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En el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres (#25N), la Fundación WWB Colombia advierte que la violencia basada en género no puede abordarse únicamente desde la denuncia o la sanción. La respuesta más efectiva, aunque menos visible, está en fortalecer la autonomía económica de las mujeres, condición indispensable para romper los ciclos de dependencia que sostienen la violencia.
La situación del mercado laboral en Cali-Yumbo, según el DANE, lo confirma. Entre julio y septiembre de 2025, la tasa global de participación de las mujeres fue del 56,2 %, frente al 73,8 % de los hombres, lo que representa una brecha de 17,6 puntos porcentuales. Aunque la tasa de ocupación femenina alcanzó su nivel más alto en una década (50,9 %), sigue siendo muy inferior a la de los hombres (68,7 %). Además, más de la mitad del desempleo en la ciudad es femenino, con 56.175 mujeres buscando trabajo frente a 43.739 hombres, de acuerdo con el informe de Cali Cómo Vamos.
“Las brechas en el mercado laboral no solo se evidencian en los datos del DANE, en nuestra última encuesta de percepción ciudadana, mientras el 27% de los hombres consideró que en Cali es fácil encontrar trabajo, el porcentaje en las mujeres fue inferior: 21%”, mencionó Danny Angarita, líder técnico de Cali Cómo Vamos.
A pesar de la anterior brecha, se debe resaltar que la tasa de desempleo de las mujeres en 2025 (9,3%) fue la más baja en los últimos 19 años para el trimestre julio-septiembre, siendo la primera vez que en dicho trimestre se reporta una tasa de desempleo femenino menor al 10%.
La precariedad económica también impacta el bienestar: la pobreza monetaria fue más alta en mujeres (24,2 %) que en hombres (22,8 %), y sólo 39 % de ellas considera que emprender en Cali es “fácil”, frente a mayores niveles de confianza entre los hombres. Estas cifras reflejan la desigualdad estructural que limita la capacidad de decisión de las mujeres y las expone a mayores riesgos de violencia.
Desde la Fundación WWB Colombia, su presidente, Daniela Konietzko, resaltó que “el verdadero desafío del 25N no es solo condenar lo que ya sucedió, sino construir un futuro donde la violencia sea inviable”. Añade que “la violencia de género empieza con la dependencia y la precariedad; se alimenta de una desigualdad que les roba a las mujeres la capacidad de elegir”.
La evidencia es contundente: los hogares encabezados por mujeres siguen siendo los más golpeados por la pobreza, la carga desproporcionada de cuidado —las mujeres emprendedoras dedican aproximadamente 8 horas diarias al cuidado— y la limitada inclusión financiera. Informes recientes muestran que las brechas en acceso a productos financieros con enfoque de género persisten y limitan las oportunidades de crecimiento económico para miles de mujeres en el país.
“Invertir en la autonomía económica de las mujeres no es un lujo social; es la política de seguridad más efectiva que tiene un país. Cuando una mujer puede decidir sobre sus ingresos, puede también decidir sobre su vida y sobre su libertad”, expresó Daniela Konietzko.
La autonomía económica no puede ser responsabilidad exclusiva de las mujeres. Se requiere una acción coordinada del Estado, el sector privado y la sociedad para reconocer, reducir y redistribuir la carga de cuidado, ampliar las oportunidades económicas y diseñar productos financieros con enfoque de género que respondan a las necesidades reales de las mujeres.
La Fundación WWB Colombia hace un llamado a mirar más allá de las cifras de violencia y enfocarse en las causas que la sostienen. La autonomía económica no solo transforma vidas: transforma sociedades enteras. Construir un país donde ninguna mujer tenga que elegir entre su seguridad y su libertad exige apostar decididamente por su independencia financiera. Ese es el camino más sólido, más estratégico y urgente para desactivar las violencias que aún nos duelen.
La inclusión financiera es clave
La brecha entre mujeres y hombres en el acceso a servicios financieros formales en Colombia ha crecido, alcanzando 7 puntos porcentuales a nivel nacional.
En zonas rurales, esta desigualdad es más marcada: muchas mujeres rurales enfrentan barreras estructurales para acceder a crédito y ahorro formal.
La desigualdad laboral y de ingresos en el campo también es grande. En una investigación con 401 personas en municipios rurales del Valle del Cauca, la Fundación WWB Colombia encontró que solo el 20% de las mujeres tiene empleo formal, frente al 42% de hombres, mientras que el 48% de ellas trabaja como independientes, mucho más que sus pares masculinos.
Además, los requisitos convencionales de las entidades financieras (como historial crediticio) y los estereotipos de género dificultan el acceso al crédito para estas mujeres rurales. Se identificó, además, que la pobreza extrema reduce la probabilidad de acceso financiero en mujeres rurales en aproximadamente 24%, y la condición de pertenecer a poblaciones étnicas (afrocolombianas) lo hace en un 11%.
De acuerdo con el informe, se sugiere diseñar productos financieros con enfoque de género y adaptados a las realidades rurales, teniendo en cuenta los ciclos de ingresos y las responsabilidades de cuidado de las mujeres.
Asimismo, fortalecer la educación financiera y digital: no basta con que ellas tengan acceso a un producto financiero, también debe haber acompañamiento para que lo usen efectivamente. También se plantea simplificar los procesos financieros, eliminando barreras burocráticas que afectan especialmente a las mujeres rurales.
Finalmente, se proponen alianzas entre Estado, banca y comunidades rurales para construir un ecosistema financiero inclusivo con perspectiva de género.