Juan Palau llegó por primera vez a la Cárcel Distrital de Bogotá por una invitación para tocar música. No fue una visita institucional ni parte de un programa social, era una presentación puntual. Sin embargo, ese primer contacto derivó en un proceso que hoy lo tiene vinculado a talleres de formación musical en varias cárceles de la ciudad.
Durante esa jornada inicial, Palau decidió interactuar con los internos más allá del concierto. Abrió el micrófono y preguntó quién cantaba, quién bailaba o quién tocaba algún instrumento. La respuesta, según recordó, fue inmediata, pues varios se acercaron a participar. “Ahí nos dimos cuenta de que había interés y habilidades que no estaban siendo trabajadas”, explicó.
A partir de esa experiencia, Palau empezó a explorar la posibilidad de desarrollar un taller de música dentro del centro de reclusión. En 2022, junto a su productor Juan Felipe Echeverri (Fech), realizó un piloto en la Cárcel Distrital. El ejercicio duró un mes y estuvo a cargo del músico y el productor. No se trataba de formar artistas, sino de introducir nociones básicas de música y abrir un espacio distinto dentro de la rutina carcelaria.
Del taller piloto a un programa sostenido
Tras ese primer ensayo, Juan Palau se enfrentó a una realidad que desconocía: la de los permisos, las dinámicas institucionales y los límites que existen para desarrollar procesos culturales en cárceles. Entender este funcionamiento fue clave para pensar en una continuidad.
De ese proceso surgió “Free Music By Mambart”, un programa impulsado por la Fundación Mambart, creada por Palau, Echeverri y otros socios. Actualmente, el programa se desarrolla en la Cárcel El Buen Pastor, La Modelo, la Cárcel Distrital de Varones y Anexo de Mujeres, así como en la comunidad salesiana del barrio 20 de Julio.
El proyecto, que ha reunido a más de 150 participantes, contempla formación en fundamentos musicales, armonía, producción básica, sonido en vivo y nociones de industria musical. Las clases fueron dictadas por profesionales del sector y se extendieron hasta diciembre.
Lo que se encuentra al entrar a una cárcel
El trabajo dentro de los centros de reclusión también confrontó los prejuicios con los que el propio Palau reconoció haber llegado. “Uno entra con miedo, con ideas que vienen de afuera”, admitió. Sin embargo, la experiencia fue distinta a la esperada.
Fech, productor musical y también fundador de la Fundación Mambart, coincidió en esa percepción. Señaló que lo que encontraron fue un ambiente menos hostil del que imaginaban y personas interesadas en participar, aprender y ocupar el tiempo de otra manera. “Son historias muy comunes, atravesadas por la falta de oportunidades”, explicó.
Juan Palau aclaró que el enfoque del programa no parte de una idealización de las personas privadas de la libertad. “Ellos están pagando una condena. No estamos yendo a justificar nada”, afirmó. El interés, dijo, estuvo en que el tiempo de reclusión fuera productivo y que, al salir, existan más herramientas para no reincidir.
Testimonios del proceso
Las experiencias que surgen en los talleres no siempre están relacionadas con el talento musical. Palau recordó el caso de un participante que no cantaba ni tenía interés en dedicarse al arte, pero que asistía con regularidad. “Me decía que estar ahí lo sacaba mentalmente de la cárcel”, contó.
Tiempo después, ese mismo interno le confesó que era la primera vez que pensaba en salir en libertad para hacer algo distinto. No para convertirse en músico, sino para aplicar lo aprendido en su entorno cercano. Para Palau, ese tipo de cambios cumplen el objetivo del proceso. “No todos tienen que ser artistas”, aseveró.
Además del trabajo en cárceles, el programa también se desarrolla en la comunidad salesiana del 20 de julio, donde está abierto al público. Allí, el requisito principal es la disposición para asumir un proceso de formación constante.
La música como herramienta
Juan Palau habla de la música sin adornos. No la presenta como una solución total ni como un discurso de redención, sino que, en su opinión, se trata de una herramienta concreta: “El arte no juzga ni etiqueta. Eso lo hacemos nosotros”.
En paralelo a este trabajo, el actor continúa con su carrera artística. En 2026 volverá a las pantallas como parte de la tercera temporada de “La Reina del Flow” y prepara nuevos lanzamientos musicales. Son caminos distintos que, por ahora, se cruzan en un punto común: el uso de la música como espacio de formación y trabajo social.
En un contexto donde la resocialización sigue siendo un tema pendiente, la experiencia de Juan Palau no pretende ofrecer respuestas definitivas. Su trabajo en cárceles y comunidades vulnerables plantea, más bien, una pregunta abierta sobre el lugar que pueden ocupar el arte y la cultura en esos procesos.
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