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Santa Marta está convertida desde el viernes en la capital diplomática de América Latina con la apertura de la IV Cumbre entre la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y la Unión Europea (UE).
Hasta el próximo lunes más de 60 delegaciones discutirán cómo relanzar una relación birregional que llevaba años estancada. La cita, presidida por el presidente Gustavo Petro, representa uno de los momentos más importantes de su agenda internacional y un intento de proyectar a Colombia como articulador de una voz común latinoamericana frente a Europa.
Para Petro, que ejerce la presidencia pro tempore de la CELAC, el encuentro es la culminación de una ofensiva diplomática iniciada en 2023 y la oportunidad de dejar su impronta internacional: una América Latina que habla de transición energética, justicia ambiental y soberanía económica.
La cumbre también busca reposicionar a la región como un bloque con agenda propia en medio de las tensiones globales entre Estados Unidos, China y Europa.
La cita, sin embargo, no arrancó sin tropiezos. La ausencia de varios jefes de Estado europeos —entre ellos la presidenta del Consejo Europeo, Ursula von der Leyen, y otras figuras de peso como el canciller alemán, Friedrich Merz, y el presidente de Francia, Emmanuel Macron— amenazó con restarle brillo al encuentro.
No obstante, la confirmación de la presencia de Luiz Inácio Lula da Silva reequilibró la balanza y devolvió proyección política al evento, permitiendo que el eje Brasil–Colombia aparezca como el nuevo motor de diálogo con Europa.
El debate girará en torno a la llamada “triple transición” —energética, digital y medioambiental— que la UE promueve como eje de cooperación bajo su iniciativa Global Gateway 2.0. También se espera que la declaración final aborde compromisos sobre migración y movilidad humana, seguridad regional, desarrollo de cadenas de valor sostenibles y producción de medicamentos en América Latina.
Para la UE, el reto será pasar de los anuncios a los hechos: las inversiones prometidas en la cumbre de Bruselas de 2023 avanzan lentamente, y los países latinoamericanos reclaman mayor agilidad y menos condicionamientos.
Para la región, en cambio, el desafío es aprovechar este espacio para fortalecer su integración y proyectar una voz común en temas como energía limpia, conectividad y autonomía productiva.
Además, temas de transición verde y digital. Con esto, Europa busca ampliar su presencia tecnológica y energética en América Latina, con inversiones dirigidas a hidrógeno verde, conectividad y transporte sostenible.
En el caso de la seguridad y la migración, los países latinoamericanos insisten en corresponsabilidad frente a las rutas migratorias, la trata de personas y el crimen transnacional, temas que también preocupan a Bruselas.
El Foro de la sociedad civil
Paralelo a la cita de mandatarios, en Santa Marta también se desarrolla el Foro de Sociedad Civil CELAC–UE, un espacio que reúne a organizaciones sociales, sindicatos, académicos y representantes de comunidades indígenas y afrodescendientes de ambos bloques.
Su objetivo es incidir en la agenda política de la cumbre con propuestas sobre justicia climática, equidad de género, derechos humanos y participación ciudadana. Las delegaciones latinoamericanas han insistido en que los acuerdos birregionales deben traducirse en beneficios tangibles para las poblaciones y no quedar limitados a los intereses gubernamentales o empresariales.
Desde la UE, en tanto, se ha destacado la necesidad de fortalecer la cooperación con actores sociales para garantizar que la transición verde y digital tenga un enfoque inclusivo y no profundice las desigualdades.