La infancia está llena de primeras veces: hablar, caminar, atarse los zapatos, montar en bicicleta sin rueditas... Cada momento es un triunfo, pero las primeras veces de Manuel Esteban Gómez Sánchez han sido únicas. A sus 13 años, gracias a su ingenio, este estudiante de grado séptimo del Colegio Colsubsidio Norte ha representado tres veces a Colombia en competencias de robótica. Orgulloso de su colegio, nos recibe en el laboratorio, donde da vida a sus proyectos. Sonriente y de gafas, extiende la mano sin titubear y se presenta: “Mucho gusto, Manuel”. Con eso basta para notar su pasión y cómo esa aula se convierte en su mundo y lo que se necesita para que, de sus manos, más que magia, surjan soluciones para el mundo.
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Sus inicios fueron casi como un mandato intrínseco de la herencia familiar. Aunque sus padres son ingenieros (uno en ingeniería eléctrica y otro en sistemas), no fueron ellos quienes lo acercaron a estas disciplinas. Su vocación la descubrió en el club de robótica de su institución, actividad extracurricular que abrió la red de colegios Colsubsidio en Bogotá (Ciudadela, Chicalá, Norte y Maiporé), para fortalecer su enfoque en el desarrollo de habilidades STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) y enseñarles a sus alumnos a aplicar la innovación para resolver problemas reales.
“Me ha gustado, en especial, la programación para crear videojuegos. En 2020, cuando estaba en segundo de primaria, el colegio abrió un club de robótica. Los cupos se llenaron rapidísimo y no alcancé a inscribirme. En 2021 lo logré y virtualmente empezaron las clases”, recuerda. El club, con unos 20 alumnos desde grado quinto hasta 11 del Colegio Colsubsidio Norte, fue el escenario perfecto para despertar su vocación y, de paso, aprender el trabajo en equipo, la disciplina y su creatividad tecnológica.
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Desde que ingresó, vinieron los desafíos. El primero fue el World Robot Olympiad (WRO), competencia donde niños y jóvenes de más de 106 países participan con sus robots en retos relacionados con la ciencia, la tecnología y la educación. La edición de 2022 contemplaba tres temáticas: salud, hogar y salud mental. Manuel y dos compañeros reflexionaron sobre cómo la pandemia impactó emocionalmente a los estudiantes de su colegio.
Se inscribieron e inspirados en el robot Baymax, de la película Grandes héroes, de Disney, diseñaron un aparato capaz de detectar emociones. Su robot recorría las aulas y escaneaba rostros, expresiones o movimientos. “Friendbot estaba construido solo con piezas de Lego y lo hicimos en dos meses. Tenía un sensor, como una cámara”, detalló. Con todo listo, presentaron el proyecto y luego les notificaron su clasificación al WRO en Alemania. “Creí que eso de representar a Colombia era de futbolistas. Quedamos en el puesto 16”, contó.
¿Cómo gestionar el éxito?
La robótica educativa permite a los niños dar rienda suelta a su imaginación, resolver problemas en equipo y formar a ciudadanos para una sociedad más tecnológica, apuesta que hizo el Colegio Colsubsidio Norte. En el club de robótica, detrás de un aparente juego, cada logro representa un aumento en la autoestima y la confianza. Sin embargo, con el éxito también viene la frustración.
Y fue lo que sintió Manuel tras el resultado en Alemania, pues, a pesar de ser un gran logro para alguien con 10 años en su primera competencia, él esperaba una mejor posición. Pero la experiencia cambia la perspectiva y, con 13 años, hoy lo ve así: más que un fracaso fue una lección. “El éxito se puede ver de dos maneras: ganar o hacer mi mejor esfuerzo. Para mí la recompensa es la experiencia, saber qué funciona o no. Un trofeo es solo eso”, asevera.
Yo sueño
El 2023 fue el año de nuevos intentos. La temática del WRO cambió, y para competir por un cupo, Manuel y sus compañeros crearon un robot que ayuda a especies marinas en peligro de extinción. Esta vez no les alcanzó para representar a Colombia. Aun así, había que seguir. En 2024 el desafío era cómo ayudar al planeta Tierra. Junto a sus profesores y compañeros Mariana Daza y Sergio Manrique, empezaron a trabajar. Primero en un sistema para llevar agua a lugares donde no había y luego en algo para contrarrestar la deforestación. Al final, ante el problema de desechos en el mar, plantearon un robot que ayudaba a los corales y el fitoplancton.
“Usamos la piscina del colegio para ensayar que se moviera. Tenía cuatro paneles LED, flotadores y más. El robot medía la temperatura del agua: si era fría, emitía luz azul para que los corales se nutran y crezcan; si era caliente, emitía señales de advertencia y ponía luces rojas”, explica. Lo lograron y por segunda vez Manuel, Mariana y Sergio representarían a Colombia primero en la WRO Regional, en San Juan (Puerto Rico), donde quedaron segundos, y luego en Turquía. En 2025, el reto fue crear un robot capaz de cumplir misiones a Marte, de manera segura, rápida y eficiente, que presentaron en la competencia nacional.
Con 13 años, este joven tiene claro su sueño: estudiar Ingeniería de Sistemas y crear una empresa de tecnología. El teatro también le interesa —”me late”, como él dice—, pero en los robots ha encontrado la respuesta para crear un mejor mañana. “Cuando tú tienes amor por las cosas, haces absolutamente todo. Expresarme con esto me ha llenado de satisfacción al ver que estoy creando una solución para que el futuro sea mucho mejor”