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Tras la pandemia de covid-19, las cifras de embarazo adolescente en Colombia tuvieron una fluctuación alarmante. Mientras que el embarazo en jóvenes de 15 a 19 años siguió disminuyendo, los casos en niñas de 10 a 14 años aumentaron. Todos estos embarazos son considerados por la ley como casos de violación sexual. Y aún cuando haya registro de descenso en el número de embarazo adolescente, sigue siendo preocupante la cifra superior a 100.000 nacimientos al año de madres que son niñas o adolescentes.
Para muchas de estas chicas, tener un hijo antes de cumplir 20 años es sinónimo de un proyecto de vida truncado, dejar la escuela y tener menos oportunidades laborales; y para las Naciones Unidas, las cifras de embarazo adolescente son un indicador de subdesarrollo en una sociedad. Según le dijo Federico Tobar, representante regional de UNFPA, al medio Mutante en una investigación al respecto en 2021, al menos el 80 % de estas mujeres están por debajo del umbral de pobreza, lo que implica que “un grupo de la población queda rezagado, al no tener acceso a la educación ni a mejoras en el mercado laboral”.
De acuerdo con un informe del DANE y la Organización Panamericana de la Salud, una cuarta parte de los nacimientos de embarazos infantiles y adolescentes en 2021 fueron subsecuentes, es decir, posteriores a un primer alumbramiento. Este porcentaje pone en evidencia una posible falencia del sistema de salud: el acompañamiento en métodos de planificación y anticoncepción establecido desde el Ministerio de Salud para embarazos adolescentes podría estar siendo incumplido.
Cartagena tiene la tasa de fecundidad adolescente más alta entre las ciudades del país. Allí la tendencia entre 2020 y 2021 fue contraria a la del resto del país: aumentó el número de embarazos en adolescentes y disminuyó en niñas.
Esa ciudad ha sido el escenario de creación del proyecto Paso a Paso para prevenir el embarazo adolescente y brindar oportunidades a madres en edad temprana. Es una iniciativa liderada por la Fundación Santo Domingo, la cual busca que más personas en Colombia puedan garantizarles bienestar a sus familias, y la fundación Juanfe, cuyo objetivo es “romper los ciclos de pobreza de madres adolescentes marginadas”.
Paso a Paso busca impactar a madres adolescentes residentes en los macroproyectos de interés social de la Fundación Santo Domingo en Cartagena. Mediante talleres y capacitaciones sobre educación sexual y derechos sexuales y reproductivos, se forman lideresas que luego comparten esos conocimientos en sus comunidades. El programa se enfoca en prevenir el embarazo antes de los 25 años y brindar educación y empleabilidad acorde a las necesidades de jóvenes madres.
Ana María Ortiz Hoyos, gerente de salud de la Fundación Santo Domingo, le explicó a El Espectador cuál ha sido la estrategia del programa y los retos que han enfrentado en su implementación.
¿Por qué la Fundación Santo Domingo se interesa en combatir el embarazo adolescente?
Esta situación ha persistido en nuestro país durante muchos años y ha sido uno de los principales factores que han afectado el desarrollo de la población vulnerable. En cuanto a la salud sexual y reproductiva, prevenir el embarazo adolescente es una de las grandes preocupaciones, pero también es importante abordar los proyectos de vida de los adolescentes y cómo pueden alcanzar el éxito en general sin tener un hijo a una edad temprana. La Fundación se enfoca en estas cuatro líneas y, en particular, se asocia con la Fundación Juanfe, que tiene la metodología 360, para cumplir con este requisito específico.
En un macroproyecto de vivienda de Cartagena, encontramos a 25 adolescentes, entre 13 y 17 años, que ya habían tenido un bebé, lo cual era parte de las condiciones del proceso. Nuestro objetivo era generar oportunidades para aquellas que tuvieran la capacidad de cuidarse y generar bienestar para ellas y sus familias. La Fundación Juanfe ofrece atención psicológica, salud sexual y reproductiva y formación técnica laboral, y acompaña todo el proceso con ellas. Muchas de las adolescentes no habían terminado la escuela o no tenían habilidades para el trabajo. Trabajamos dentro del megabarrio para mejorar sus condiciones familiares y empezar a trabajar en su entorno, promoviendo los derechos sexuales y reproductivos y contando su experiencia a otras adolescentes. También vinculamos a sus familias y les brindamos acompañamiento comunitario. Durante un año y medio, se formaron en un técnico laboral y las ayudé a conseguir trabajo. Además, tienen dos trabajos y cumplen con los requisitos de su técnico laboral mientras mejoran sus condiciones de salud mental y física, así como las de sus hijos y su familia cercana. También se vuelven embajadoras del programa y brindan apoyo a otras adolescentes y hombres que están empezando a abordar este tema y necesitan información sobre la generación de proyectos de vida.
El programa ha enfatizado en atajar el embarazo subsecuente, un aspecto a menudo ignorado en los informes sobre embarazo adolescente. ¿Cómo han abordado ese problema?
El término “embarazo subsecuente” puede resultar un poco complejo. Sin embargo, lo que buscamos es evitar que estas mujeres tengan más hijos mientras aún no están en condiciones de tomar decisiones diferentes. Por ejemplo, si una adolescente de 14 años tiene un bebé, lo ideal es que no tenga otro hijo hasta después de los 25 años, teniendo en cuenta factores emocionales, físicos y de vulnerabilidad. En Cartagena, nos enfrentamos a un reto particular en cuanto al “turismo sexual” y a la violencia de género e intrafamiliar, lo que hace que sea aún más importante prevenir el embarazo subsecuente en el grupo poblacional de niños y adolescentes. La pandemia ha hecho evidente la necesidad de proteger a este grupo poblacional vulnerable y evitar situaciones de riesgo.
En Colombia, una de las principales condiciones después de tener un hijo es que el sistema de salud ofrece la posibilidad de planificar el siguiente embarazo como parte de la atención a cualquier mujer en el país. Esto es una gran ventaja para las mujeres adolescentes que ya tienen un hijo, ya que les permite considerar la posibilidad de agrandar su familia de manera consciente y planificada.
La decisión de tener un hijo no solo depende de si se olvida usar un condón o no, sino que también es una decisión personal y puede estar basada en la necesidad de tener un compañero, el deseo de tener una familia grande o cualquier otra razón. Por eso, es fundamental ofrecerles a las mujeres adolescentes las herramientas necesarias para que puedan pensar en un proyecto de vida que mejore su calidad de vida, bienestar y desarrollo personal.
Para las madres adolescentes es más difícil acceder a un empleo. ¿Cuál ha sido la estrategia para enfrentar ese problema?
El programa busca abordar todas las áreas de sus vidas, incluyendo el cuidado de sus hijos. La Fundación Juanfe tiene un modelo de cuidado infantil para la primera infancia que les permite a estas mujeres ir a trabajar durante cierta cantidad de tiempo, mientras se asegura de que sus hijos estén bien atendidos. Este tipo de apoyo no solo es necesario para las mujeres en condición de vulnerabilidad, sino para todas las madres trabajadoras.
Trabajamos con empresas y compañías para que sean conscientes de la importancia de apoyar a estas mujeres que, más que madres adolescentes, son personas altamente capacitadas y comprometidas con su trabajo. El proceso no termina cuando ellas se gradúan como técnicas laborales, sino que continuamos brindándoles seguimiento y acompañamiento para que se estabilicen laboralmente y puedan identificar otras redes de apoyo.
En Cartagena, muchas de estas mujeres encuentran trabajo en la industria turística, lo que a menudo implica horarios difíciles de noche. Para ayudarlas, hemos organizado redes de cuidado que les permiten trabajar con tranquilidad mientras sus hijos son atendidos. Sin embargo, sabemos que pueden surgir imprevistos en la vida de cualquier trabajador, y por eso también trabajamos con las organizaciones para encontrar un equilibrio entre la vida laboral y la privada.
¿Han encontrado resistencia en las comunidades para abordar temas fundamentales de educación sexual, como el uso de preservativo? ¿Cómo han abordado estas resistencias?
Es común encontrarnos con instituciones educativas que nos niegan el acceso a estos temas de formación. Sin embargo, nuestra tarea es concientizar a la comunidad. Muchas veces nos enfrentamos a resistencias y creencias erróneas, como la idea de que proporcionar información a los adolescentes sobre sus derechos sexuales y reproductivos y los métodos anticonceptivos aumenta su deseo sexual y su predisposición a tener relaciones a temprana edad.
Es importante que trabajemos juntos como comunidad para empoderar a nuestros jóvenes y adolescentes en estos temas. Debemos enseñarles cómo pueden exigir sus derechos y tomar decisiones informadas sobre su vida sexual y reproductiva. Un ejemplo de ello es cómo una chica de 16 años puede solicitar un implante anticonceptivo por su propia voluntad, sin necesidad de consultar con su pareja o su madre. En lugar de simplemente ofrecer lo que creemos que necesitan, escuchamos a la comunidad y trabajamos juntos para construir soluciones a medida. De esta manera, podemos lograr un cambio real y duradero en la educación sexual y reproductiva en nuestras comunidades.
¿Han planteado el aborto como alternativa en el embarazo adolescente?
En nuestras interacciones con adolescentes en instituciones educativas, nuestras líderes de Paso a Paso a menudo reciben preguntas acerca de cómo y dónde obtener un aborto. Sin embargo, debido a las creencias y convicciones personales de las jóvenes, no enfatizamos una perspectiva particular sobre el tema. En cambio, les informamos sobre sus derechos y las opciones disponibles, incluyendo los requisitos legales para la interrupción del embarazo. Aunque algunas jóvenes han optado por tener un hijo, reconocemos que la decisión es personal y depende de cada una. Nuestro objetivo es educar de manera pedagógica y ayudar a las jóvenes a comprender sus derechos, en lugar de imponer una opinión en particular.
¿Cuál es el significado del nombre del programa?
La historia detrás del nombre Paso a Paso es muy especial. Como equipo técnico de la Fundación Santo Domingo y la Juanfe, consideramos innumerables nombres para el programa, pero ninguno resonaba con las niñas y jóvenes que lo iban a utilizar. Decidimos entonces involucrarlas en el proceso creativo y les presentamos todas las opciones. Después de un proceso participativo, las niñas decidieron que el nombre del programa sería Paso a Paso, porque cada día tienen que dar un paso: asistir al programa, tomar decisiones importantes y organizar sus vidas. Las huellas de bebé en el logotipo representan no solo sus propios pasos, sino también de los hijos de las que deciden tenerlos.
*El Espectador pertenece a la misma organización de la que Fundación Santo Domingo forma parte.
