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Julián Trujillo reveló detalles de su paternidad y su infancia: “Nunca lo había dicho”

El actor, recordado por ‘La casa de los famosos’ y ahora en ‘La hija del mariachi’, habló en exclusiva con ‘Vea’ de su hija Lucía y de cómo su niñez marcó su forma de ser padre.

Por Daniel Guerrero Aldana
11 de julio de 2025
Julián Trujillo es el capitán Gregorio Bernal en la nueva versión de 'La hija del mariachi', telenovela del Canal RCN (2025).
Fotografía por: Cortesía ITM José Rivera

Convertirse en padre hace pocos meses no solo le cambió la rutina y el ritmo de los días a Julián Trujillo: también le removió la memoria y le recordó la historia de amor y carácter que vivió en su infancia. Conocido por su paso por La casa de los famosos y por sus personajes en televisión, el actor habló en exclusiva con Vea y confesó que su mayor aspiración no es que Lucía, su hija recién nacida, crezca para admirarlo como actor ni que repita sus pasos frente a las cámaras. Su verdadera meta, aseguró con calma, es más profunda: enseñarle a vivir en paz consigo misma.

“Todos quieren darles estudio a sus hijos, y es importante; todos quieren encaminarlos al éxito y acompañarlos desde el amor, pero yo quiero que Lucía tenga algo que considero más valioso: amor y respeto por la paz. Que aprenda a tener paz interna y externa, paz con sus miedos, con la vida y con sus inseguridades”, explicó el bogotano. Y lo dijo no como quien lanza una frase para la foto, sino como alguien que ha pensado, durante muchos años, en qué significa realmente heredar algo importante.

“Yo no busco que mi hija me ame porque sí, ni pretendo que me admire a toda costa. Creo que el amor de los hijos no es algo que se exige, sino que es el resultado de lo que uno hace como padre”, agregó Julián Trujillo sobre la bebé que tuvo con Susana Rojas, al tiempo que recordó que él mismo creció con padres que nunca le pidieron amor y respeto, sino que se lo ganaron a pulso.

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“Mi papá me enseñó carácter; mi mamá, sabiduría”, Julián Trujillo

La historia familiar del actor es tan simple como entrañable. De Henry Trujillo, su padre —un hombre huilense de voz fuerte y genio recio—, heredó el carácter que hoy lo define.

“Mi papá es un tipo que parece que estuviera regañando todo el tiempo. Es flemático y sanguíneo, pero muy respetuoso. Él me decía: ‘Cuando hables con alguien, métele carácter porque el carácter es respeto. Si tú te respetas a ti mismo en una conversación, también respetas al otro’”, aseveró Julián Trujillo.

Precisamente, fue su padre quien también lo animó a atreverse en la actuación con una frase que recuerda casi de memoria: “Hazlo, pero métele fuerza. No importa si está bien o mal, porque eso es subjetivo, pero métele fuerza para que la gente se conecte contigo. Si hay fuerza y verdad en lo que dices, entonces podrás encontrar un futuro allí”.

Su madre Martha Mogollón, en cambio, le dio algo diferente, menos ruidoso, pero igual de valioso: la sabiduría tranquila y la mirada reflexiva ante la vida. “Ella era la persona con la que hablaba cuando necesitaba entender algo; con mi papá iba cuando necesitaba soportar algo con valentía”, explicó.

En su charla con Vea, Julián Trujillo recordó que, a los 15 años, después de una decepción amorosa que lo tenía sumido en la tristeza, su mamá lo miró fijamente y le dijo: “Vívalo, súfralo y no lo detenga. Si quiere llorar, llore; si quiere gritar, hágalo. Viva el proceso completo, pero vívalo rápido. Hay personas que duran toda una vida en pena”. Esa lección, que define como “simple pero profunda”, lo acompaña hasta hoy.

“Desearía que, si vuelvo a nacer, ellos sean mis papás otra vez. Tuvieron problemas, claro, como todos, pero me enseñaron cosas que hoy me hacen mejor persona y que quiero que Lucía herede. La paz interna no es no sentir miedo ni dolor, sino tener la capacidad de seguir soñando incluso en medio de eso”, afirmó con convicción.

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Hoy, convertido en padre, Julián Trujillo siente que todo aquello que aprendió —el carácter, la sabiduría, la paz interna— cobra un sentido más profundo. “Lucía no necesita que yo sea perfecto. Necesita que yo sea consciente de mis defectos, que le enseñe que está bien ser imperfecta. Ahí, en esa imperfección, está la originalidad”, concluyó en la entrevista con Vea.

Y entre recuerdos de su padre fuerte y de su madre sabia, entre los miedos que todavía lo acompañan y las lecciones que sueña transmitir, el actor de 39 años se dibuja a sí mismo no solo como actor ni como personaje de televisión, sino como un hombre dispuesto a heredar algo que considera más valioso que la fama: la paz.

Daniel Guerrero Aldana

Por Daniel Guerrero Aldana

Periodista y comunicador social egresado de la Universidad Central con máster en Innovación Social. Escribe sobre entretenimiento, con enfoque crítico y sensibilidad por las historias que conectan con la gente.nguerrero@elespectador.com
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