Robert Redford, uno de los actores y directores más influyentes de la historia del cine estadounidense, falleció este 16 de septiembre a los 89 años, en su residencia de Sundance (Utah), acompañado de su familia. La noticia marca el final de una era en Hollywood, donde su nombre estuvo asociado durante más de seis décadas con elegancia, talento y compromiso artístico.
Nacido el 18 de agosto de 1936 en Santa Mónica, California, Charles Robert Redford Jr. se formó inicialmente en las artes visuales antes de decidirse por la actuación. Sus primeros pasos se dieron en televisión y teatro a inicios de la década de 1960, hasta consolidarse rápidamente en el cine, gracias a una presencia magnética y a una manera particular de interpretar personajes complejos.
Robert Redford y una carrera marcada por clásicos
El reconocimiento internacional de Redford llegó con Butch Cassidy and the Sundance Kid (1969), película en que interpretó a Sundance Kid y compartió créditos con Paul Newman. La química entre ambos actores convirtió el filme en un clásico del western y sentó las bases de una de las duplas más memorables del séptimo arte.
A partir de allí, su trayectoria se consolidó con títulos que hoy son imperdibles en la historia del cine: The Sting (1973), también al lado de Newman; The Way We Were (1973), junto a Barbra Streisand; y All the President’s Men (1976), en la que encarnó al periodista Bob Woodward en la investigación del caso Watergate. Estos papeles no solo lo ubicaron entre los actores más solicitados de su generación, sino que lo convirtieron en símbolo de integridad y carisma en la pantalla.
En 1980 debutó como director con Ordinary People, un drama familiar que obtuvo el Óscar a Mejor Película y le dio a Redford la estatuilla en la categoría de ‘Mejor Director’. La crítica destacó la sensibilidad con la que narró el dolor, el silencio y las tensiones dentro de una familia estadounidense aparentemente común. Posteriormente dirigió filmes como A River Runs Through It (1992), Quiz Show (1994) y The Horse Whisperer (1998), confirmando su capacidad para explorar las dimensiones más humanas de sus personajes.
Incluso, en etapas avanzadas de su carrera, Robert Redford mantuvo un compromiso con proyectos exigentes. Su actuación casi sin diálogos en All Is Lost (2013), donde interpretó a un navegante en solitario en medio del océano, fue considerada una de las más poderosas de su filmografía.
El impulso de Robert Redford al cine independiente
Más allá de sus aportes como actor y director, Redford dejó una huella profunda en la industria cinematográfica como fundador, en 1981, del Sundance Institute. Con él nació el Sundance Film Festival, evento que se convirtió en la plataforma más importante para el cine independiente a nivel mundial.
Directores como Quentin Tarantino, Steven Soderbergh o Damien Chazelle encontraron en Sundance un espacio vital para mostrar sus primeras obras y alcanzar proyección internacional. Gracias a este impulso, el cine estadounidense se diversificó con nuevas voces, narrativas más arriesgadas y propuestas alejadas de las fórmulas comerciales de los grandes estudios.
El festival y el instituto consolidaron a Rober Redford no solo como estrella de Hollywood, sino como un gestor cultural que defendió la necesidad de dar cabida a historias distintas y a talentos emergentes. Ese legado sigue siendo uno de los más significativos de su trayectoria.
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Activismo y compromiso social de Robert Redford
A lo largo de su vida, Robert Redford se involucró activamente en causas sociales y ambientales. Fue un férreo defensor de la protección del medio ambiente, del cuidado de los recursos naturales y de las comunidades
afectadas por la explotación industrial. También promovió el uso del cine como herramienta de conciencia social y como vehículo para el debate sobre problemáticas políticas, éticas y culturales.
Este compromiso reforzó la imagen de un artista que trascendía el glamour de Hollywood para situarse como figura pública con una visión crítica y constructiva frente a su entorno.
Un legado perdurable
La relevancia de Robert Redford en Hollywood se sostiene en varios aspectos. Como actor, representó a una generación que llevó a la gran pantalla personajes complejos, contradictorios y profundamente humanos. Como director, abrió caminos para historias más íntimas y realistas. Y como promotor cultural, cambió para siempre el panorama del cine independiente.
Su figura encarna la transición de la época dorada de los estudios a un Hollywood más moderno, consciente de su influencia política y social. A lo largo de su carrera, supo equilibrar la popularidad masiva con una búsqueda constante de calidad artística.
Redford deja una filmografía con títulos que siguen vigentes por su fuerza narrativa y su capacidad de conectar con el espectador. También hereda a la industria un espacio de creación y libertad como Sundance, que ha sido semillero de múltiples generaciones de cineastas.
Su influencia continúa en cada película que desafía los moldes convencionales, en cada festival que busca darles voz a nuevos talentos y en la memoria colectiva de un público que lo reconoció como uno de los grandes íconos del cine del siglo XX.

