Crear contenido que informe, emocione y transforme puede parecer una tarea complicada. La preocupación de Guillermo Prieto La Rotta, mejor conocido como Pirry, es evidente: “La verdad es que si uno busca temas interesantes, el algoritmo le empieza a dar temas interesantes. Creo que acá en Colombia hay pocos influencers haciendo cosas muy importantes. Infortunadamente esto no se hace viral. Por un lado, siento que algunos que hacen estos temas tienen que buscar una manera un poco más divertida de enganchar a la gente, y, de otra parte, se encuentran los que solo están viendo escándalos y peleas y tirándose odio y de pronto, cada tanto, se echan una miradita a un contenido de astronomía, de biología o de salud. Ahora lo más masivo es Instagram y TikTok y para comprometer a uno de estos influencers que tiene nueve millones de seguidores a que se haga una campañita cuando todo es una máquina de hacer dinero es difícil, no hay la voluntad, entonces le da uno un poquito de tristeza”, afirmó el periodista.
De la televisión a las redes sociales
Después de años de conquistar las pantallas de televisión, Pirry se enfrentó a ese nuevo escenario de las redes sociales, pero conservando su sello narrativo y su enfoque documental: “Siento que no puedo creer que yo, en el quinto piso, esté en este mercado de gente que fluctúa en su gran mayoría, como hasta los 25 años, en un lenguaje absolutamente diferente del que manejaba en televisión. Pasé de estar en un horario prime el domingo, donde lo veían a unos cinco o seis millones de personas y no había mucha competencia, a estas redes sociales, donde hay muchísima cantidad de información, pero lograr que la gente se enganche con la información de uno no es tan fácil; sin embargo, lo he hecho sin traicionar mis principios. Desde el 2021 he hecho una gran cantidad de contenidos de ballenas, delfines, orcas, etcétera y aunque obviamente no son tan comerciales o tan vendedores como los de estos chicos de ocho y nueve millones de seguidores, se empieza a ver que uno crea un nicho. Mucho de mi público lo arrastro desde la época de la televisión, o los hijos de los que me veían por allá en el 2005. Me he encontrado gente de 21, 22 o 25 años que ven mi contenido y eso para mí es súperhalagador, porque, además, quiere decir que de alguna manera he logrado hacer la transición tan difícil de los medios y de la televisión a este lenguaje de redes sociales y pues ahí voy, esa es mi lucha. Una de las razones de ser de mi vida es comunicar, contar historias y ojalá, en la medida posible, tratar de que esas historias hagan a la gente pensar un poquito”.
¿Hay presión para obtener vistas mostrando otro tipo de contenido?
“Es divertido, pero al mismo tiempo un poco preocupante, porque si no enganchas a la gente en cinco segundos no ven el contenido y mucho menos un contenido de dos o hasta de seis minutos en Instagram. Entonces toca buscar una manera divertida de manejar el mismo lenguaje; yo no es que tenga mucho que mostrar, pero le digo a la gente: ‘Toca mostrar piel para que ustedes se queden ahí’ y bueno, he hecho varias, pero la idea es tampoco traicionar los contenidos, porque si no, entonces lo que haría uno es solo hacer cosas chistosas, que es lo que la gente más ve, y dejaría uno de hacer la parte profunda de lo que uno publica. Lo reconfortante es que aun así tengo un nicho de gente que me sigue. Hice un contenido de orcas en Noruega que me costó mucho trabajo ir a hacerlo y que mucha gente, a menos que sea bióloga o experta en ballenas, no va a entender. Y, sin embargo, la gente me copió el contenido y sin mostrar nada, tuvo casi dos millones de vistas. Entonces eso a uno le da mucha satisfacción y siente uno que está haciendo un buen trabajo”.
¿Qué ha sido lo más difícil de este camino?
“Cuando hacía documentales para televisión, la dificultad estaba en los lugares peligrosos a los que íbamos, que muchas veces arriesgaba uno la vida y la del equipo también. Ahora ya no hago contenidos de ese tipo de situaciones, sino más de naturaleza y pues es muy difícil, yo porque no tengo familia y no tengo hijos, entonces mi hijo es este pequeño proyecto de comunicación, así que todo lo que trabajo me lo gasto en hacer mis contenidos y lo agradezco, siquiera tengo cómo hacerlo, pero es difícil y a veces duro, porque tú compites con un influencer que hace un chiste, una pone un lip sync tonto de 20 segundos y allá es donde van las marcas, entonces no es tan fácil, pero ahí tengo a mis seguidores y ahí sigo dando lora, o sea que sí se puede”.
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¿Cuáles son sus próximos proyectos?
“Este año no he viajado tanto como en años pasados, pero estuve casi todo enero en los fiordos en Noruega, en el círculo polar ártico, metiéndonos al agua a 0 grados, haciendo contenido de ballenas, de orcas. A veces siento que uno publica una imagen donde uno está al lado de un animal de 25 metros, que solo las dimensiones a mí me parecen increíbles y nadie me llama a decirme: ‘Oye, estuviste con esta ballena’, eso nunca nadie lo ha hecho y me gustaría que se fijaran más en eso. Me voy en septiembre a la Polinesia francesa a hacer contenidos de océano, buceando con todo tipo de peces, mamíferos, mostrando cómo está el estado del coral y voy hasta allá porque es un sitio muy remoto en el planeta y por eso mismo el mar se conserva como en pocas partes del mundo. Salí de la pandemia, hice un viaje a Galápagos, que es increíble, y me reconecté con el océano y ando en ese enamoramiento. Me encanta tratar que la gente vea esos contenidos y que los toque, que les despierte emociones y, de pronto, amor por la naturaleza”.

