Liderada por mujeres que han dedicado su vida al trabajo doméstico, IMA Limpia es una iniciativa que nace como respuesta a la necesidad de brindar dignidad al trabajo doméstico en Colombia.
“Vamos a hacer lo que hemos hecho durante todas nuestras vidas: lavar, limpiar, cocinar, cuidar, pero con todos los derechos que nos han negado históricamente nuestros empleadores”, explica Elizabeth Mosquera, primera gerente de IMA Limpia.
Indígenas, Mestizas y Afrocolombianas es el significado de IMA Limpia, que desde enero de este año se constituyó como una cooperativa y desde hace tres meses presta sus servicios en trabajo doméstico. En este proceso, a través de capacitaciones y formación técnica, las mujeres que hacen parte del proyecto han identificado sus roles de acuerdo con sus habilidades para coordinar y dirigir la operatividad de la empresa.
Sin embargo, su lucha por la defensa de los derechos y garantías para las trabajadoras domésticas no se inicia con este proyecto. En 2013, mujeres dedicadas a esta labor en todo el país, principalmente de Medellín, Urabá, Bogotá y Cartagena, conformaron en 2013 la Unión de Trabajadoras Afrocolombianas del Servicio Doméstico (Utrasd) con el fin de promover políticas públicas que reconocieran los derechos de las empleadas domésticas.
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Cerca de 300 mujeres que hacen parte de este sindicato fueron las encargadas de impulsar la Ley 1788 de 2016, cuyo objetivo es “garantizar y reconocer el acceso, en condiciones de universalidad, al derecho prestacional de pago de prima de servicios para las trabajadoras y los trabajadores domésticos”. Antes de este avance en materia de sus derechos, en el 2014 fueron integradas por ley al Sistema de Seguridad Social; pero, a diferencia del resto de trabajadores colombianos, no contaban con el pago de prima de servicios.
Esta legislación a favor de las trabajadoras domésticas hace parte de los esfuerzos de estas mujeres para hacer cumplir el Convenio 189 de 2011 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre las trabajadoras y los trabajadores domésticos que establece los derechos y principios básicos para que esta labor sea digna y formal.
En 2014, Colombia se convirtió en el decimocuarto país miembro de la OIT y el octavo de América Latina en ratificar este convenio, que reclama la promoción de los derechos de las trabajadoras domésticas, la protección contra cualquier forma de abuso laboral, el acceso a información sobre los términos y condiciones de empleo, horarios y remuneración justos y acceso a seguridad y salud. Sin embargo, los avances en materia de derechos y prestaciones sociales son bajos, pues, según el DANE, solo el 14 % de las mujeres dedicadas al trabajo doméstico gozan del acceso a seguridad social.
Claribed Palacios, presidenta de Utrasd y parte de la junta directiva de IMA Limpia, es una chocoana de 46 años que desde hace 22 años vive en Medellín y que junto a compañeras del sector reconoce sus derechos, consignados en normas y acuerdos, pero que ante la falta de cumplimiento decidió emprender este proyecto productivo, que quiere crear mejores condiciones laborales para ellas.
“Nosotras tenemos dos opciones: esperar a que la sociedad sola cambie o empezar a cambiarla nosotras, y hemos optado por la segunda, porque vamos a promover una causa con el ejemplo, porque vamos a demostrar que el trabajo doméstico sí puede ser un asunto legal y formal”, cuenta Claribed.
Apoyadas por la Agencia Francesa para el Desarrollo (AFD), coordinación de CARE para América Latina y el Caribe, y con la asesoría técnica de la Fundación Bien Humano en materia de administración y capacitación, cuarenta mujeres del sindicato que prestan sus servicios domésticos en Medellín y sus alrededores se dieron a la tarea de crear este espacio seguro de empleo para formalizar sus trabajos y los de otras mujeres que han trabajado sin garantías en labores domésticas.
En el estudio “La dignidad comienza en casa”, presentado en enero de este año y realizado por la alianza de organizaciones que apoyan este sindicato, se evidencia que incluso en Medellín y Bogotá, donde las trabajadoras domésticas tienen los mayores porcentajes de contrato escrito, el 15 % y el 25 %, respectivamente, la cifra sigue siendo baja. Además, este estudio centrado en la población de Bogotá, Medellín, Cartagena y Apartadó muestra que el 99 % de las trabajadoras domésticas remuneradas afirmaron no haber recibido ningún pago por horas extras, en 2019.
El informe presentado surge de las investigaciones que el sindicato ha realizado, pues, como explica Claribed, para que puedan tener incidencia política es necesario que se capaciten y tengan conocimiento de la realidad nacional del trabajo doméstico y generar así sus propias investigaciones. Consideran que la información de las instituciones a veces es muy general y no visibiliza todas la necesidades y falencias que hay en el sector.
Además, han venido trabajando en espacios de cualificación para evaluar cómo venían desarrollando sus labores de trabajo doméstico y cuáles son las exigencias y necesidades actuales, con el objetivo de brindar un servicio de calidad que les permita llegar a más personas y ampliar su red de trabajo. "Buscamos que puedan hacer sus actividades bien, teniendo en cuenta las necesidades de bioseguridad, que cuiden su salud, teniendo presentes los riesgos que se pueden presentar en alturas o en la mezcla de productos”, explica Natalia Grisales, de la Fundación Bien Humano.
Las mujeres que hacen parte de esta empresa en su mayoría son madres cabeza de hogar, que incluso han sido víctimas de la violencia en la región, razón por la que emprender en su oficio les permite tener independencia económica en un ambiente de equidad social y laboral. Ahora desde IMA Limpia están prestando servicios de limpieza del hogar, que incluyen preparación de alimentos, arreglo de ropa, labores de cuidado de adultos mayores, niños, niñas y mascotas, y otras actividades específicas como lavado de muebles y arreglo de jardines.
“Nosotras pasamos por distintas formaciones en nuestro trabajo y también en derechos laborales. Con esto entendí mucho mejor lo que hago y sé que lo puedo hacer con dedicación y con la seguridad de que lo estoy haciendo bien”, cuenta Digna Murcia, una mujer del Urabá que desde hace siete años vive y trabaja en Medellín y hace parte de IMA Limpia.
Además de prestar sus servicios desde agosto de este año, el proyecto productivo de estas mujeres está iniciando un proceso de innovación y tecnificación, no solo con la publicación de su trabajo por redes sociales como Instagram y Facebook, donde dan a conocer las labores que realizan, los servicios que ofrecen y su diferencial de un trabajo que garantiza responsabilidad social y equidad con sus trabajadoras, sino con el desarrollo de una plataforma virtual a través de la que pretenden llegar a más personas y facilitar el proceso de contratación de los servicios.
Estas mujeres, apoyadas por organizaciones internacionales, también han compartido su experiencia en foros y conversatorios que destacan el rol de la mujer en la economía del cuidado desde las labores remuneradas, partiendo de su emprendimiento como ejemplo de la dignificación del oficio. “Las mujeres de IMA Limpia reciben todas las garantías que otorga un contrato laboral. Algo que parece obvio, pero que no lo es para muchas de ellas, que han pasado hasta veinte años sin saber lo que es una prestación o seguridad social”, resalta su gerente Elizabeth Mosquera.
La formalización de las trabajadoras de IMA Limpia bajo contratos laborales se realiza con la vinculación directa de ellas con la empresa y esta, a su vez, realiza los trámites y enlaces con quienes contraten los servicios. De esta forma, el sindicato trabaja en reducir las cifras de precarización que rodean este oficio y principalmente a las mujeres. Según la Gran Encuesta Integrada de Hogares del DANE del 2019, 688.000 personas se dedican al trabajo doméstico remunerado, de las cuales el 94 % son mujeres; es decir, el 7 % del total de la fuerza laboral de mujeres del país.
Cabe destacar también que el 62 % de las 647.000 mujeres que se dedican a labores domésticas remuneradas recibe apenas un salario mínimo al mes o incluso menos. Esta situación se presenta, según el informe “Condiciones laborales de los trabajadores del cuidado en Colombia”, presentado por el proyecto Quanta sobre cuidado y género, porque “el cuidado es realizado principalmente por mujeres y se cree que requiere habilidades como la empatía y la paciencia, que son consideradas femeninas por naturaleza. Asociar el cuidado con la maternidad y labores que se deberían realizar por amor implica que sea poco valorado y que, cuando se realiza de forma remunerada, no reciba un pago justo”.
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Aunque las representantes del proyecto reconocen que su emprendimiento no dará una solución definitiva a los índices de precarización laboral, sí buscan que haya mejoras notables en el sector y que el modelo que está surgiendo en Medellín sea replicable no solo en las principales ciudades del país, sino en las regiones también, donde la informalidad del trabajo doméstico tiende a aumentar.
“El sueño es seguir creciendo, seguir transformando la vida de miles de trabajadoras domésticas y llegar a toda Colombia, para empezar a revertir no solo las estadísticas de informalidad, sino la cultura que hay en nuestro país frente a la economía del cuidado, que es la que sostiene a toda nuestra sociedad”, explica Claribed.