Para Carolina Cruz, el ejercicio ha dejado de ser un medio para cumplir con estándares estéticos y se ha convertido en un acto de autocuidado, disciplina y empoderamiento. La presentadora y empresaria vallecaucana, madre de dos hijos y figura pública con una carrera de más de dos décadas, hoy abraza el entrenamiento físico como una forma de reconectar con su esencia, su bienestar y su salud mental.
Cruz es una de las figuras que respaldan el reto Renacer, una iniciativa pensada especialmente para mujeres que, como ella, enfrentan el desafío de encontrar tiempo para sí mismas en medio de las exigencias de la maternidad, el trabajo y la vida cotidiana. “Renacer es un reto para saber que cada día se puede volver a empezar, se puede volver a sentir y a ser mujer”, dice con convicción. Para ella, el mensaje es claro: muchas veces, al ser madres o esposas, las mujeres se olvidan de su propio bienestar, y este proyecto busca devolverles ese espacio.
Aunque muchos conocieron a Carolina como reina y modelo, su relación con el ejercicio tiene raíces más profundas. Desde el colegio, donde fue voleibolista y porrista, ha mantenido una vida activa. Sin embargo, fue durante sus años como figura pública que encontró un método y una disciplina que transformaron su forma de entrenar. “Cuando uno está chiquito lo hace más por vanidad”, admite. “Cuando fui modelo ese era mi objetivo, sobre todo por la presión social que me exigía verme linda, delgada, perfecta”. Pero su visión cambió radicalmente con la maternidad y con los años.
Tras convertirse en madre, Carolina encontró en el ejercicio una necesidad vital, más allá del cuerpo. “Hace parte de mi estilo de vida y para mí no es un sacrificio madrugar a entrenar. El ejercicio para mí es medicina”, afirma. La energía, la fortaleza y la salud que ha ganado a través de sus rutinas la han acompañado en momentos complejos y en los múltiples desafíos de ser mamá y figura pública. “Gracias a las rutinas me siento fuerte, vital, saludable, energética y más cómoda conmigo misma luego de mis dos embarazos”, asegura.
¿Qué es el reto Renacer?
El reto Renacer del que hace parte propone rutinas de solo 27 minutos, diseñadas por las entrenadoras Tata y Marce, con quienes Carolina ha trabajado por años. Estas sesiones están pensadas especialmente para mujeres ocupadas, y combinan efectividad, profesionalismo y motivación. “Lo maravilloso es que son rutinas que se hacen en vivo, llenas de alegría, y eso hace que funcionen más. Los músculos se acostumbran al entrenamiento, pero es clave que esté diseñado por expertos”, explica. Las rutinas están periodizadas por zonas del cuerpo y respetan los tiempos de descanso muscular, una fórmula que, según Cruz, potencia los resultados.
Carolina también ha tenido la oportunidad de entrenar con distintos profesionales a lo largo de su vida, pero asegura que este método, en particular, le ha dado los resultados más integrales. “Hace que se trabaje de todo un poco y uno siente que el resultado es mucho más rápido”, señala. Para ella, el secreto ha estado en el equilibrio entre disciplina y bienestar emocional.
Más allá de los ejercicios y las metas físicas, su mensaje tiene una carga profundamente humana. “El ejercicio no es solo para verse bien, sino para sentirse bien, y sobre todo, para garantizar una mejor vejez”, afirma. En su caso, ya no entrena solo por estética, sino porque ha entendido que el cuerpo es su vehículo para vivir con plenitud. “Lo físico alguna vez se va a acabar”, reflexiona.
Y para quienes quieren empezar a hacer ejercicio y no saben por dónde, Carolina tiene un consejo sencillo pero poderoso: ponerse como prioridad. “Uno como mujer muchas veces pone las prioridades de los demás por encima de las propias. El trabajo, el marido, los hijos… y uno se queda de último”.
Hoy, Carolina Cruz sigue madrugando a entrenar con la misma disciplina de siempre, pero con una conciencia distinta: su cuerpo no es solo una imagen, es su herramienta para vivir mejor, para crecer, para renacer. Su historia es la de muchas mujeres que un día decidieron volver a mirarse al espejo, no para criticar sus defectos, sino para agradecer su fuerza.

