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Actor de Cien años de soledad T2 dejó su trabajo como ingeniero por la actuación

“Es lo más valiente que he hecho”, aseguró el actor de 35 años, quien cambió el rumbo de su vida por cumplir sus sueños.

Por Redacción Vea
07 de agosto de 2025
"Es lo más valiente que he hecho”, aseguró el actor de 35 años, quien cambió el rumbo de su vida por cumplir sus sueños.
Fotografía por: Cortesía Manuel Pacheco - Mánager Myriam Patricia

Manuel Pacheco es un rostro emergente en el mundo de la actuación colombiana, y en poco tiempo ha participado en producciones como Rojo Carmesí (Netflix/RCN), El Novicio Rebelde (Prime Video) y Sí A Primera Vista (Caracol/ReelShort). Antes de convertirse en actor y compartir escena con artistas que admiró desde niño, el guajiro de 35 años tenía una vida completamente distinta: era ingeniero industrial, emprendedor y trabajador del sector público. Sin embargo, lo dejó todo por un sueño que tuvo enterrado por años: contar historias a través del arte.

Desde Madrid, donde vivía y estudiaba actuación, regresó a Colombia hace dos años con la intención de pasar cuatro meses en Bogotá debido al rodaje de El Novicio Rebelde. Y aunque no estaba en sus planes, terminó quedándose. “Todo fue retador porque era apenas mi segundo rodaje. Anteriormente solo había grabado una miniserie, por lo tanto fue una experiencia estimulante de principio a fin”. Dicha producción no solo marcó su regreso al país, sino también un nuevo comienzo en su vida profesional.

De la Ingeniería a la actuación

“Fue una decisión que cambió mi vida. Yo empecé en esto con casi treinta años, después de dedicarme a la ingeniería industrial, emprender un negocio de comida saludable, hacer inversiones digitales y hasta trabajar en la DIAN. Justo antes de cumplir treinta me mudé a España para perseguir el sueño con el que había reconectado recientemente y que embargó mi alma por completo. Me apasiona la fotografía, de hecho mientras estudiaba la usaba para subsistir allá y también para conocer gente; mezclaba una cosa con la otra, cuando estaba fotografiando, dirigía, y cuando estaba actuando, pensaba en la óptica. Fueron años preciosos allá, de mucha aventura y gran aprendizaje, y de desestructurar mi mente, pues la ingeniería es todo lo opuesto a lo que ahora hago”, dijo Manuel Pacheco, en entrevista con Vea.

Desde entonces, su carrera ha tomado un gran impulso. Este año, Manuel ha estado involucrado en cuatro producciones: la adaptación de Cien Años de Soledad y tres series verticales, una de las cuales se coprodujo entre Caracol Televisión y ReelShort y ha roto récords dentro de la plataforma, y otra que se estrenará en dos semanas.

Pacheco creció con un profundo amor por la narración, el cine y los recuerdos que estos conllevan. De niño, grababa las novenas navideñas familiares, soñando con dirigir algún día sus propias películas. Pero, como muchos otros, se dejó llevar por las expectativas de su familia y la sociedad.

“Desde niño me cautivaron el cine y las historias escritas. La ficción ha ocupado un lugar muy importante a lo largo de mi vida, y cuando terminé el colegio quise estudiar dirección de cine. Desafortunadamente, con diecinueve años me llené de ese miedo que a veces te infunde tu familia por amor y por las ganas que tienen de que te vaya bien y de que no sufras. Entonces entré al sistema de educación tradicional y cuando empecé a sentir el vacío de trabajar en cosas que no me llenaban, me atreví a poner la mirada en todo aquello que sí me había ‘llamado’ desde siempre: la fotografía y la narrativa audiovisual”.

Manuel Pacheco asegura que tomó la mejor decisión

Aunque ha habido dudas en el camino, actualmente Manuel está convencido de que tiene mucho que entregar al mundo del arte que le devolvió la ilusión: “He atravesado momentos de miedo y desconfianza en mí y en mi talento, en mi propio perfil y en el mercado, pero nunca he considerado tirar la toalla. Es la decisión que más me enorgullece y lo más valiente que he hecho. Ha sido la puerta de entrada a otra vida, y a una nueva forma de relacionarme con la gente que conocía de antes, con mi familia, con mis amigos de la infancia y, sin duda alguna, conmigo mismo y el mundo presente. Siento que fue como volver a nacer. Me siento más joven que hace unos años, de hecho. Esa supuesta estabilidad no era sostenible, no sentía ilusión por mi futuro”.

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Hasta el momento, lleva cinco años estudiando y ejerciendo como actor, y no se arrepiente. También ha participado en series como Rojo Carmesí y Esclava, y en un par de películas que verán la luz en 2026 -una se grabó en Madrid y la otra en Medellín-, y es consciente de que, aunque es relativamente nuevo en el medio, cuenta con un público que lo apoya en cada uno de sus proyectos, mientras él sigue creciendo profesionalmente.

“A pesar de haber recibido los últimos años con la certeza de nuevos proyectos en el tintero, cada cierto tiempo siento el peso de la incertidumbre. No sé si en algún momento sea lo suficientemente recorrido para perder el temor que acompaña cada periodo entre un trabajo y el siguiente. Aún le estoy cogiendo el tiro a la vida entre rodajes. Me entra algo de miedo cada vez que acabo un rodaje, pero trabajo en eso. He encontrado serenidad al enfocarme en el trabajo creativo personal, la escritura, el ejercicio de mis herramientas actorales -más allá de si alguien me contrata o no-, y escribir cosas con la intención de actuarlas junto a mis amigos cercanos, quienes también atraviesan esa incertidumbre. Confío en el poder liberador de exteriorizar los miedos y así es esta profesión. Es más, cada vez que consigo un trabajo, lo vivo y lo celebro como un milagro.”

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