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Cristina Umaña: “La mujer que soy hoy necesita su propio espacio”

Impulsiva, sensible y determinada, así es la actriz ibaguereña, que lleva así tres décadas entregada en cuerpo y alma a su profesión. Umaña, quien ha conquistado al público de Latinoamérica y además fue elegida, hace menos de un mes, como presidenta de la junta directiva de la Academia Colombiana de Cine, reflexiona sobre su vida, su trabajo y sus dinámicas hoy.

Por Daniela Suárez Zuluaga
13 de junio de 2025
La actriz colombiana Cristina Umaña.
Fotografía por: Archivo Vea

Nadie detiene a Cristina Umaña, una profesional entregada y decidida, que le ha entregado casi tres décadas al arte. Nació en Ibagué el 24 de diciembre de 1974. En los 90 viajó a México para cumplir su sueño de estudiar en el Centro de Educación Artística (CEA) de Televisa. Desde entonces, no ha dejado de sorprender al público con interpretaciones, que van desde el drama más intenso, hasta personajes llenos de acción y compromiso social. Su salto a la fama llegó con papeles como Robin en La mujer del presidente (1997) y su protagónico de Yo amo a Paquita Gallego (1997-1998), que la catapultaron como figura central de la televisión nacional.

Más allá de las producciones nacionales, el talento de Umaña llegó a plataformas como HBO, Netflix y Amazon. Sus papeles en series como “Capadocia”, “Narcos” y “Jack Ryan” pusieron su nombre en el radar y llamaron la atención del público internacional. En 2022, deslumbró con su interpretación de Maruja Pachón en “Noticia de un secuestro”. Su actuación la hizo merecedora del Premio Platino a Mejor Interpretación femenina en miniserie o teleserie.

Umaña se destaca en el cine, con títulos como El Rey, Virginia Casta, Lecciones para un beso y Malcriados. En teatro, ha protagonizado obras como “Hombres en escabeche”, “Cómo aprendí a manejar” y “Carta a una desconocida”.

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Más allá de los reflectores, la actriz reflexionó sobre su vida, sus aprendizajes y la manera en que con el transcurrir del tiempo han cambiado sus prioridades.

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La hemos visto en varias producciones exitosas como “Primate”, “Distrito Salvaje” y “Noticia de un secuestro”, pero más allá de los proyectos, ¿quién es la Cristina Umaña que no vemos en la pantalla?

Creo que todos cambiamos permanentemente. Vamos evolucionando, replanteando nuestras posturas de acuerdo con nuestras vivencias. Eso pasa conmigo, soy una mujer adulta con 30 años de carrera, soy madre de un adolescente, he viajado, he vivido, he sido nómada, me he quedado, me he enamorado y desenamorado, he vivido duelos, he hecho las paces con personas con las que había tenido altercados, he recuperado amistades, he perdido otras. Ha sido muy bonito crecer y encontrarme en cada experiencia, ahora me gusta más la intimidad, el silencio, estoy en un momento en el que me gusta compartir con mi familia, mi pareja, mi hijo, y entendiéndome como madre. Me gusta lo casero, tengo un restaurante con mi esposo, que es chef. Esa soy yo ahora, ya no quiero estar 365 días en un set, la mujer que soy hoy necesita su propio espacio.

¿Cómo definiría su ritmo de vida? ¿qué tan importantes son las pausas para usted?

Siempre tuve un ritmo acelerado, pero intuitivamente me he dado mis espacios. Cuando fui madre, era más consciente de que necesitaba descansar, entendí que ser madre era mi prioridad número uno, que mi hijo necesitaba de mí y yo de él. Nos necesitábamos mutuamente en esa relación y en esa presencia. He seguido trabajando, pero no con esa intensidad, me he tomado mi tiempo para estar con él, y siempre he priorizado la maternidad. Aun así, no he abandonado mi profesión, porque es algo importante para mi espíritu. Aprendí con los años a cultivar un espacio para mí. Cuando era más joven priorizaba demasiado a mis parejas, era algo excesivo. He aprendido a canalizar eso mucho más, y a saber que la pareja es un compañero de vida con el que camino, pero no es todo.

Con treinta años de carrera en el mundo de la actuación, ¿cuáles han sido las lecciones más duras que ha aprendido de esta profesión?

Fue caótico. Aprendí a los tropiezos, ensayo, prueba y error. Mi mirada hoy en día es más compasiva con la Cristina del pasado en ese sentido. Mis experiencias me hicieron la mujer que soy hoy, y me siento muy feliz con eso. En mis 20 solo me importaba mi carrera y mis novios, tuve muchas descalabradas en ese proceso, porque toda la vida he sido muy emocional, he aprendido a canalizarlo, pero era muy impulsiva y apasionada. Por eso viví experiencias complejas y tristes, como todo el mundo, pero muy valiosas. Había un espacio que necesitaba resolver y no sabía cómo. Pensé que era a través de la pareja, pero no, la respuesta estaba en mí. He sido muy clara con lo que quiero, porque actuar para mí ha sido una pasión, siento que es un don y lo disfruto enormemente.

De todos los personajes que ha interpretado a lo largo de su carrera, ¿hay alguno que la haya marcado de forma especial?

Yo me despojo completamente de mis personajes. Algunos me han costado más que otros y que la gente los recuerde hace que siempre estén presentes. Es muy bonito eso. La experiencia que tuve en ciertos proyectos hizo que haya sido especial, los tengo a todos en mi corazón y de todos he aprendido muchísimo. El trabajo del actor es una comunión permanente, y tengo en esos recuerdos a los equipos con los que he trabajado, la gente que me he encontrado, los personajes que han llegado a mí, y otros proyectos que me han llevado a dar pasos internacionales importantes. Me siento muy agradecida también por los ‘no’ que he podido dar en mi carrera, por entender cuando un proyecto no es para mí y hacerme a un lado, porque todo pasa por alguna razón.

¿Cómo definiría su relación con el teatro?

Puede sonar un poco cliché lo que voy a decir, pero para mí, el teatro es una experiencia casi que sagrada. Cada vez que me paro en un escenario, en una función, algo sucede con el público, es una magia que es tácita, que no hay que hablarla, pero se siente. Tener la posibilidad de ser un canal de comunicación en el teatro es un gran regalo, y creo que para cualquier actor lo es. Había dejado de hacer teatro muchos años y volví con “Prima Facie”, un monólogo que me retó muchísimo como actriz, mujer y ser humano. “Respira” también me retó desde otros lugares y me invitó al juego.

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