Hace ocho años el mundo del entretenimiento colombiano se enlutó cuando inesperadamente falleció de un ataque fulminante al corazón el hombre de radio, Alejandro Nieto. Fue uno de los profesionales más exitosos en el renglón de la industria en el país, trabajó más de 20 años en distintas estaciones nacionales. Fue Gerente de la Cadena SER en España y más tarde fue nombrado Gerente de Radio Univisión. Estaba comenzando en este nuevo rol a comienzos del 2016 y su familia, compuesta por su esposa Marcela Sarmiento y sus hijas Paulina y Florencia, estaba en medio de la mudanza cuando murió.
Marcela, que había sido muy popular en Colombia presentando formatos como Todo que ver y Día a día, había dejado la pantalla para dedicarse a sus hijas, aunque sacaba tiempo para seguir haciendo radio y escribir, sintió que la vida se le quedó sin piso cuando recibió la noticia.
Sarmiento debió aplazar su dolor para asumir las riendas de su hogar, encargarse sola de sus hijas, terminar de instalarse en Miami y regresar a la televisión para no ver afectada las finanzas familiares. Comenzó a laborar en Primer Impacto, de Univisión, rol con el que sigue cada mañana acompañando a los televidentes latinos en Estados Unidos en la prestigiosa cadena.
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El tiempo ha pasado y Marcela admite que la montaña rusa de emociones ha estado ahí: la incredulidad, el dolor, el guayabo, la nostalgia. Ahora se siente lista para hablar con serenidad del tema y como suele ocurrir en estos casos, los profesionales sanan a través de sus talentos, y en este caso Marcela ha recurrido a su voz y a su facilidad para hablar con la gente para seguir en su proceso. El resultado el pódcast ‘Después del amor’,, que consta de cinco episodios donde ella charla con reconocidos personajes que como ella han perdido a alguien en su vida y han vivido duelos sobre los que vale la pena reflexionar. Cada episodio se titula como una de las etapas de duelos. De esta manera, el de Negación lo desarrolla con la escritora Rosa Montero; el de la Ira, con el actor y Héctor Suárez Gomís; el de la Negociación, con el periodista Daniel Samper Ospina; el de la Tristeza, con Piedad Bonnet y la Aceptación, con Jordi Evole. De ellos, de la manera cómo ha afrontado estos ocho años, en medio de la viudez y el duelo, y por supuesto, de los momentos más difíciles que ha sorteado habló con Vea.
Marcela Sarmiento no podía creer que su esposo hubiera muerto inesperadamente
En este proceso de ocho años ¿sientes que hubo alguna etapa del duelo en la que te quedaras mucho tiempo?
“Creo que la viví exactamente el tiempo que las tenia que vivir, sanamente porque no hice sustituciones aceleradas en mi vida en ningún aspecto. Creo que es un grave error tratar de pasar y brincarte cada etapa. Hay que vivir intensamente cada una para poder estar bien en el momento en el que tu mente y tu corazón y experiencia personal así lo determine. Es algo que va sucediendo de manera natural.
¿Cuál fue la mas compleja?
“Tal vez yo pensando un poco en lo intempestiva que fue la muerte de Alejandro, eso llevó a una incredulidad, casi como de decir ¿cómo es posible que esto suceda’. La etapa de negación, la primera donde uno dice ‘no puede ser posible, hablé con él’. No hay nada que que pueda calmar en ese momento el darte cuenta lo frágil que puede ser la vida y que es un instante que cambia para siempre. A mí me pareció muy duro el tener que aceptar eso. Esa negación fue difícil, esa primera parte fue complicada y eso obviamente, si dilata las otras etapas”.
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¿En qué momento sientes que estás lista y lo has superado?
“Creo que fue una cosa muy natural, el hecho de que yo no me podía quedar sentada mirando el techo y exclusivamente viviendo un duelo. Yo tenía, teníamos, dos hijas y esa sola razón me obligaba a estar reconstruyendo mi vida de una manera rápida. Mi vida laboral, financiera, el día a día, no me podía sentar a esperar que viniera la salvación por sí sola. Había que trabajar en ello y ese era el gran reto.
Me he sentido capaz y lista en muchos momentos, pero como el duelo va y viene todas estas etapas van y vienen. El solo hecho de hablar ahora públicamente sobre lo que me ha pasado, esta reflexión de ocho años de duelo y de viudez, me da la sensación de que en este momento estoy muy tranquila. No libre de sentimientos, ni de recuerdos, eso me acompañará toda la vida, pero si en una posición en la que puedo hablar con mucha más claridad”.
Marcela Sarmiento ha superado el duelo, pero sigue habiendo momentos difíciles
¿Aún sientes o te da el famoso ‘guayabo’?
“El guayabo es fuerte. Un momento reciente en el que lo viví durante los 30 años de Carlos vives y te voy a explicar por qué...fue en el Campín, tengo muchas historia de mi vida en ese lugar. Alejandro se dedicaba a la radio, a las emisoras juveniles, así que para mi el Campín era una escenario en el que estaba con él y los 30 años de la música de Carlos son los 30 años de mi vida con Alejo y sin Alejo, yo me casé cuando tenía 21 años quedé viuda a los 41 y haz la cuenta; era como si fuera la banda sonora de mi vida. Me encontré con cantidad de amigos de mi época de Colombia, de los dos, que me abrazó. Sentí un guayabo normal de recordar, pero no de ir a un pozo negro y oscuro”.
Tú charlas en el pódcast que lanzas con gente que ha tenido una gran perdida.. ¿cómo vamos a ver tu experiencia ahí?
“Yo no converso con Rosa Montero o con Daniel Samper o con cualquiera de los invitados para que ellos me cuenten. Son episodios en los que a través de mi historia personal y mis revelaciones y de mis confesiones conversamos sobre cada una de las etapas. No es en vano que los escojo. El primer episodio es con Rosa, que perdió su pareja y yo perdí un gran amor. A raíz de esa conversación empiezo yo a contar mi historia del día que murió Alejandro”.
Haciendo el pódcast ¿hubo momentos difíciles?
“En general es traer nuevamente a tu presente situaciones que me acuerdan de Alejandro. En algún momento te impactan un poco, eso es lo difícil, seguir poniendo ese tipo de cosas que son las que me tocaron y que abrazo porque uno no tiene que rechazar su duelo, ni los malos momentos de la vida; uno los abraza con amor y cariño y sabe que llegaron ahí para convertirte en otra persona y siento que haber recordado tantas cosas difíciles fue duro, pero al mismo tiempo, saber que hay que saber ponerlas en el sitio indicado, es reconfortante”.
