”, añade.

Para la directora, analizar la información académica y de inserción laboral con una micro permite identificar avances y también temas pendientes, tanto en ciudades principales como Medellín, Bogotá o Cali, como en centros urbanos con menor protagonismo, como Quibdó (Chocó), Montería (Córdoba) o Mitú (Vaupés), donde las tasas de vinculación laboral femenina fueron más bajas.

En marzo de 2025, el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) publicó un informe con una conclusión repetida durante décadas en Colombia: por cada hombre desempleado o en estado de informalidad, hay más de dos mujeres en la misma condición. Esto no se debe únicamente a brechas, sino a factores estructurales. Según el DANE, la Tasa General de Participación (indicador que mide cuántas personas están disponibles para trabajar) de los hombres es del 76,8 %, mientras que la de las mujeres es apenas del 53,2 %.

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Estos hallazgos señala que, a pesar de estudiar los mismos años o recorrer los mismos caminos profesionales, las mujeres obstáculos adicionales incluso antes de llegar a la línea de partida. Por ejemplo, el Ministerio de Igualdad encontró que el cuidado a hijos, adultos mayores o personas en condición de discapacidad recae mayoritariamente en las mujeres. Aunque este trabajo sostiene la sociedad, no es remunerado y trunca sus proyectos de vida, limitando su autonomía económica. En promedio, las mujeres dedican un tercio de sus días, y por ende, de sus vidas, a cuidados no remunerados que les fueron asignados por estereotipos de género.

La investigación del SENA muestra que, si bien los hombres siguen predominando en la tasa de ocupación (que mide el empleo), hay regiones donde las mujeres han cambiado este panorama. Por ejemplo, en Caquetá, Cundinamarca, Arauca y Guanía, las mujeres egresadas del SENA han superado a los hombres tanto en nivel educativo como en acceso a empleo formal.

“Estamos presenciando un crecimiento no solo de género, sino también regional. Antes, en estos territorios, las mujeres no tenían un protagonismo, y hoy son ejemplo de transformación. Durante años, los datos del DANE mostraban que las mujeres estudiaban más, pero accedían menos a empleos. Esa fórmula se está revirtiendo”, dice Bohórquez.

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Otro hallazgo del informe del SENA es que algunas brechas que históricamente dificultaban el avance de las mujeres están siendo derribadas. Una de ellas es la edad. El estudio revela que ser joven, con todos los retos que implica, puede ser una ventaja para ingresar al mundo laboral. Según el DANE, la mayor tasa de vinculación corresponde a mujeres entre 19 y 23 años, pues de 14.018 graduadas en ese rango, el 52,7 % accedió a un empleo. La tasa de inserción se mantiene relativamente alta incluso en mujeres mayores, pues de 1.497 egresadas entre 44 y 50 años, casi la mitad logró vincularse laboralmente.

“Los datos están sobre la mesa. Las mujeres en Colombia están conquistando más espacios en el mercado laboral y contribuyendo activamente al desarrollo económico del país”, se lee en el informe.

El estudio también registra casos de mujeres que han enfrentado situaciones difíciles y, a pesar de esta situación, lograron acceder al empleo formal. El 44,8 % de las mujeres desplazadas, el 47,5 % de las madres cabeza de familia y una de cada tres mujeres en condición de discapacidad que culminaron sus estudios en el SENA consiguieron ingresar al mercado laboral.

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También hay buenas noticias para poblaciones tradicionalmente marginadas. De cinco mujeres palenqueras que participaron en el estudio, todas están en la actualidad vinculadas laboralmente. Lo mismo ocurre con mujeres raizales (2), indígenas (245) y afrocolombianas (499).

A los ojos de Bohórquez, estas mujeres “están abriendo caminos para muchas más. Las tasas de vinculación son altísimas y reflejan un cambio en la cultura laboral. En Mitú, por ejemplo, vemos cómo una sociedad mayoritariamente indígena accede a formación profesional pensada desde su contexto”.

Aún hay temas pendientes

¿Persisten brechas? Por supuesto. Bohórquez señala que la desigualdad salarial sigue siendo uno de los mayores retos. Según el DANE, en empleos formales, las mujeres ganan en promedio un 12 % menos que los hombres.

El informe del SENA también revela que, aunque la tasa de inserción laboral femenina se aproxima al 50 %, eso significa que la otra mitad de las mujeres aún no logra acceder al empleo. Frente a los resultados, Bohórquez explica que, al ser una investigación cuantitativa, este informe permite identificar con mayor claridad los avances y los desafíos pendientes para cerrar las brechas de género, por lo que considera que este estudio puede ser una herramienta útil para la formulación de política pública.

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“Informes de este tipo nos ayudan a desmantelar sesgos y estereotipos de género. Con esta investigación podemos tomar decisiones más informadas y demostrar no solo cómo las mujeres están reconfigurando el mundo laboral, sino que también es posible transformar el país a través de datos con enfoque de género”, concluye.

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