La periodista Érika Zapata, reconocida por su estilo auténtico, su inconfundible acento paisa y su presencia en Noticias Caracol, ha demostrado que detrás de la pantalla también habitan la vulnerabilidad y el dolor. En distintos espacios ha compartido fragmentos íntimos de su vida, revelando que su camino hacia el reconocimiento ha estado marcado por episodios profundos de ansiedad, tristeza y pensamientos oscuros que, en sus palabras, la llevaron a sentir que no quería seguir viviendo.
¿Qué le pasó a Érika Zapata?
En una reciente entrevista con la Revista Vea, Zapata relató con franqueza uno de los momentos más duros de su vida laboral, cuando trabajaba en otro medio de comunicación antes de llegar a Caracol. Allí, dice, fue víctima de constantes humillaciones y malos tratos. “Me quería morir”, confesó. “Lloraba mucho, no comía, no dormía. Bajé de peso de una forma exagerada. Me trataban mal. La vida me dolía. Fue una etapa muy dura, una pesadilla”.
Esos días, recuerda, la dejaron al borde del colapso emocional. Aunque ya había logrado abrirse camino en el periodismo, no se sentía respetada ni valorada. “Tuve que callar muchas cosas, porque uno tiene que sobrevivir. Pero yo no era feliz, estaba perdida en el mundo”, señaló en una entrevista con Infobae Colombia.
¿Por qué criticaban a Érika Zapata?
Pero los desafíos no se quedaron en ese episodio. Al llegar a un noticiero nacional, se enfrentó a una nueva clase de presión: el escrutinio público. Sus primeras apariciones en televisión generaron críticas en redes sociales por su acento, su manera de hablar e incluso su apariencia. Todo eso minó su confianza en un momento en el que ya batallaba con su salud mental. “No sabía si iba a aguantar mucho tiempo. Me sentía insegura y desubicada”, confesó. “Las críticas me dolían, no era fácil ver cómo me burlaban por ser yo”.
Aun cuando logró consolidar su estilo, ganar seguidores y convertirse en una figura querida por muchos, la tristeza no desapareció del todo. En redes sociales, donde comparte parte de su vida cotidiana, ha dejado ver que los días oscuros todavía llegan. En mayo pasado publicó una imagen suya llorando, acompañada de un mensaje que luego eliminó. “Hay días en los que uno no se siente bien emocionalmente. Es normal sentirse así a veces. La soledad pesa”, escribió en otra publicación.
“No me gusta victimizarme”, ha dicho en varias entrevistas. Pero sí ha querido hablar para que otros no se sientan solos. “Todos mostramos una cara fuerte al mundo, pero eso no significa que por dentro no estemos rotos o cansados”, reflexionó. En una entrevista reciente con Tropicana reveló que “de alguna manera me rescataron a mí la vida, porque antes de tener esta oportunidad, yo ya me había dado por vencida, soy una persona muy depresiva. Muchas veces pensé en cerrar el negocio, la última vez antes de entrar a Caracol. Estaba triste, yo era una persona diferente, esto me alzó la autoestima, soy una persona diferente, siento que lo puedo lograr todo y me siento muy capaz; y más cuando creen en uno”.
La importancia de la salud mental
Más allá de los reconocimientos que ha ganado por su autenticidad, Érika Zapata ha usado su visibilidad para poner sobre la mesa un tema poco abordado en los medios colombianos: la salud mental de los periodistas. Un oficio que, como el suyo, muchas veces exige dureza emocional, presencia impecable y tolerancia frente al juicio del público.
En varias ocasiones ha insistido en que hablar de lo que duele no es sinónimo de debilidad. “Es importante contarle al mundo que a veces nos sentimos mal, y que está bien buscar ayuda. Yo he tenido días hermosos, pero también días en los que no quiero ni levantarme. Y ambos son parte de mi historia”.
Hoy, Zapata continúa informando desde las calles, con el tono que la distingue y el carácter que ha construido a pulso. Pero su testimonio deja claro que su fortaleza no se forjó en la ausencia de tristeza, sino en su capacidad para seguir adelante pese a ella.

