En más de 21 meses de ofensiva de Israel en la Franja de Gaza, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que el 94 % de los hospitales han sido dañados o destruidos por los ataques, siendo la mayor prueba del deterioro de la calidad de vida y los derechos humanos en el enclave en medio de la ocupación, pero el aspecto que parece haber removido la sensibilidad de la comunidad internacional es que Gaza está quedándose prácticamente sin comida.
Más de 100 palestinos murieron en el último mes por hambruna y son casi 150 desde octubre de 2023, cuando la guerra empezó por un ataque de Hamás a Israel, donde murieron más de 1.000 personas. El alimento es una de las condiciones básicas para la supervivencia humana, pero varias organizaciones humanitarias advierten que hay situaciones igual de preocupantes y, según diversos llamados del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), la salud menstrual es una que requiere una atención inmediata.
“Cada día veo a mujeres luchar contra la menstruación, el embarazo y el parto en condiciones degradantes. Como mujer, lo siento profundamente. Estas deberían ser experiencias naturales, no fuentes de angustia y dolor”, afirmó una doctora citada por un informe publicado por UNFPA el 2 de julio. Hablando de cifras concretas, según reporta BMJ Glob Health, casi 700.000 mujeres y adolescentes “se enfrentan ahora a graves dificultades para gestionar la menstruación”. Es decir, aproximadamente el 35 % de los dos millones de palestinos que siguen con vida en el enclave se enfrentan a esta problemática, sumándole el agravante: cerca de 250.000 son adolescentes de 10 a 19 años.
¿Los motivos? Además del escaso acceso, como lo es prácticamente para todo el material humanitario en Gaza, el informe de BMJ resalta que el estrés por el contexto de guerra afecta gravemente los ciclos menstruales de estas mujeres, además de factores como la vergüenza. Así lo explica a El Espectador el equipo de la organización Médicos Sin Fronteras (MSF) en la Franja de Gaza: “Existe una grave escasez de materiales de higiene, y la menstruación a menudo no se considera una prioridad en la respuesta humanitaria. La sensibilidad cultural y la vergüenza también impiden que muchas mujeres pidan ayuda, incluso cuando no cuentan con ropa interior básica”.
MSF explica que bajo estas condiciones muchas mujeres han terminado usando anticonceptivos sin supervisión médica, algo que, según su testimonio, “provocó sangrados irregulares, coágulos, cambios de humor severos y, en algunos casos, preocupaciones sobre la fertilidad a largo plazo”. La doctora revela que la mayoría de las mujeres desconocían los riesgos o el uso adecuado de estos métodos y cuenta cómo su labor humanitaria se ha extendido no solo a atender casos específicos, sino también en impulsar un componente educativo.
El objetivo, añade, es que las mujeres tengan herramientas y conocimiento para manejar la menstruación en contextos complicados como este. Además, señala que no es solo una concientización a la población femenina, pues se encargan de abordar “conceptos y creencias discriminatorias, así como en la promoción de la perspectiva de derechos de las mujeres a la salud y la dignidad”.
El informe de UNFPA recoge el testimonio de un padre y las condiciones en que ha tenido que atender con sus hijas: “Rompí mi única camisa en pedazos para que mis hijas pudieran usarla en lugar de compresas”. MSF coincide en que estas son las soluciones a las que han tenido que acudir en Gaza, pues “muchas mujeres se vieron obligadas a usar telas sucias, pañuelos o materiales al azar, lo que provocó infecciones urinarias, irritación de la piel, infecciones por hongos y, en algunos casos, inflamación vaginal crónica debido a la falta de higiene y ventilación”. Y es que, según el medio AL Monitor, las tiendas operativas solo ofrecen paquetes de toallas muy caros y de baja calidad, añadiendo al contexto de crisis que las madres están usando incluso pañales para bebé como suplementos.
MSF ya ponía sobre la mesa esta problemática como un asunto de dignidad y un derecho de todas las mujeres palestinas que, además de esto sufren constantes desplazamientos y las demás paupérrimas condiciones de vida que enfrentan los gazatíes. Por esto es entendible que las prioridades humanitarias sean para la población en general, pero el riesgo sanitario por menstruación es real.
“Las mujeres experimentan vergüenza, pérdida de dignidad, ansiedad constante y miedo a mancharse o al olor. Algunas incluso se aíslan. Tratamos de ofrecer apoyo psicológico básico, un espacio seguro para hablar y reafirmar que sus necesidades son válidas y humanas”, indica. ¿Cuáles son esas necesidades básicas? Según MSF, son toallitas higiénicas descartables, ropa interior, jabón y toallas pequeñas, bolsas para desechar los productos usados e instrucciones básicas de higiene. Estos kits básicos, explican mujeres palestinas citadas por UNFPA, las hacen sentir, por sobre todo, vistas: “Cuando recibimos kits de higiene, sentimos que por fin alguien nos ve. No solo protegen nuestra salud, también nuestra dignidad”.
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