Brad Pitt no solo es uno de los actores más reconocidos de Hollywood, sino también un hombre que siempre manifestó el profundo cariño y respeto que siente por su madre, Jane Etta Pitt, quien falleció esta semana. Nacido y criado en Springfield, Missouri, el ganador del Óscar creció en un hogar donde Jane, maestra y consejera escolar, jugó un papel fundamental en su formación personal y profesional.
Desde sus primeros pasos en la industria cinematográfica, Pitt mantuvo un vínculo estrecho con ella, llevándola en varias ocasiones como acompañante a alfombras rojas y premiaciones. El actor destacó públicamente que su madre fue su gran apoyo emocional y la persona que le inculcó disciplina, empatía y un fuerte sentido de responsabilidad.
No obstante, la relación no estuvo exenta de momentos de tensión, especialmente por sus diferencias en temas políticos y religiosos. Jane Pitt fue conocida por sus posturas conservadoras y su fe cristiana tradicional, mientras que su hijo ha expresado visiones más liberales y se ha declarado agnóstico.
Estas diferencias se hicieron visibles en 2012, cuando Jane publicó una carta en un periódico local respaldando al entonces candidato republicano Mitt Romney y criticando el matrimonio igualitario, justo cuando Brad se pronunciaba públicamente como defensor de los derechos LGBT.
Pese a estas discrepancias, el actor ha asegurado en diversas entrevistas que su relación con su madre fue sólida. “Podemos no estar de acuerdo en muchas cosas, pero el amor está por encima de todo”, ha dicho en más de una ocasión.
Con más de tres décadas en la industria cinematográfica y una vida personal expuesta al escrutinio mediático, Brad Pitt ha demostrado que, incluso bajo los reflectores de Hollywood, mantiene firmes los lazos familiares. El cariño hacia su madre, pese a las diferencias ideológicas, es un ejemplo de cómo el respeto mutuo puede sostener una relación a lo largo del tiempo.
El homenaje que Brad Pitt le hizo a su madre antes de morir
El actor de F1 quedó devastado por el fallecimiento de su madre. Pitt expresó públicamente su afecto por ella durante una entrevista en el programa Today en junio, mientras promocionaba su nueva película F1.
Al hablar con la presentadora Savannah Guthrie, sonrió radiante mientras se dirigía directamente a su madre. “Tengo que saludar a mi mamá porque ella te mira todas las mañanas”, dijo Brad, antes de saludar a la cámara con una amplia sonrisa. Luego añadió: “Para Jane Pitt. Te quiero, mamá”, y le lanzó un beso.
Jane nació en Memphis, Tennessee, en 1940, y más tarde se convirtió en maestra de escuela primaria. Conoció a su esposo, William Alvin Pitt, mientras ambos estudiaban en la Universidad Bautista de Oklahoma. La pareja crio a sus tres hijos —Brad, Doug y Julie— en Springfield, Misuri, donde Jane trabajaba como consejera escolar.
Un obituario obtenido por Springfield News-Leader describe la vida temprana de Jane y su dedicación a su familia. Además de Brad, le sobreviven William, de 85 años, sus otros dos hijos y 14 nietos.
En la misma entrevista de Today, Brad dijo: “Es muy gracioso porque siempre la pintan en la prensa como una diabla, pero no hay ni una pizca de malicia en ella”. Continuó diciendo: “Ella es muy abierta, genuina y quiere que todos sean felices”.
Sydney Pitt, de 24 años, nieta de Jane e hija del hermano menor de Brad, Doug Pitt, confirmó el fallecimiento de su abuela en una publicación compartida en las redes sociales. “Aún no estábamos listos para que te fueras, pero saber que finalmente eres libre de cantar, bailar y pintar nuevamente lo hace un poco más fácil”, escribió Sydney.
Añadió: “Si conocías a la abuela, sabías que tenía un corazón enorme. Se preocupaba profundamente por todos y por todo, sin hacer preguntas.
“Ella me enseñó a pintar, a ser fuerte, a liderar con amabilidad, a amar a Jesús en todo y a encontrar alegría en las cosas más pequeñas. Ella inventaba los juegos más tontos solo para hacernos reír, y creía en la justicia, en poner a los demás primero y hacer el bien simplemente porque era lo correcto. No había límites para el amor que ella daba, y todos los que la conocieron lo sintieron. No sé cómo seguiremos adelante sin ella. Pero sé que sigue aquí en cada pincelada, en cada gesto amable, en cada colibrí. Era amor en estado puro”.

